(Minghui.org) Wangzhuang es un pueblo pequeño del municipio de Chengde, provincia de Hebei. Desde que el partido comunista chino (PCCh), liderado por Jiang Zemin, comenzó la brutal campaña de persecución contra Falun Dafa en julio de 1999, los practicantes en la provincia de Hebei han sufrido tremendamente.
La Sra. Xu Suxia, que vive en Wangzhuang, es una de esas personas que sufrió la persecución. Recientemente envió un artículo al sitio web Minghui.org, contando sus experiencias.
Xu Suxia comenzó a practicar Falun Dafa, un sistema espiritual basado en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, en julio de 1998. Padecía enfermedades, pero una vez que comenzó la práctica, su salud física mejoró rápidamente e incluso su mente se volvió más lúcida y abierta.
Después de que comenzó la persecución a Falun Gong, la arrestaron y retuvieron ilegalmente hasta en cuatro ocasiones diferentes, entre las que se cuenta una detención de 18 meses en un campo de trabajo forzado, y otra de cuatro meses en una instalación de lavado de cerebro del PCCh. Durante casi 20 años, ha sido acosada sin descanso por la policía y los funcionarios locales, por mantenerse fiel a sus creencias.
Esta es su historia:
Tres arrestos en dos años
Me arrestaron por primera vez el 20 de julio de 2000 y me obligaron a asistir a una sesión de lavado de cerebro organizada por funcionarios locales. Nos retuvieron a otros practicantes y a mí en un sótano húmedo, donde nos obligaron a dormir en el suelo. Al ver las telas de araña que cubrían las paredes y los insectos que se arrastraban por el suelo, sugerí que hiciéramos una meditación grupal. Poco después de que comenzáramos, avisaron al administrador de la aldea. Este nos envió a un centro de detención local para dar cumplimiento a una detención de 15 días.
Después de mi liberación, continué practicando Falun Dafa. En diciembre viajé con otros dos practicantes a Beijing para apelar al gobierno. Allí me arrestaron por segunda vez.
Primero me llevaron de regreso a mi ciudad natal, donde me detuvieron durante siete días, antes de trasladarme al centro de detención de Chengde. En Chengde, me obligaron a sostenerme sobre una pierna en la nieve, mientras los guardias me abofeteaban, me golpeaban con porras de goma y vertían agua fría sobre mi. Más tarde me ataron y me alimentaron a la fuerza a través de un tubo.
Después de mantenerme bajo detención más de 50 días, y extorsionarme 3.000 yuanes, me liberaron el 6 de febrero de 2001.
La tercera vez que me arrestaron fue el 5 de abril de 2002. Los oficiales del departamento de policía minera de Yingzi y de la policía local registraron mi hogar y confiscaron mis materiales con información sobre Falun Gong. Luego, me llevaron a la estación de policía para interrogarme.
Me negué a decirles de dónde procedían los materiales, así que me enviaron de vuelta a Chengde. Después de presenciar que cuatro practicantes de Falun Dafa eran víctimas de una tortura salvaje, me declaré en huelga de hambre en señal de protesta. Sin embargo, los guardias en el centro de detención me detuvieron y me alimentaron a la fuerza a través de un tubo, durante 10 días.
Dos meses después, me sentenciaron a trabajos forzados, por negarme a renunciar a mi fe.
Tortura brutal en un campo de trabajo
El 6 de junio de 2002, me trasladaron al campo de trabajo de Gaoyang. La descripción detallada de la tortura que sufrí quedó reflejada en un informe anterior. A continuación, me gustaría resaltar algunos de los métodos de tortura de los que fuimos víctimas los practicantes.
En Gaoyang, los guardias golpeaban a los practicantes con frecuencia. Empezaron conmigo en cuanto llegué. Una capitana de las guardias me llevó a una pequeña habitación. Recuerdo su nombre: Ye Shuxian.
Cuando vio que no renunciaría a mi creencia en Falun Gong, me abofeteó y me golpeó con zapatos. Pisó con fuerza mis pies descalzos, con sus botas de cuero. Varias guardias me pellizcaron con fuerza, me propinaron patadas y puñetazos. Las palizas duraron hasta bien entrada la noche. Mi cara se hinchó y se deformó tanto que era incapaz de ver nada.
Las descargas eléctricas es otro método que usan las guardias para torturar. Me lo aplicó una guardia (llamada "Li") el mismo día que llegué al campo. El 22 de junio, otra guardia (de apellido Liang) me esposó y le pidió a una reclusa que me golpeara con picanas eléctricas. Esto se prolongó durante una hora. Cuando finalmente se detuvieron, mis manos y mis pies estaban recubiertos de ampollas que rezumaban un líquido de color amarillo.
En noviembre de 2002, cuando el PCCh celebraba su 16.º congreso nacional en Beijing, dos guardias, cada una armada con una picana eléctrica, me aplicaron descargas durante más de dos horas seguidas. Algunos días después, tres guardias pertrechadas con picanas eléctricas me aplicaron descargas, simultáneamente, hasta que me desplomé en el suelo, entre violentas convulsiones. Pero aun así, no renuncié a mi fe.
Una noche de invierno, las guardias me llevaron cerca de un río y esposaron mis brazos alrededor de un árbol. "¿Seguirás practicando Falun Gong?", preguntaron. "Sí, les dije. Así que me dejaron allí más de cinco horas. Hacía mucho frío. Cuando finalmente regresaron, no podía caminar, debido al frío y a las horas que había pasado de pie esposada al árbol. Más tarde escuché que otros practicantes del campo también habían sufrido la misma tortura ese día.
La privación del sueño es otro método que usan con frecuencia. El 4 de mayo de 2003, las guardias me llevaron a una habitación, donde se turnaron para impedirme practicar y no permitirme dormir. Cada vez que cerraba los ojos, las guardias me golpeaban.
Para protestar por la tremenda tortura física y mental, a veces gritaba: "¡Falun Dafa es bueno!". Cuando hice esto una mañana en abril de 2003, una reclusa se acercó y me tapó la boca, mientras una de las guardias comenzó a golpearme. Luego la capitana Ye entró y me esposó a una tubería. Otra guardia y ella me golpearon y patearon durante toda la mañana. Por un tiempo, esto se convirtió en algo cotidiano.
Un día, funcionarios de otras ciudades vinieron a recorrer el campo de trabajo. Los vi y grité en voz alta: "¡Falun Dafa es bueno!". Una guardia reaccionó violentamente y comenzó a darme una descarga con una picana eléctrica, mientras que otra guardia me daba patadas en la cara y puñetazos. Esta brutalidad duró seis horas. Me dejaron la cara completamente hinchada.
Aunque estaba programado que me liberaran a fines de diciembre de 2003, me retuvieron 15 días más, hasta el 14 de enero de 2004.
Cuatro meses en un centro de lavado de cerebro
Después de que me liberaran de Gaoyang, la policía local me acosaba constantemente y, el 16 de mayo de 2004, volvieron a arrestarme. Esta vez me enviaron a un centro de lavado de cerebro en la ciudad de Chengde, donde me retuvieron durante cuatro meses. Las guardias me alimentaron a la fuerza y me golpearon brutalmente.
Después de salir del centro de lavado de cerebro, continuó el acoso de la policía local y los funcionarios. Antes de los Juegos Olímpicos celebrados en China en 2008, dos agentes de la policía vinieron a mi casa y me quitaron mi tarjeta de identificación para evitar que fuera a Beijing a apelar en contra de la persecución.
En enero de 2010, los oficiales de policía vinieron a mi casa varias veces y se llevaron mi libro de Falun Gong (logré recuperarlo más tarde). Agentes de la oficina 610 local me visitaron en junio de 2012 e intentaron, sin éxito, presionarme para que escribiera una declaración y que renunciara a mi creencia.
Nunca renunciaré a mi fe en Falun Dafa.
Informes relacionados:
La Sra. Xu Suxia fue torturada en el campo de labor de Gaoyang en la provincia de Hebei durante años