(Minghui.org) Solía ser un matón en mi vecindario. Mi esposa y yo teníamos una frutería y, a menudo, manipulaba las balanzas para estafar a los clientes. También me peleaba con aquellos que no me gustaban. A veces, me iba a los extremos. Una vez hasta salí a buscar a alguien en mi bicicleta mucho después de que se marchara, solo para darle una paliza.
Soy el más joven de mi familia. Al crecer, me malcriaron; mis padres y hermanos siempre me permitieron hacer todo lo que quería. Así que cuando me hice mayor, rara vez consideraba los sentimientos de los demás.
Aunque mi esposa hacía la mayor parte del trabajo, solía pelearme con ella sin motivo, a veces, incluso físicamente. Mi familia había desistido de hacer algo con mi naturaleza mezquina. ¡Nadie se atrevía a provocarme!
Este comportamiento creaba yeli y me traía tribulaciones. Sufría trastornos en el sistema nervioso autónomo. A menudo me sentía confunso, mi cabeza se entumecía y tenía dolores de cabeza. Por las noches, no podía dormir.
Aunque tomaba muchos medicamentos, ninguno me aliviaba. Mi salud empeoró. Tenía frío todo el tiempo, incluso con la ropa de abrigo puesta. Mi médico no sabía como curarme y solo me animaba para que mantuviera la calma.
¡Me sentía desesperado, preguntándome qué otras tribulaciones me depararía el futuro!
Falun Dafa se extendió por mi ciudad natal en 1996. Empecé a cultivarme en Dafa y aprendí los principios básicos para ser una buena persona que el Maestro Li (el maestro y fundador) enseñaba. Supe que desarrollé aquellas enfermedades incurables porque acumulé demasiado yeli a causa de mi conducta pasada. Comencé a seguir el estándar de Verdad-Benevolencia-Tolerancia en mi vida diaria. El Maestro limpió mi cuerpo, y todas mis enfermedades desaparecieron.
Cuando empecé a practicar, oía a la gente hablar de mí a mis espaldas. Decían: "¿Cómo puede una persona tan mala como esa cultivarse?". Nadie creía que yo pudiera cambiar para mejor.
Pero, de hecho, cambié después de empezar a cultivarme. Parientes y amigos decían que parecía que me había convertido en otra persona. Dejé de golpear y reñir con mi esposa. En cambio, comencé a respetarla y a preocuparme, de verdad, por ella y por mi hija.
Mi esposa una vez comenzó a gritarme, sin embargo, yo me mantuve tranquilo. Sabía que tenía que soportarlo, ya que me estaba ayudando a mejorar. La primera vez que me gritó, le dije que solo me había dado 0,45 kg (1 libra) de azúcar. A la octava vez, le dije: "¡Hoy me has dado 3,6 kg (8 libras de azúcar)!". Después de aquello, dejó de gritarme.
Por supuesto, me llevó tiempo mejorar. De vez en cuando, no podía evitarlo y le gritaba a los demás. Me arrepentía después. Así que trabajé duro para corregir este mal hábito.
Mi esposa respetaba a Dafa y apoyaba que me cultivara. Me ayudó a distribuir folletos de aclaración de la verdad. Al final, también comenzó a cultivar Dafa.
Nos llevábamos bien con la familia y los amigos. Sabía hacer algunas cosas, así que ayudaba a los vecinos. Cuando alguien tenía problemas con su moto eléctrica o su motocicleta, siempre me ofrecía a arreglársela. También ayudaba a reparar muebles y construir cocheras. Luego me invitaban a cenar como agradecimiento. Generalmente, me negaba.
Los amigos cercanos y los parientes solían evitarme a causa de mi temperamento. Cuando empecé a cultivarme, muchos venían a mi casa y disfrutaban conversando. Solía haber alguien de visita en casa todos los días. Mi esposa y yo siempre les dábamos la bienvenida, les servíamos té y algo para picar. Tomé esto como una gran oportunidad para contarles la verdad sobre Dafa.
En el pasado, a menudo engañaba a mis clientes cuando les vendía fruta, generándome yeli. Después de empezar a cultivarme, eliminé mi apego a la codicia. Seguía los principios de Dafa para corregir mi comportamiento. Shifu dijo: “Debes comerciar en forma justa y posicionar el corazón rectamente” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Ahora me llevo bien con mis hermanos y hermanas. Cuando mi padre falleció, nos repartimos la herencia. En un principio, no quise tomar nada, pero mi hermano mayor insistió.
Un vecino me dijo que conocía a alguien que le debía dinero a mi padre y me sugirió que fuera a cobrarle la deuda. Me reí y le dije: "¡No hacía falta que me lo dijeras, porque no iré a buscarlo!".
Más tarde cambié de oficio y me convertí en un contratista de la construcción. Una regla no escrita del negocio consistía en aceptar sobornos cuando compraba los materiales de los clientes. Todos mis colegas lo hacían. Nadie lo veía mal. Yo, como practicante, no quiero aprovecharme de nadie y me niego a aceptar sobornos.
Alguna vez rompí alguno de los platos de los clientes cuando comía en la obra. Siempre les compraba algunos nuevos. Nunca me guardaba en los bolsillos clavos u otros materiales. Mis clientes descubrieron que los practicantes se comportaban de manera diferente al resto. Por medio de estos asuntos tan triviales, les mostré el reino de los practicantes y validé las bondades de Dafa.
La policía me arrestó por mi fe en varias ocasiones y me llevó a un campo de trabajos forzados. Siempre mantuve una mente compasiva y no albergué ningún rencor. Los trataba como a personas que necesitaban que las salven.
Una vez la policía me llevó de vuelta a casa desde la cárcel. Cuando llegamos, invité a los oficiales a tomar el té conmigo. ¡Se quedaron atónitos al ver que el practicante al que habían perseguido no les odiaba, sino que se mostraba tolerante y bondadoso!