(Minghui.org) Una mujer de la ciudad de Fushun, provincia de Liaoning, fue encarcelada y torturada durante un total de nueve años por negarse a renunciar a Falun Dafa, una disciplina espiritual que ha sido perseguida por el régimen comunista chino desde 1999.
La Sra. Zhang Zhiqin fue enviada por primera vez a un campo de trabajo forzado durante dos años debido a que fue denunciada por repartir volantes de Falun Dafa en 2001. Un guardia borracho casi la mata después de golpearla brutalmente, fracturándole el cráneo y rompiéndole un riñón.
Fue arrestada de nuevo en 2009 y sentenciada a siete años de prisión. A su regreso a casa, su marido se divorció debido a la constante presión de las autoridades. Su madre falleció seis meses antes de que terminara su condena, y su padre murió poco después de que ella fuera puesta en libertad.
La Sra. Zhang Zhiqin.
Lo que sigue es el relato de la Sra. Zhang sobre la tortura que sufrió durante sus nueve años de encarcelamiento.
Escapando de la muerte en el campo de trabajo forzado de Wujiabao
Fui arrestada el 30 de octubre de 2001, por distribuir materiales informativos de Falun Dafa. Las autoridades me enviaron al campo de trabajo forzado de Wujiabao durante dos años. Me maltrataron y torturaron y escapé por poco de la muerte.
Golpes brutales
A principios de 2002 estaba gravemente desnutrida después de una huelga de hambre de dos semanas de duración. Wu Wei, un jefe de división, vino a mi celda borracho. Me agarró el pelo, me abofeteó en el rostro y me pateó repetidamente. Me caí y él siguió pisándome la cabeza. Rompió una silla de madera luego de aplastarla contra mí.
Dos guardias me arrastraron a una habitación diferente, donde noté que Wu estaba allí. Me golpeó con tablas de madera y me amenazó con ponerme en la morgue si no renunciaba a Falun Dafa. Me desmayé y me desperté en el segundo hospital de Fushun. Una reclusa me trajo una mortaja, porque el médico estaba esperando para anunciar mi muerte. Estaba tan hinchada en ese momento que no se podía administrar el líquido intravenoso.
Estaba cubierta de moretones, y hasta me dolía respirar. Otros tuvieron que ayudarme con mis necesidades. Perdí mi cabello, mi cráneo estaba maltrecho, y me había quedado sorda. Mi cara estaba desfigurada y mi entrepierna estaba tan hinchada que no podía orinar. Una enfermera me dijo que mis órganos internos estaban dañados y que tenía falla renal en uno de mis riñones.
Tenía tanto dolor que intenté terminar con mi vida desconectando la vía intravenosa. Un guardia se enteró y me golpeó en la cara hasta que se cubrió de sangre. Durante seis meses estuve postrada en cama. Después de eso necesité ayuda para levantarme de la cama y hacer mis necesidades. No podía enderezar la espalda ni la pierna, porque el tendón detrás de la rodilla derecha estaba roto.
Permanecer inmóvil durante nueve días
En una celda de aislamiento tuve que permanecer inmóvil con los brazos abiertos y el cuerpo tocando una pared. Siempre había un par de prisioneros varones vigilándome. Si me movía o me quedaba dormida, me agredían físicamente. Si tenía tanto sueño que me desmayaba, me pateaban hasta que me levantaba.
Cuando regañé a los prisioneros varones, que a veces me agredían sexualmente, me taparon la boca, me tiraron del pelo y me abofetearon. Estuve en la misma posición durante nueve días, durante los cuales se me permitió estar en cuclillas durante unos minutos a la hora de comer y usar el baño dos veces al día. La comida siempre fue un pequeño panecillo y caldo de verduras.
Electrocutada con picanas eléctricas y golpeada con un bate de goma
Un día, tres guardias me llevaron junto con otros seis practicantes a una habitación y comenzaron a electrocutarnos la cara con picanas eléctricas. Sentí como agujas clavándose en mi cara cuando las picanas me tocaron. La cara de un practicante tenía ampollas y la de otro estaba desfigurada.
Más tarde, llegó un guardia con un bate de goma de unos 45 cm de largo y nos golpeó durante horas.
Golpeada con un palo de escoba
Un guardia quería mi reloj de pulsera y me golpeó después de que me negué a entregarlo. Me agarró del pelo, me arrojó de la litera de arriba y me golpeó con un palo de escoba hasta que se cansó. Estaba cubierta de heridas, y mi cuello quedó lesionado.
Confinamiento solitario y exposición al calor
Me declaré en huelga de hambre para protestar por los abusos y me pusieron en una celda de aislamiento de unos 2 metros cuadrados sin nada dentro. Hacía mucho frío en invierno y mucho calor en verano. Comí e hice mis necesidades en ese espacio y no se me permitió cambiarme de ropa ni limpiarme. Desarrollé sarna. Las autoridades me obligaron a desnudarme y exponerme al sol durante horas. Un practicante que padeció la misma tortura sufrió un golpe de calor.
Transferida al campo de trabajo forzado de Masanjia
Después del cierre del campo de trabajo de Wujiabao, me trasladaron al campo de trabajo forzado de Masanjia en la ciudad de Shenyang, donde también me torturaron.
Colgada de las esposas
Me golpearon y me esposaron por no renunciar a Falun Dafa. Los prisioneros, instigados por los guardias, me colgaron de las esposas a una tubería en un baño. Solo me bajaron durante el breve horario de las comidas. Esto duró dos semanas y la carne de mis muñecas estaba desgarrada.
Recreación de la tortura: Colgado de las esposas.
En otro ocasión, los prisioneros me ataron las piernas y los hombros con los brazos detrás de la espalda y las piernas cruzadas. Me sentaron en el piso mojado de un baño. El dolor insoportable en mi espalda me impedía sentarme derecha y sudaba profusamente. Esto duró tres días hasta que los prisioneros pensaron que me estaba muriendo y me llevaron a la clínica del campo. Rechacé las medicinas que me dieron y eso los enfureció. Me golpearon y me electrocutaron con picanas eléctricas.
Conmocionada por la electricidad
Cinco guardias me llevaron a una habitación llena de instrumentos de tortura y me pusieron de pie sobre algo que parecía una balanza electrónica. ¡Un dolor intenso atravesó mi cuerpo! Luego me pusieron en una gran silla de hierro y me ataron las extremidades. Cuando la corriente pasó a través de mi cuerpo, sentí un dolor insoportable. Mi cuerpo tuvo espasmos todo el tiempo. Me caí al suelo inmediatamente después de que aflojaran las ataduras.
Cuando me liberaron después de dos años de tortura, mi hija tuvo dificultades para reconocerme. Mis ojos estaban apagados y no respondía. Estaba parcialmente sorda y con un peso muy inferior al normal. Ella no podía dejar de llorar. Mi marido se echó a llorar en cuanto me vio.
Brutalidad policial durante el segundo arresto
Fui arrestada de nuevo en la noche del 31 de marzo de 2009, por distribuir volantes de Falun Dafa. El policía me tiró de cabeza al suelo y aplastó mi cabeza con su teléfono celular mientras gritaba: " ¡Haz que tu familia traiga 50.000 yuanes y te dejaré ir!".
Tan pronto como me llevaron a la comisaría de Xiaodongmen, los agentes comenzaron a interrogarme. Colocaron toda la información de Falun Dafa que tenían, miles de copias, sobre mí como evidencia de que yo practicaba Falun Dafa. Me golpearon, me abofetearon y me electrocutaron con picanas eléctricas. Me esposaron y me colgaron de las esposas en una jaula de metal durante tres días.
Me llevaron al centro de detención de la ciudad de Shenyang el 2 de abril. Fui juzgada en el tribunal del distrito de Dadong el 26 de junio y sentenciada a siete años de prisión.
Torturada en confinamiento solitario en la prisión de mujeres de Liaoning
Tan pronto como llegué a la prisión de mujeres de Liaoning, un capitán me dijo que escribiera una declaración renunciando a Falun Dafa, lo cual me negué a hacer. Me llevó a una celda de aislamiento, donde tuve que pararme, ponerme de cuclillas o sentarme en un taburete pequeño durante horas. La carne de mis nalgas comenzó a ampollarse, abrirse y ulcerarse.
Instrumento de tortura: Taburete pequeño.
Cuando estaba en confinamiento solitario, alguien me vigilaba las veinticuatro horas del día para evitar que me quedara dormida. De hacerlo, la persona me golpearía hasta que me despertara. Tres meses después aún me negué a renunciar a mi fe. Finalmente me dejaron en paz.
Con una fe fuerte en Falun Dafa, sobreviví a los años infernales en la prisión. Después de ser liberada en 2016, mi esposo se divorció, ya que estaba cansado de vivir en constante temor y preocupación.
Mi madre falleció seis meses antes. Según mi padre, ella me esperaba todos los días sentada en una roca y no cerró los ojos cuando murió.
Un año después, mi padre también falleció.
Informes relacionados: