(Minghui.org) Eliminar el apego a uno mismo es algo que todos los practicantes de Falun Dafa deberíamos hacer. Las diversas formas en que se manifiesta el apego a uno mismo se pueden observar a lo largo de nuestra cultivación, pero son particularmente difíciles de eliminar.
El “yo” del que hablamos aquí está formado por nociones adquiridas —apegos humanos y yeli. No es nuestra naturaleza innata o nuestro “verdadero ser” como el que se menciona en la enseñanza del Fa en Exponiendo el Fa en Sidney. En otras palabras, este “yo” es una entidad viva, modelada por nuestras emociones.
La mayor parte del tiempo, vivimos para nuestro “yo construido” que nos dicta cómo vivir nuestras vidas.
El Maestro dijo sobre el “yo”:
“A raíz de su egoísmo y despecho personal, se queja que no le tratan justamente” (Grado de conciencia, Escrituras esenciales para mayor avance).
El Maestro también señaló que es una parte demoníaca nuestra de la que debemos deshacernos. Es muy dominante en todos nosotros y su presencia se siente intensamente al comienzo de nuestros caminos de cultivación. Si no fuéramos cultivadores y si no fuera por la ayuda del Maestro, sería muy difícil para nosotros domesticar a este “yo”.
El “yo” se alimenta de nuestras emociones, puede volverse una parte nuestra indispensable, ocultarse profundamente y convertirse en un mecanismo de autoprotección. Es inherentemente egoísta y se opone a los principios del Fa “Verdad-Benevolencia-Tolerancia”.
Se fortalece y crece si no estamos atentos a nuestra cultivación. Cuanto más fuerte se torna, más tendemos a protegerlo por temor a ser atacados.
Cuando el “yo” está inseguro o tiene temor de ser herido o de perder intereses mundanos, genera miedo en nosotros.
El Maestro dijo:
“...el miedo o la falta de él prueba la humanidad o divinidad [de uno], y es lo que diferencia a un cultivador de la gente común. Es algo que un cultivador debe enfrentar, y el apego humano más grande que un cultivador debe eliminar” (Estudiar bien el Fa, y dejar los apegos no es difícil, Escrituras esenciales para mayor avance (III)).
Mi entendimiento es que nuestro miedo viene de este “yo” y no de nuestro ser original o de nuestras partes cultivadas. Si dejamos de darle cabida a nuestro miedo, el “yo” se irá debilitando gradualmente. Para mí, este es el mayor y más difícil obstáculo que necesitamos vencer.
Cuanto más logros hayamos alcanzado en la sociedad común o cuanta más autoridad ostentemos en nuestro hogar, más fácil es que nuestro “yo” se fortalezca. Nuestro engreimiento exige que las cosas se hagan a nuestro modo, pero esto solo contribuye a nuestro yeli y a nuestros apegos emocionales.
El “yo” cree que sus deseos no pueden ser rechazados porque eso amenazaría su existencia, así que lucha con uñas y dientes para protegerse. En esta feroz batalla por su autopreservación no hay precio que no esté dispuesto a pagar, incluso la muerte del cuerpo físico.
Cuando nuestro “yo” es desafiado, nos sentimos infelices; el “yo” está librando una batalla de vida o muerte. Cada vez que cedemos ante un apego humano, estamos propiciando el crecimiento del “yo”. Con el tiempo, esto se puede tornar imparable. Su control sobre nosotros solo se vuelve obvio cuando el Maestro considera que es tiempo de que lo eliminemos.
El “yo” es muy astuto y a veces cubre un apego con otro. Cuando un gran apego es descubierto, puede recurrir a uno más pequeño y usarlo como escudo o chivo expiatorio para protegerse.
Los apegos humanos son una manifestación del “yo”. Nuestras tendencias a ostentar, a presumir sobre pequeños logros, a sentir celos y a pelear avivan al “yo”.
Parte de lo que constituye al “yo” es el yeli, tanto el yeli de pensamiento como de enfermedad.
Tal como el veneno, el yeli termina causando daño. Cuando es momento de disolver el yeli, el Maestro lo traerá a la superficie para que lo veamos. Por supuesto que nosotros queremos deshacernos completamente de él, pero el yeli de enfermedad, en cambio, nos hace buscar atención médica y así tener una chance de sobrevivir. El yeli nos engaña para que busquemos una cura a través de medios convencionales, en vez de seguir las enseñanzas de Falun Dafa. Por lo tanto, en vez de ser destruido, el yeli nos tiene atrapados en sus garras y gradualmente va minando nuestra fe en el Maestro y en Dafa.
El “yo” le teme a la muerte, mientras que nuestro verdadero ser no. Este “yo” se alimenta del reconocimiento a niveles superficiales. Nos hace proyectar una imagen de cuán bien nos estamos cultivando, en lugar de trabajar seriamente en elevarnos. Buscamos reconocimiento, fama y ganancias materiales, y cuando somos exitosos, nuestro egotista “yo” sigue creciendo y fortaleciéndose.
El “yo” está particularmente arraigado en alguien con influencia o autoridad dentro de un grupo u organización. Este asunto ha sido ampliamente discutido en muchos artículos de Minghui escritos por practicantes que se desempeñan como coordinadores.
Dentro de nuestra comunidad de cultivación, al “yo” le gusta formar camarillas o pequeños grupos porque se siente más seguro así. Estos existen para chismorrear, menospreciar a otros, y evitar que los profundamente arraigados apegos humanos sean expuestos. Esto puede llevar a divisiones entre los practicantes.
A medida que vamos acercándonos al final de nuestros caminos de cultivación, nuestro deseo de ocio también está engastado en el “yo”. Nos hace evitar dificultades inconscientemente, nos engatusa para abandonar los verdaderos principios del universo que establecen que los seres humanos deben sufrir para pagar el yeli. El deseo de una vida ociosa y confortable es a veces difícil de detectar porque se ha transformado en una segunda naturaleza para nosotros. Sin embargo, funciona como un veneno que actúa lentamente, devorándose nuestra voluntad de cultivarnos en tanto que, a su vez, el yeli acumulado fortalece a este “yo”.
Que parezcamos amables y compasivos depende de cuán fuerte sea nuestro “yo”. Cuando progresamos rápido en nuestra cultivación en Falun Dafa, y una parte de nosotros alcanza el estándar requerido, esta parte es separada. Por lo tanto, puede ocurrir que no seamos tan compasivos como antes. Creo que cuanto más debilitado está el “yo”, más compasivos seremos.
Sin embargo, he notado una tendencia preocupante. Hay poco intercambio y discusión entre los practicantes, particularmente luego de estudiar juntos el Fa. Algunos practicantes están preocupados por su privacidad, mientras otros se preocupan de ser juzgados. Incluso cuando hay intercambio, suele ser superficial.
La división entre practicantes es causada principalmente por el “yo” protector en nosotros. Por supuesto que hay otros factores involucrados, tales como el hecho de que hay practicantes que vienen de diferentes culturas y orígenes, y la posibilidad de que haya espías trabajando entre nosotros.
Cuando los practicantes no trabajan juntos como un solo cuerpo, la concurrencia a los grupos de estudio del Fa y a los sitios de práctica disminuye, y el ambiente de cultivación empeora para todos. Considero que todos deberíamos ser sinceros, y contribuir a un mejor ambiente de cultivación para todos.
Cuando el “yo” no logra la satisfacción que ansía, puede sentirse deprimido. El ritmo lento de la rectificación del Fa, la falta de apoyo a nuestros puntos de vista, o el no obtener resultados en las actividades de esclarecimiento de la verdad tan buenos como los de otro practicante pueden tornarse en causas para sentirse deprimido. Podemos fácilmente perder nuestra motivación porque nuestros deseos humanos no son satisfechos.
Cuando el “yo” es desafiado podemos volvernos emocionales y esto puede llevar a errores innecesarios. El Maestro quiere que validemos el Fa con sabiduría. Mi entendimiento personal sobre “validar el Fa con sabiduría” es cometer la menor cantidad posible de errores mientras se logra un gran impacto. Cuando el “yo” es fuerte, nuestros pensamientos rectos tienden a ser más débiles y nuestra sabiduría disminuye. Esto crea una brecha perfecta para ser usada por las viejas fuerzas y así socavar nuestros esfuerzos por salvar gente.
Cuanto más nos acercamos al final de nuestros caminos de cultivación, más debemos prestar atención a los detalles pequeños. Necesitamos ser conscientes de cada uno de nuestros pensamientos y estar atentos para deshacernos de cualquier apego humano que detectemos, sin importar cuán trivial parezca. Algo pequeño puede ser el reflejo de un apego mucho más grande.
Hay dos formas en las que podemos librarnos del “yo”, según mi entendimiento.
Una es trabajar en nuestros propios apegos emocionales y deseos de fama y beneficios materiales. Hacer todo el esfuerzo posible para dejar al descubierto esos profundamente arraigados apegos.
La otra forma es mirar siempre los conflictos desde la perspectiva de la otra persona involucrada. Para refrenar a este “yo”, debemos poner a los demás en primer lugar. Cuando somos verdaderamente humildes podemos ver los aspectos positivos de los otros y, entonces, podemos ser los seres más determinados, tolerantes y compasivos.