(Minghui.org) Una mujer en la ciudad de Harbin, provincia de Heilongjiang, fue sentenciada a cuatro años, poco después de ser arrestada por escribir cartas al jefe de policía de su localidad , exhortándolo a no participar en la persecución a Falun Gong, una disciplina espiritual que ha sido perseguida por el régimen comunista chino desde 1999.
Después de ser liberada el 10 de septiembre de 2019, la Sra. Wang Wenjuan nos contó cómo fue torturada en prisión.
Dos arrestos en menos de dos meses
El 15 de julio de 2015, mi hermana menor, la Sra. Wang Wenjing, mi madre, la Sra. Cheng Yanping, y yo, presentamos denuncias penales en contra Jiang Zemin, el ex jefe del régimen comunista chino, por iniciar la persecución a Falun Gong en 1999.
La policía nos arrestó el 22 de julio de 2015. Saquearon mi casa y confiscaron mis libros de Falun Gong, mis computadoras y otras pertenencias personales.
Aunque mi madre fue liberada poco después, mi hermana y yo estuvimos detenidas otros 15 días.
A finales de agosto, regresé a la estación de policía de Dongfeng y le entregué dos cartas al jefe de policía, esperando que él y sus oficiales pudieran entender qué es Falun Gong y por qué la persecución es ilegal. También lo exhortaba a devolver los artículos que la policía me había confiscado.
Por esas cartas, fui arrestada el 10 de septiembre de 2015 otra vez.
En el centro de detención No. 2 de la ciudad de Harbin, las guardias ordenaron a las reclusas que me registraran exhaustivamente. La jefa de la celda, Tiantian, asignó a una reclusa para vigilarme y dijo: "Puedes golpearla y abofetearla si cruza las piernas o cierra los ojos".
Las guardias también me ordenaron recitar las reglas de la prisión. Me rehusé a obedecer y me obligaron a hacer sentadillas durante horas y me privaron de sueño.
Las guardias me restringieron el tiempo para usar el baño. Solo me dieron tres minutos para evacuar y un minuto para orinar. Las reclusas me veían evacuar y me sacaban de la letrina cuando el tiempo se cumplía. No pude defecar durante casi dos semanas por el estrés.
En noviembre 19 fui juzgada en el tribunal de distrito de Shuangcheng y sentenciada a cuatro años en diciembre 29 de 2015.
Apelé el veredicto ante el tribunal intermedio de Harbin. Dos jueces de la corte de apelaciones me visitaron tres meses después y me pidieron que abandonara la apelación.
“Es inútil que apeles. De todas maneras sostendremos la sentencia. Simplemente estás desperdiciando tu dinero”, dijeron ellos.
"Pero es una sentencia ilegal", respondí.
"No hay nada que podamos hacer. Esa es la regla en todos los casos de Falun Gong”.
Tras el rechazo de mi apelación, me enviaron a la prisión de mujeres de Heilongjiang.
Distintas guardias me llevaron a una habitación oscura sin cámara de vigilancia y me interrogaban. Me golpeaban cuando me negaba a responder sus preguntas.
Como me negué a escribir declaraciones para renunciar a Falun Gong, cuatro reclusas me vigilaban día y noche. Me obligaban a sentarme en un pequeño taburete sin moverme de 5 a.m. a 9 p.m. y me golpeaban si cerraba los ojos, me quedaba dormida o me inclinaba hacia adelante.
Comencé a presentar tensión arterial alta y ritmo cardiaco irregular.
Antes de ser liberada, me obligaron a firmar una declaración, escrita previamente, renunciando a Falun Gong y a copiar un informe calumniando a Falun Gong, contra mi voluntad.