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​El Parlamento alemán realiza una audiencia sobre las violaciones de derechos humanos en China

Nov. 29, 2020 |   Por un corresponsal de Minghui en Suecia

(Minghui.org) El 18 de noviembre se celebró una audiencia sobre la situación de los derechos humanos en China en el Bundestag, el Parlamento Federal Alemán. Varios practicantes de Falun Dafa (también conocido como Falun Gong), representantes de Xinjiang y de grupos tibetanos dieron su testimonio sobre cómo el partido comunista chino (PCCh) está reprimiendo a diferentes creencias en China.

El 18 de noviembre tuvo lugar la audiencia en el Parlamento Federal Alemán (Bundestag), para debatir acerca de las violaciones de derechos humanos en China.

El anfitrión de la audiencia fue Gyde Jensen, presidente del Comité de Derechos Humanos y Ayuda Humanitaria. Los oradores hablaron sobre el extendido uso de la "transformación del pensamiento" en China. El PCCh empleó ampliamente esta técnica en la persecución a Falun Dafa. Desde aquel entonces la ha perfeccionado y usado contra otros grupos minoritarios.

Zhou Lei, de la Asociación Alemana de Falun Dafa, testificó en la conferencia.

Zhou Lei, portavoz de la Asociación Alemana de Falun Dafa y alto profesional de los medios de comunicación, habló sobre cómo los practicantes son torturados en China desde hace 21 años. Dijo que la eliminación del PCCh pasa por ser la única manera de poner fin, fundamentalmente, a las graves violaciones de derechos humanos en China.

La transformación del pensamiento en China

Además de las prisiones y centros de detención, se crearon centros de lavado de cerebro en casi todas las ciudades y pueblos de China, dijo Zhou. Aunque estas instalaciones pueden ser etiquetadas como "centro de educación legal", "centro de rehabilitación de drogas" o "escuela de capacitación profesional", estos centros de lavado de cerebro son entidades extralegales creadas para obligar a los practicantes de Falun Dafa a renunciar a su creencia en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

La persecución a nivel nacional fue lanzada por el exlíder del PCCh Jiang Zemin y llevada a cabo a través de la oficina 610 en todos los niveles. Los primeros centros de lavado de cerebro se establecieron en 2001. Sin tener que seguir ningún procedimiento legal, las autoridades pueden detener a disidentes como los practicantes de Falun Dafa, cristianos y musulmanes en estos lugares hasta que firmen declaraciones de renuncia a su creencia.

En los centros de lavado de cerebro se utilizan muchos métodos de tortura, como golpear, alimentar a la fuerza, obligar a la víctima a permanecer en una posición dolorosa durante mucho tiempo, aplicar descargas eléctricas en partes sensibles del cuerpo con picanas eléctricas, ahogamiento, asfixia, confinamiento solitario y abuso sexual. Según la información obtenida del Centro de Información de Falun Dafa, se confirmó que más de 4.500 personas murieron como resultado de la persecución. Esa cifra no incluye a los desaparecidos o a los que murieron como resultado de la sustracción forzada de órganos.

Wenzel Michalski, el director de Human Rights Watch en Alemania, dijo que el lavado de cerebro de los musulmanes por el PCCh es opresivo. Simplemente por rezar, algunos fueron encarcelados durante muchos años. Dentro de los centros de lavado de cerebro, los detenidos son forzados a aprender los caracteres chinos y a cantar canciones pro-PCCh. Cualquier actividad religiosa es de inmediato castigada.

Adrian Zenz, un antropólogo y renombrado erudito que estudia los campos de trabajo en Xinjiang, dijo que el PCCh busca el control absoluto sobre su pueblo. Esto incluye dónde puede vivir una persona, qué decir, cuánto tiempo pasar en el baño, cuándo llorar, cómo pensar y cuándo recibirá una descarga eléctrica.

Kai Müller, director ejecutivo de la Campaña Internacional para el Tíbet, declaró que el PCCh envió hasta 10.000 oficiales al Tíbet, aparentemente para "hacer amistad" con los habitantes del lugar. En realidad, sin embargo, su objetivo era la censura y el control de la región. Como consecuencia de ello, el budismo tibetano tiene ahora que ceder a la ideología comunista, el idioma tibetano se considera una jerga y los dirigentes religiosos son nombrados por las autoridades del PCCh.

No tolerar los sistemas de creencias

Una de las preguntas formuladas durante la audiencia fue la posibilidad de una reforma política por parte del PCCh que permita la libertad de creencia. Zhou dijo que no hay evidencia de que esto suceda debido a la ideología comunista.

Más específicamente, el comunismo aboga por la destrucción del sistema existente y sus valores, lo que, en China, significa que sus ricas tradiciones construidas a lo largo de cinco mil años, como el budismo, el taoísmo y el confucianismo, promueven la virtud y la superación personal. Para imponer sus valores fundamentales de violencia y odio, el PCCh lanzó numerosas campañas nacionales para suprimir la cultura y las religiones tradicionales chinas.

Como resultado, la libertad de expresión y la libertad de creencia rara vez existen en China. Todas las religiones tienen que seguir la ideología del partido. Los practicantes de Falun Dafa se esfuerzan por mejorar sus mentes y cuerpos haciendo los cinco ejercicios de Falun Dafa y viviendo con Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Cuando Falun Dafa se hizo popular hace más de 20 años, el PCCh lo consideró una amenaza y lanzó una campaña nacional para erradicarlo en julio de 1999. La persecución sigue sin disminuir hasta el día de hoy.

Zhou señaló que la condena a las violaciones de los derechos humanos del PCCh por parte de la comunidad internacional es fundamental. En los últimos años, el PCCh puso fin al sistema de campos de trabajo y liberó a algunos prisioneros de conciencia debido a la presión de los países occidentales. Pero los graves abusos de los derechos humanos en China -una pesadilla que lleva más de 70 años- están lejos de terminar.

Tomar medidas

En los últimos decenios, los países occidentales ayudaron a China de muchas maneras a impulsar su economía, con la esperanza de que esto llevara a la apertura y la reforma políticas. Pero bajo el gobierno del PCCh totalitario, como vemos ahora, una China fuerte solo significa una censura más poderosa, una desinformación más completa y una influencia comunista en constante expansión en todo el mundo.

En los últimos meses, en particular, el PCCh aumentó su campaña de desprestigio contra los países y funcionarios occidentales. Zhou esperaba que el Parlamento alemán investigara esta cuestión. Uno de los enfoques más eficaces consiste en sancionar a las empresas y a los individuos implicados en las violaciones de derechos humanos que se perpetran en China.

Müller coincidió en que las críticas al PCCh, por sí solas, no son suficientes. Los funcionarios de alto rango del PCCh, son los responsables del deterioro de las condiciones en el Tíbet, y deben rendir cuentas.