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Exfuncionaria del PCCh muere después de dos décadas de persecución por su fe

Nov. 13, 2019 |   Por un corresponsal de Minghui en la provincia de Hebei, China

(Minghui.org) Recientemente Minghui.org confirmó que una residente de la ciudad de Qian'an, provincia de Hebei, falleció el 8 de enero de 2019, después de sufrir dos décadas de persecución por su fe en Falun Gong. Tenía 78 años.

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde julio de 1999.

A la Sra. Fan Huiying, ex vicepresidenta de la conferencia consultiva política del pueblo chino de la ciudad de Qian'an, provincia de Hebei, se le confiscó su documento de identidad en julio de 1999, apenas unos días después de que comenzara la persecución. Más tarde fue arrestada varias veces por practicar Falun Gong y casi muere al ser torturada con alimentación forzada.

Los dos hijos mayores de la Sra. Fan viven en el extranjero. La invitaron a visitarlos en el extranjero, pero su solicitud de pasaporte fue denegada debido a su fe. Su pensión y otros beneficios adicionales fueron suspendidos en febrero de 2001 y nunca fueron restituidos. La cantidad retenida ascendió a un millón de yuanes.

Cuando la Sra. Fan se debilitó demasiado como para cuidar de sí misma como resultado de la persecución, sus hijos contrataron a dos empleadas domésticas para que la ayudaran. Como a su madre no se le permitió reunirse con ellos en el extranjero, tuvieron que volver a China para visitarla tan a menudo como pudieron. La situación los puso bajo una enorme presión mental y financiera.

El sufrimiento de la Sra. Fan es solo uno de los millones de casos de persecución contra practicantes de Falun Gong en China. El siguiente es su propio relato dado en abril de 2015 de su experiencia con la práctica de Falun Gong, y de lo que ella atravesó durante la persecución.

Mis dolencias desaparecen después de que empiezo a practicar Falun Gong

Solía sufrir de muchas enfermedades, incluyendo gastritis severa, colitis crónica y nefritis. Ningún tratamiento médico funcionaba y mis condiciones empeoraban. Mi vida era una tortura.

Tuve la suerte de que me presentaran a Falun Gong en 1997. Poco después, las enfermedades que me habían estado torturando durante más de 20 años desaparecieron y sentí que me habían dado una nueva vida.

Debido a que me negué a abandonar Falun Gong después del comienzo de la persecución, fui acosada repetidamente y mi casa fue saqueada en numerosas ocasiones entre 2001 y 2004.

Me llevaron a sesiones de lavado de cerebro y me encerraron en centros de detención. Me humillaron y me maltrataron. Los guardias me alimentaron a la fuerza tres veces y casi me muero.

Torturada en un centro de lavado de cerebro

A mediados de enero de 2001, el director de mi lugar de trabajo me preguntó si todavía practicaba Falun Gong. Después de decir que sí, me enviaron a un centro de lavado de cerebro. No se me permitió salir ni recibir visitas familiares. Por la noche, nos dejaban encerrados en una habitación y no se nos permitía usar el baño.

Los guardias cobraron 1.000 yuanes a cada prácticante para cubrir el costo de los alimentos, pero nunca nos proporcionaron alimentos suficientes. Nos golpeaban y abusaban verbalmente constantemente, o nos abofeteaban a su antojo.

Nos vimos obligados a hacer "entrenamiento militar", incluyendo correr durante largas horas con sacos de arena en la espalda, quedarnos quietos o en cuclillas por largos períodos de tiempo.

Cuando nuestras piernas se hincharon y tuvimos dificultades para caminar, levantaban nuestros pies y nos obligaban a arrastrarnos por el suelo con las manos. Lo llamaban "empujar un carro".

Alimentada forzadamente en el centro de detención

Después de un mes de tortura en el centro de lavado de cerebro, me llevaron al centro de detención de Qian'an alrededor del Año Nuevo Chino, con el cargo de "perturbar la estabilidad social", un pretexto común usado contra los practicantes de Falun Gong en China.

Hacía mucho frío y nevaba. Los guardias me quitaron la ropa y los zapatos de abrigo y no me dieron ninguna manta para dormir. Con temperaturas de congelación en el norte de China yo temblé cada noche.

En el verano, como el centro de detención estaba abarrotado, nos vimos obligadas a dormir en el suelo. Mi cabeza estaba junto al inodoro y mis brazos estaban cubiertos de picaduras de mosquitos.

El subdirector del centro de detención una vez me golpeó en el dorso de las manos con la suela de un zapato de plástico. Mis manos se hincharon y se volvieron negras y azules. También me esposó a la ventana del pasillo durante días. No podía ducharme ni cambiarme de ropa.

Me declaré en huelga de hambre para protestar por la detención arbitraria y fui alimentada a la fuerza tres veces.

En mayo de 2001, al octavo día de mi huelga de hambre, los guardias del centro de detención decidieron alimentarme a la fuerza. Ocho policías armados me sujetaron en una tabla de madera. Cuatro médicos me insertaron un tubo en el estómago a través de la fosa nasal y lo dejaron allí durante la noche. Fue muy doloroso.

Me obligaron a comer de nuevo dos meses después. Como la primera vez, fui retenida por varios policías armados. Retorcí mi cuerpo para resistir y vomité todo lo que se me metió en el estómago. Me debilité mucho y la policía, temiendo que muriese en el centro de detención, me liberó.

Me picaba la garganta y seguía tosiendo, sintiéndome muy débil en todas partes.

Veinte días después, la policía vino y me llevó de vuelta al centro de detención.

En octubre de 2001, la policía instigó a mujeres delincuentes a registrar a los practicantes de Falun Gong. Muchas de nosotras fuimos arrastradas y golpeadas. Comenzamos otra ronda de huelga de hambre.

En la noche del octavo día de nuestra huelga de hambre, dos reclusos varones me arrastraron. Uno de ellos dijo: "Esta anciana ni siquiera pesa 30 kilos (yo medía 1,66 de estatura)".

Me dejaron en una tabla de madera y dos médicos me abrieron la boca con unas pinzas. Me cortaron los labios y se me aflojaron los dientes. Esta vez querían insertar el tubo a través de mi boca, pero apreté los dientes con fuerza y no pudieron abrir la boca. Así que volvieron a insertar el tubo a través de mi fosa nasal.

Por alguna razón, esta vez no pudieron introducir el tubo en mi estómago, así que empujaron el tubo en mi fosa nasal derecha al azar. Era extremadamente doloroso y me salía sangre oscura por la nariz. Me estaba muriendo.

En la noche del noveno día de mi huelga de hambre, fui liberada porque los guardias estaban preocupados de que pudiera morir en el centro de detención.

Persecución financiera

Después de regresar a casa, la policía siguió acosándome y registró mi casa en numerosas ocasiones. También fueron a Beijing dos veces para acosar a la familia de mi hijo, lo que finalmente lo obligó a dejar su trabajo y mudarse al extranjero.

En 2007, en el segundo día del XVII congreso nacional del PCCh, fui arrestada de nuevo y detenida durante 25 días. La policía confiscó mi computadora, mi libro de Falun Gong y otras pertenencias.

Como mi pensión había sido suspendida desde febrero de 2001, me encontré con Lei Qin, el presidente de la conferencia consultiva política de la ciudad de Qian'an y exigí que me restituyeran mi pensión. Me hicieron dar vueltas entre las diferentes agencias, pero aún así no pude recuperar mi pensión.

Presenté quejas al gobierno central y a la procuraduría suprema de Beijing, pero aun así fue en vano.