(Minghui.org) Después de mudarme a un nuevo hogar, con otra practicante sugerimos formar un grupo de estudio del Fa en su casa. Accedí. Estábamos muy cerca una de la otra, pero nos topamos con un conflicto después de un tiempo. Cuando terminamos de estudiar el Fa una tarde, dije: “Siempre usé un cinturón para ser capaz de sentarme en la posición de doble loto”. Ella me dijo enojada de que yo no era diligente. Luego, mencionó todos los problemas por los que yo había pasado hace muchos años. Al final, dijo que yo había provocado todo esto cuando estaba de mal humor.
Pensé en la enseñanza del Maestro:
“Todos los corazones de apego, siempre que los tengas, tienen que ser molidos y desechados en todo tipo de ambientes. Se te hace tropezar, y desde dentro de esto te iluminas al Dao; el xiulian transcurre simplemente de esta manera” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Me dejé llevar por el entusiasmo excesivo y sólo me di cuenta de ello cuando esa practicante me acusó. Ella se disculpó y dijo: "Lo siento, hoy te regañé demasiado". Le dije que no había problema.
En el camino a casa, malos pensamientos surgieron en mi mente, y traté de encontrar excusas. Me dije a mi misma de que tenía que reprimir estos pensamientos.
Recordé el Fa del Maestro:
“Si te encuentras con fuertes discusiones, no contiendas con palabras de pelea
Buscar la causa hacia adentro es xiulian
Mientras más se piensa en explicar, más pesa el corazón
Magnánimamente, sin apegos, aparece la visión clara”
(No contender, Hong Yin)
“Cultivador practicante
Busca tú mismo los errores
Elimina todo tipo de corazones humanos
No te quedes atrás en grandes pruebas, pequeñas pruebas, no pienses en caer
El que tiene la razón es él
El que está equivocado soy yo
¿Por qué contienden?”
(Quién tiene razón, quién no, de Hong Yin)
Entendí que todos los conflictos son sobre principios en el mundo humano. Ella estaba sufriendo, y yo me sentía entusiasta. Debería también sentir el dolor de mi compañera practicante.
En los días siguientes, quise estudiar sola en casa para así evitar conflictos. Sin embargo, no estuve de acuerdo con esa noción, ya que esta quería que abandonara el ambiente de estudio en grupo. Pensé: "Quieres separarnos. No voy a escucharte. Voy a ir".
Cuando fui la semana siguiente, ella me dio la bienvenida en la entrada del edificio. Ella dijo que había bajado para sacar la basura y decidió esperarme. Entendí por completo. Sonreí y subimos juntas.
Otra vez cuando fui para el estudio en grupo, nadie respondió después de que tocara tres veces el timbre. Pensé en volver a casa, tal vez le había surgido un imprevisto. Pero mis malos recuerdos de ella vinieron a mi mente. Recordé una escena de hace diez años en la que habíamos acordado reunirnos y distribuir folletos de aclaración de la verdad, pero luego empezó a llover. Esperé en la parada del autobús durante más de media hora. El conflicto parecía abrir una brecha entre nosotras. Sin embargo, rechacé estos pensamientos negativos.
En mi viaje de regreso a casa en autobús, oí al conductor decirle a una chica que volviera a pasar su tarjeta de transporte. Ella regresó, volvió a pasar su tarjeta y se dirigió a la mitad del autobús. El conductor le dijo de nuevo que volviera a pasar la tarjeta. Parecía como si la chica no lo hubiera oído. Cuando otros a su alrededor le dijeron que volviera a pasar la tarjeta, ella regresó y la volvió a pasar por el escáner una vez más. El malentendido se resolvió cuando vimos que tenía una tarjeta para discapacitados: era sorda. Comprendí que el Maestro me había hecho presenciar esta escena para ayudarme a eliminar la sospecha y el resentimiento de las acciones de los demás. También me ayudó a ser más generosa y paciente.
La semana siguiente, fui a la casa de la compañera practicante nuevamente. Ella me preguntó: “¿Te sucedió algo la semana pasada? No viniste”. Cuando le conté que había tocado el timbre tres veces, se vio confundida.
Más tarde, sucedió de nuevo: nadie respondió el timbre. Aprendí la lección y le pregunté a una señora que por casualidad bajaba las escaleras en ese momento que me ayudara a pasar la tarjeta. Dijo que su casa estaba en el piso 14 y que el ascensor sólo me llevaría a ese piso. Dije que estaba bien y subí las escaleras el resto del camino hasta el piso 29. Llamé a su puerta y nadie respondió. Pensé que no estaba en casa y bajé las escaleras.
Fuera del edificio, vi a otro practicante que vivía cerca. Estaba mirando a su alrededor con ansiedad. Cuando me vio, se acercó y se disculpó por llegar 10 minutos tarde. Resultó que la anfitriona del grupo de estudio Fa había tenido que irse para ayudar a su padre, y ella me había dejado la tarjeta de la puerta y la llave de la casa en la casa de ese practicante para que yo no viniera en vano.
Subimos las escaleras para estudiar el Fa. Vi que la anfitriona había puesto los libros de Dafa en una pequeña caja y había dejado un pequeño reloj despertador al lado de esta. Ella era muy considerada. Tal como antes, estuve agradecida y admiré a la practicante por crear el ambiente del estudio del Fa. Si hubiera regresado a casa después de que nadie respondiera el timbre, hubiera perdido la oportunidad de entender más sobre la practicante.
El Maestro dijo:
“Espero que todos se atesoren a sí mismos, atesoren a los demás y atesoren vuestro ambiente” (Que es un Dafa dizi).
Aquí, quiero recordarle a compañeros practicantes: “No permitan interferencias externas para crear brechas entre nosotros. Es más fácil resolver problemas que atar un nudo. Como el Maestro dijo: “Es como cuando sale un puño -es fuerte cuando todos están apretados” (Enseñando el Fa en el Fahui internacional de Gran Nueva York 2009).
Ojalá podamos cooperar entre nosotros para ayudar al Maestro a salvar a más gente.