(Minghui.org) Un día encontré un folleto de aclaración de la verdad en la puerta de mi casa, así que hojeé sus páginas. Leí una historia sobre un hombre que había sufrido una enfermedad cardíaca congénita durante más de cuarenta años. Practicar Falun Dafa lo ayudó a recobrar completamente la salud. Me quedé impresionada. Pensé para mis adentros: "Yo también quiero practicar Falun Dafa".
Conocí a una practicante de la que aprendí los ejercicios. Más tarde comencé a leer el libro Zhuan Falun y finalmente me convertí en practicante de Dafa. La lectura me llevó a comprender de una forma gradual que tenía que cumplir la misión de validar Dafa y salvar seres conscientes.
Además de distribuir materiales de Dafa y colgar carteles, también aclaraba la verdad sobre los hechos a las personas que conocía. Como mi hermano poseía cultivos, lo ayudaba a vender su maíz en el mercado local desde julio hasta octubre. Conocí a muchas personas mientras vendía aquel maíz, a los que les aclaré la verdad.
A las personas que decían tener computadora les regalaba un disco que contenía el software para eludir el bloqueo que el partido comunista chino (PCCh) ha impuesto en Internet. A veces, era capaz de repartir más de cien CD en una sola mañana. Cuando devolvía el cambio en efectivo, siempre usaba billetes con mensajes impresos de aclaración de la verdad. La familia de mi hermano recibió bendiciones ya que me permitieron hacer todas estas cosas. El maíz cultivado en sus tierras crecía excepcionalmente bien y, por lo tanto, cada vez más personas se acercaban a comprarlo, debido al boca a boca. Como resultado, muchas personas adquirían los materiales de aclaración de la verdad y hacían las tres renuncias. Estas cosas tan maravillosas sucedieron gracias a los arreglos de Shifu.
Cuando tenía que ir a comprar, agarraba un montón de materiales de aclaración de la verdad y los guardaba en mi bolso. Cuando compraba, utilizaba billetes que contenían palabras de aclaración de la verdad. Algunos vendedores aceptaban intercambiar billetes conmigo después de que les aclaraba la verdad y renunciaban a las organizaciones comunistas. Les explicaba que recibirían bendiciones si los usaban para devolverle el cambio a sus clientes. Normalmente, llegaba a intercambiar unos veinte mil dólares a la semana. A veces, ni siquiera me alcanzaba el dinero para comprar.
Muchas comunidades pequeñas han aparecido recientemente en mi región. Su gestión es bastante estricta, particularmente en los núcleos que poseen un alto nivel adquisitivo. Debido a que era difícil llegar a estas personas adineradas, trataba de encontrar trabajos que pagaran por horas para lograr acceder a los recintos. Después de terminar mi trabajo, distribuía materiales de aclaración de la verdad. También aclaraba la verdad a las personas para las que trabajaba y les pedía tanto a ellos como a sus familias que hicieran las tres renuncias. Algunos incluso comenzaron a practicar Falun Dafa.
Una vez conocí a la propietaria de una de estas casas que se había sometido a varias intervenciones quirúrgicas debido a sus embarazos frustrados. Un día vino a mi casa porque sentía un dolor agudo de estómago. Aunque le habían administrado inyecciones durante dos semanas, su dolor no disminuía.
Le pedí que repitiera: "Falun Dafa es bueno. Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Sin embargo, al principio dudó. Finalmente, una noche que sentía tanto dolor que ya no podía soportarlo por más tiempo, hizo lo que le pedí. Unió sus manos y dijo sinceramente: "Sr. Li Hongzhi, por favor tenga piedad de mí, voy a creer cuanto diga. ¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”. Tras mantenerse repitiendo las frases durante una hora, ocurrió un milagro. ¡El dolor se esfumó!
Al día siguiente, me dijo que ¡estaba muy feliz! Finalmente conoció lo que significaba vivir sin enfermedades y comenzó a practicar Falun Dafa. Al año siguiente, dio a luz a un niño de cuatro kilogramos. Al otro año volvió a dar a luz a una niña. ¡Un niño y una niña!, era algo simplemente perfecto, ¡lo que todas las madres sueñan!
Cuando realizaba los trabajos por hora, me esforzaba en comportarme usando el estándar del Fa, consideraba a los demás primero, y tomaba la fama y la ganancia a la ligera. Uno de los propietarios quiso pagarme más dinero del que cobraba por mi trabajo, pero en lugar de pagarme con dinero, quiso regalarme alimentos. Le dije que no necesitaba la comida. Así que solo tomé el dinero que me había ganado.
Un día quiso probarme. Dejó en el suelo una tarjeta de regalo con la que se pueden realizar compras, esperando que yo la tomara. La recogí y se la devolví. Siempre mantenía en la mente que practicaba Dafa, y que debía seguir los principios del Fa. Cualquier cosa que no era mía no la quería. Cuando salía a comprar cosas para otras personas, siempre facturaba las cantidades exactas y nunca tomaba ni un centavo.
Como la mayoría de las personas sentían que podían confiar en mí no querían que cambiara de casa. Pero si quería salvar a más personas, tenía que ir a trabajar a nuevos hogares, tanto en empleos temporales como permanentes.
En 2011, un practicante que era responsable de hacer materiales de aclaración de la verdad dijo que no podía continuar con su labor. No quería que nuestras actividades de aclaración de la verdad se demoraran ni un segundo, así que pedí que llevaran todas las máquinas a mi casa, para aprender a hacer los materiales yo misma.
Mantenía un simple pensamiento en mi cabeza, que Shifu me ayudaría. Comencé a aprender cosas muy básicas, como la forma de encender la computadora. Pronto adquirí algunas habilidades básicas y comencé a hacer los materiales. Hacía la cantidad que los practicantes pidieran. Posteriormente me encontré con los problemas que conllevan el mantenimiento y reparación de las máquinas. El proceso me ayudó a observar cómo surgían mis apegos al miedo, a la búsqueda de consuelo y otras tantas mentalidades humanas.
He mantenido muy pocos pensamientos negativos en mi mente durante todos estos años que he estado aclarando la verdad. Especialmente durante mis primeros años de mi cultivación, en todo lo que pensaba era en cómo salvar a más personas. Aclaraba la verdad a quienquiera que conocía y lograba que hicieran los tres renuncias. Nunca me dio miedo acometer esta tarea.
Trato de mantener mis pensamientos y acciones en conformidad con el Fa en todo momento, y cumplir con lo que Shifu requiere que hagamos. Mi camino de cultivación ha sido fluido y seguro. Por supuesto, todavía quedan muchas más personas que puedo salvar y por eso continuaré con mis esfuerzos. Que florecieran más de cuarenta flores de Udumbara en mi casa, me anima a continuar con esta noble misión.