(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1997. A lo largo de los años he experimentado la alegría de aprender Dafa, la felicidad de hacer las cosas bien en mi cultivación y 8 años de juicios y tribulaciones en prisión. Deseo agradecer al Maestro Li Hongzhi su protección. Me gustaría contarles mi historia.
Después de que se inició la persecución a Falun Dafa el 20 de julio de 1999, pude hacer bien las tres cosas que se supone que debemos hacer junto a otros practicantes. En 2006 me siguieron, arrestaron y sentenciaron a la prisión de mujeres de la provincia. En medio de la persecución, surgieron todas mis nociones humanas. Fui torturada y expuesta a una tremenda presión. Contra mi conciencia, firmé la declaración de renuncia a mi fe. Tan pronto como la firmé, supe que había cometido un error. Decidí comenzar a memorizar el Fa. Cuanto más memorizaba, más lúcida me volvía. Me iluminé a que no fui yo quién firmó tal declaración. Mi verdadero yo quería a Dafa. Entonces, tuve que reponerme y recorrer bien mi camino.
Incluso la prisión puede ser un ambiente de cultivación
Las condiciones en la prisión eran horribles y sufrí obstáculos. Tenía problemas para dormir y comer, por lo que mi salud se deterioró. Me desmayé una vez mientras me duchaba y me llevaron a la clínica. El guardia dijo que parecía que estaba muerta. Creía que las viejas fuerzas estaban empeorando las cosas porque había firmado una declaración de renuncia a mi fe, pero me negué a aceptar aquello. Envié pensamientos rectos y seguí recitando el Fa en silencio. Cuando mejoré, los guardias me obligaron a hacer trabajos forzados durante la mitad del día. Había algunas practicantes de Falun Dafa en el taller, pero no se nos permitía hablar. Una se sentó a mi lado. Pude sentir que tenía fuertes pensamientos rectos cuando hicimos contacto visual; Parecía que me estaba animando. Se sentaba con las piernas cruzadas mientras trabajaba.
Pensé: "¿Por qué no hago eso? Si ella puede hacerlo, yo también puedo hacerlo". Al principio dudé, pero luego me di cuenta de que tenía que dar el primer paso. Recité en silencio las enseñanzas que había memorizado y envié pensamientos rectos mientras me sentaba con las piernas cruzadas. Tan pronto como mis pensamientos rectos aumentaron, mi condición física mejoró. Mis compañeras de celda notaron que estaba más saludable en unos pocos días. Todas estaban asombradas por el poder de Dafa.
Era amable con todas en mi unidad. Las ayudaba y las ponía delante de mí, aunque a veces se aprovechaban de mí. Siempre era positiva y optimista. Poco a poco aprendieron de mí y nos llevamos muy bien. Llegaron a comprender a Dafa y se identificaron con lo que creíamos. Excepto una mujer que tenía una enfermedad mental, todos en mi unidad decían: "Falun Dafa es bueno". Si tenían un mal día, me buscaban para conversar. Les aconsejaba que usaran los principios de Dafa. La guardia dijo que sabía que en cualquier unidad en la que me hallara sería pacífica.
Un día, una guardia me vio sentada con las piernas cruzadas. Insistió en que las bajara. Con calma le pregunté: "¿Cómo puede molestarle a alguien la forma en que me siento?". No pudo responder. Seguí enviando pensamientos rectos. Al día siguiente, la jefa de la unidad me llamó. Sabía que era una prueba. Me dijo: "Es política de la prisión que nadie pueda sentarse con las piernas cruzadas. Para de hacerlo o serás puesta en confinamiento solitario". Me tranquilicé y envié pensamientos rectos al mismo tiempo. Le pregunté: "¿Qué diferencia hay de estar aquí o en confinamiento solitario?". Se rió entre dientes y me dejó marchar. Todo ser humano tiene un lado bondadoso. Si tratamos a las personas con bondad, responderán de la misma manera. Probablemente entendió la verdad. Escuché que más tarde la ascendieron y ya no participó en la persecución de los practicantes de Falun Dafa.
Haciendo los ejercicios
Había varias mujeres mayores en mi unidad. La líder tenía la edad de mi madre. Era difícil llevarse bien con ella, así que todos la evitaban. Intenté ser bondadosa con ella por ser la mayor, y ella también se comportó con amabilidad conmigo. Le dijeron que me monitoreara. Me cubría y le decía a las guardias que me estaba yendo bien. Como le resultaba difícil dormir en la litera superior, las guardias hicieron una excepción y me dejaron cambiarle mi litera inferior. Por lo general, nunca permitían que los practicantes de Falun Dafa durmieran en las literas superiores. Un día, cuando llegó la hora de la siesta, me di cuenta de que arriba podía hacer la meditación. Estaba tan agradecida que se me saltaron las lágrimas. Sabía que Shifu lo había arreglado. Él cuida a sus discípulos todo el tiempo. Podía enviar pensamientos rectos y hacer los ejercicios en la cama. Aunque no dormía mucho, me sentía llena de energía durante el día. También me sentaba con las piernas cruzadas mientras recitaba el Fa. Mi salud mejoró y el ambiente siguió mejorando.
Mi apego al sentimentalismo
Mi esposo es una persona bondadosa. Desde que me arrestaron, nunca perdió una oportunidad para ir a visitarme. Sabía que Falun Dafa era bueno, así que nunca me culpó. Siempre se aseguraba de que me encontraba bien antes de marcharse. A veces nuestro hijo venía con él. Una vez, cuando me estaba visitando, la guardia responsable de "transformar" a las practicantes me dijo: "Si dices que Falun Dafa es malo, puedes irte a casa con tu hijo". Me negué rotundamente. Aunque mi hijo sabía que Falun Dafa era bueno, quería que su madre volviera a casa. Así que dijo: "Mamá, ¿por qué no haces eso? La vida es muy dura aquí. Solo has cumplido la mitad de tu sentencia. Estarás aquí durante años. Todo lo que tienes que hacer es decir una frase". Le dije: "Mamá es una practicante de Dafa. Creemos en ser sinceros. No diré nada en contra de mi conciencia". Insistió: "Puedes decirlo. ¿Qué diferencia hace? Sé que Falun Dafa es bueno. Solo dilo y sal de aquí". Le contesté: "No puedo ser falsa".
Se fue desanimado. Mi esposo se deprimió y comenzó a beber. Su salud se deterioró. Me sentí triste cuando escuché esto. Sabía que era una prueba de sentimentalismo. Todos estos ensayos se dirigían a mis apegos. El resultado dependía de cómo se moviera mi corazón. Como practicante de Falun Dafa, debía abandonar todos mis apegos humanos. Si hacía todo con rectitud, mi entorno mejoraría. Confié en que eran tribulaciones y que pasarían.
Comencé a practicar Falun Dafa con mis padres en 1997. A medida que envejecieron y vieron que me perseguían, dejaron de cultivarse. Mi padre iba al hospital si sufría síntomas de yeli (karma) de enfermedad. Fue hospitalizado varias veces. Una vez mi madre me lloró por teléfono: "Tu padre se está muriendo. No le queda mucho tiempo. Será mejor que salgas pronto o no lo volverás a ver". Supe que era una prueba de qing. No cedería porque quería salir. Mi corazón no podía sentirse afectado. Estaba muy firme y con calma le dije a mi madre: "Mamá, esto es una ilusión. Papá estará bien". De repente, mi madre se calmó y dijo: "Está bien. Si tú lo dices". Con este pensamiento recto, mi padre se encontró mejor.
Una prueba final
Cuando me quedaban dos años de mi sentencia, varios "ayudantes" y miembros de la oficina 610 local vinieron a hablar conmigo. El agente de la oficina 610 dijo: "Estás a punto de ser liberada. No practiques Falun Dafa después de que te liberen". Respondí: "¿Por qué no? Es una buena práctica". Montó en cólera y me insultó. Dijo, que habían viajado una gran distancia en un día tan caluroso de verano para verme, y que ni siquiera era una persona agradecida. Sabía que estaban enojados porque eran responsables ante sus supervisores. Pensé que eran patéticos porque estaban viéndose presionados para hacer algo malo.
No me sentí intimidada ni molesta. Los miré con calma y dije: "¿Quién te ha pedido que vengas?". Se quedaron atónitos; no esperaban que yo, una mujercita, los enfrentara. No dijeron nada. Se dieron cuenta de que no había sido "transformada" después de haber sido retenida durante tantos años.
Cuando me quedaban 7 meses, las autoridades exigieron que escribiera una renuncia a mi fe para irme a casa antes. Rechacé. Me encerraron en la sala de control estricto, con tres reclusas que me observaban y me presionaban para que escribiera la declaración. Cuando me negué, me quitaron la comida y el papel higiénico. Pero no dudé. Empezaron a quedarse sin ideas.
Una joven oficial vino a hablar conmigo. Tenía la edad de mi hijo. Era atractiva y todos la llamaban la "bella sargenta". Expresó: "No deberías estar aquí. ¿No preferirías salir pronto y hacer los ejercicios en casa?". Le agradecí su preocupación. Luego le dije que había cometido un error al firmar una declaración de renuncia a mi fe y que no firmaría otra. Tenía que hacer lo correcto: era una practicante de Falun Dafa. Como le gustaba charlar conmigo, me dijo que había comenzado a leer Zhuan Falun pero que no conseguía pasar de las primeras páginas. Le dije que lo había leído unas mil veces. Pensó que yo había recibido una buena educación. En realidad, solo terminé la secundaria. Hablaba bien porque Shifu me había otorgado sabiduría. Ella tenía muchas preguntas, a las cuales intenté responder.
El día antes de que me fuera, vino a despedirse. Le recordé: "Por favor, lea Zhuan Falun desde el principio hasta el final, al menos una vez, sin ningún prejuicio". Me prometió que lo haría.
El día que fui liberada, mi familia y el personal de la oficina 610 local vinieron a recogerme. Tan pronto como entré en el vehículo, pude sentir que estaba lleno de maldad. Envié pensamientos rectos y los miembros de la oficina 610 se quedaron dormidos. Ni siquiera me hablaron. Llegamos a casa sin incidentes. Poco después abrí una tienda de ropa en la que puedo aclarar la verdad y salvar a la gente. Con la protección del Maestro, a mi familia le está yendo muy bien.