(Minghui.org) Un hombre que recientemente fue liberado después de ser recluido durante tres años en prisión por practicar Falun Gong, cuenta las horribles torturas a la que fue sometido por negarse a renunciar a su fe.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual basada en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Ha sido perseguido por el régimen comunista chino desde 1999 debido a su inmensa popularidad y a que trae de vuelta los valores tradicionales. Muchos practicantes que se negaron a renunciar a su fe fueron sentenciados a prisión y torturados para tratar de forzarlos a renunciar a su fe.
"Tres años de tortura dejaron mi cuerpo lleno de cicatrices, pero eso no cambiará mi fe en la Verdad-Benevolencia-Tolerancia", dijo el Sr. Huang Futang, un nativo de 66 años de la ciudad de Zibo, provincia de Shandong, después de haber sido liberado de la prisión el 21 de marzo de 2019.
A continuación les mostramos lo que contó.
Agredido por la policía durante el arresto
Niu Yong, el jefe de la comisaría de policía de Jiazhuang, y otros oficiales se presentaron en mi casa el 22 de marzo de 2016. Sin identificarse, me rodearon y me golpearon. Un oficial me estranguló mientras otro me tapaba la boca.
Después de que me tiraron al suelo, no podía respirar y me mareé. Continuaron golpeándome hasta que vomité. Se me hincharon los hombros. Tenía moretones en la espalda y me desmayé después de que un oficial me apretó los testículos.
Cuando desperté, mis testículos estaban seriamente hinchados. Hasta tenía dolor en la parte inferior de mi abdomen. A pesar de que finalmente me llevaron para ser examinado en el hospital, nunca recibí ningún tratamiento. Incluso ahora, mis testículos todavía están hinchados y me duelen. También experimento un dolor agudo al orinar. Mis manos y mis pies están entumecidos.
Los oficiales saquearon mi casa y mi tienda de té. Amenazaron con matarme. Durante mis tres años de prisión, gran parte de mis reservas de té se estropearon y ya no puedo venderlas. La pérdida financiera a la que me enfrento ahora es enorme.
Los agentes me llevaron más tarde al centro de detención de Zibo. Los guardias a menudo me insultaban y me golpeaban, porque me negaba a dejar de practicar Falun Gong.
Me procesaron bajo la acusación de que imprimía y distribuía información sobre Falun Gong y hablaba con la gente al respecto. Nueve meses después fui sentenciado a tres años y transferido a la prisión de Jinan.
Torturados en prisión
El 15 de diciembre de 2016 me llevaron a la 11.ª sala de la prisión de Jinan, también conocida como la prisión provincial de Shandong. El guardia Li Wei ordenó a los reclusos que se turnaran para torturarme.
A menudo me ataban y me dejaban en el suelo toda la noche. Me obligaron a ver videos que difamaban a Falun Gong. Si me negaba a mirar, me golpeaban e insultaban. A veces me ataban y me dejaban de pie en las escaleras a merced del frío helado.
Varios reclusos me golpearon e intentaron obligarme a beber lejía diluida en enero de 2017. Me encontraba en estado crítico para el 9 de febrero de 2017. Los guardias me llevaron al hospital de la prisión. No dejaron que mi familia me viera cuando llegaron al hospital el 24 de febrero.
Escribí cartas para quejarme de la tortura. Pero cuando Chen Jianming, el jefe del distrito 11, se enteró de ello, les dijo a los reclusos delante de mí que podían torturarme como quisieran.
La tortura se intensificó después de eso. Los presos me encerraban y no me dejaban ir al baño. Dormía en el suelo donde tenía que hacer mis necesidades.
Como animé a dos reclusos a no desperdiciar comida en el desayuno del 27 de julio de 2018, me arrastraron al baño y me golpearon. Me metieron una fregona y calcetines en la boca para evitar que gritara. Se me infligió lesiones tan graves que no pude comer nada durante dos días.
Cuando me quejé a Chen, el jefe de la sala, me respondió que "no es una gran cosa".
Entre agosto de 2018 y febrero de 2019, escribí varias cartas al tribunal superior para quejarme de las torturas. Los guardias retuvieron mis cartas y nunca las enviaron.
En represalia por mis quejas, los presos me golpearon aún más. Muchos de mis dientes se aflojaron y por lo general no podía comer durante varios días después de los golpes. Algunos reclusos también me amenazaron con que las autoridades de la prisión podrían prorrogar mi condena si continuaba presentando quejas.
El día de mi liberación, los guardias me desnudaron y me registraron. Retuvieron todas mis pertenencias personales, sólo me devolvieron el dinero que mi familia había depositado para que yo comprara mis necesidades diarias allí adentro.
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