(Minghui.org) Mi madre tenía una salud muy precaria cuando era joven y cuando nací mi peso era poco. Cuando cumplí los seis años, mi cuerpo todavía estaba subdesarrollado. Era pequeño, tenía una gran barriga y mi cuello era extraordinariamente corto. Era un niño poco saludable e incluso lucía como un discapacitado ante los ojos de los adultos. Me hicieron muchos exámenes físicos. El doctor decía que tenía un desarrollo anómalo y que percibía muchos problemas de salud, pero que era incapaz de ayudarme. Mis deficiencias de desarrollo se convirtieron en un gran problema para mi familia. La salud de mi madre era terrible en aquel entonces. Sufría cardiopatía reumática y colonitis. Había tomado medicina durante años, sin ninguna mejora. Afortunadamente, en ese momento comenzó a practicar Falun Dafa y se recuperó completamente de todas estas enfermedades. Yo también comencé a estudiar el Fa con ella y sus amigas. Un día, me dolía mucho el estómago. Vomité un poco de líquido verdoso. Fue terrible, pero después de eso, mi gran barriga se encogió milagrosamente y mi cuerpo comenzó a desarrollarse normalmente.
Pero, empecé a pasar mi tiempo libre jugando en cuanto comencé la escuela primaria. Aunque gradualmente olvidé hacer los ejercicios y el estudio del Fa, los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia quedaron profundamente arraigados en mi corazón.
Mi madre fue luego encarcelada por el partido comunista chino (PCCh) tras negarse a renunciar a la práctica. Tuve que quedarme con mi abuela y mi tío segundo. Extrañaba a mi madre, especialmente cuando los otros niños me intimidaban. Deseaba que mi madre estuviera a mi lado para protegerme. Lloraba cuando pensaba en ella. Me sentía impotente y la culpaba por no estar conmigo.
Mi madre fue finalmente liberada, y me ayudó a atravesar una grave tribulación. Un día, nuestro vecino, mi tío Cheng, me llevo a dar un paseo en su motocicleta. Sus frenos repentinamente dejaron de funcionar y su motocicleta se estrelló. Salí despedido y aterricé a más de diez metros de distancia. Cuando me llevaron al hospital, tan pronto como vi la medicina que los médicos querían que tomara, quise vomitar. Le dije a mi mamá que no podría soportarlo. Respondió: "Está bien. ¿Qué tal si escuchámos las conferencias del Maestro?”.
Escuché las conferencias del Maestro durante más de dos días. Al tercer día, repentinamente dejé de sentirme dolorido. Mi cuerpo entero se sintió relajado. Supe que podría haber muerto si el Maestro no cuidara de mí. ¡Sinceramente le agradecí al Maestro su protección!
Dejé de guardar rencor contra mi mamá desde aquel momento. Le devolvió al tío Cheng el dinero que había gastado en mí y le compró un pollo asado para expresar su agradecimiento. Mi tío Cheng y su familia se sintieron conmovidos. Obtuvieron un nuevo entendimiento de Falun Dafa y finalmente se dieron cuenta de la razón por la que mi mamá creía firmemente en Falun Dafa, a pesar de la brutal persecución.
En septiembre de 2015, la policía local y los oficiales de gobierno rompieron la puerta de nuestra casa y la saquearon. Yo era ya un jovencito. Hice mi mayor esfuerzo por proteger a mi madre. Bloqueé su camino y les pregunté: "¿No existe la libertad de creencia?". Me golpearon y comenzaron a estrangularme. Casi no podía respirar. Nuestra amable vecina anciana se apresuró a detener a la policía. Dijo: “¡Por favor, déjelo ir! ¡No es más que un niño!”. Los policías dejaron de asfixiarme, pero amenazaron con llevarme a un centro de detención.
Se llevaron a mi madre a un centro de lavado de cerebro por la fuerza. Mi familia y yo fuimos a requerir que la liberaran al siguiente día. Dijeron que la única manera de soltarla, era que dejara de practicar Falun Dafa. Les expliqué: “Mi madre habría muerto hace mucho tiempo si no estuviera practicando Falun Dafa ¿Cómo podría persuadirla de renunciar? Si fuera algo malo, nuestra familia le habría impedido practicar”. Desde ese momento, iba al centro de lavado de cerebro todos los días a pedirles que liberasen a mi madre. Temía que llevaran a mamá otra vez a un campo de trabajo o prisión. No podía soportar el pensar que nos separaran de nuevo. Finalmente, la mayoría de las personas que trabajaban en el centro aprendieron la verdad sobre Falun Dafa y, finalmente, liberaron a mi madre sin imponer ninguna condición.