(Minghui.org) Antes de que comenzara la persecución en 1999, la vecina de mi abuela tenía un sitio de práctica de Falun Dafa en su casa. Mi tía era practicante, y una vez me llevó allí cuando yo tenía seis años. Un recuerdo de esa visita sobresale claramente en mi mente: Estaban reproduciendo en video una de las conferencias del Maestro Li, y el fondo azul y la imagen del Maestro es algo que recordaré para siempre. Esa fue la primera vez que vi al Maestro.
Es una pena que no me convirtiera en un practicante de Dafa. A menudo pienso que hubiera sido bueno para mí si hubiese comenzado a practicar la cultivación en aquel entonces; podría haber evitado algunos de los malos hábitos que formé en la sociedad común. Afortunadamente, me convertí en un verdadero cultivador de Dafa en 2008, cuando estaba en mí segundo año de la escuela secundaria.
Mi sentimiento inicial al obtener el Fa fue de un inmenso honor. Sentí que ninguna fuerza me impediría cultivarme diligentemente. En ese entonces no sabía nada de cultivación; lo único que sabía hacer bien era estudiar Zhuan Falun. Cuando llegué a la parte en la que el Maestro habló de los cinco ejercicios, me di cuenta de que no sabía cómo hacerlos. Inmediatamente fui a la casa de mi abuela y hablé con un coordinador asistente.
Al día siguiente me apresuré a ir a la casa del coordinador. No estaban en casa, así que me senté afuera y esperé. Era un día de otoño, y empezó a llover. Me mantuve bajo el estrecho umbral de la puerta del practicante mientras miraba las hojas y las gotas de lluvia en el viento, inconscientemente comencé a sonreír. La felicidad que sentí fue maravillosa e inolvidable. Ese mediodía, vi un video del Maestro en el que estaba enseñando los ejercicios. Más tarde, también empecé a comprender que, se requiere de hacer bien las cosas que Shifu pide que haga un practicante.
Debido a que era un nuevo cultivador, no me preocupé por nada. Lo único en lo que pensaba era en cultivarme bien y seguir de acuerdo con la voluntad del Maestro. Durante toda la semana esperaba con ansias el fin de semana para el estudio del Fa en grupo.
Sin embargo, con el paso del tiempo, empecé a aflojar lentamente. Ocurrió inconscientemente, y ni siquiera supe cuándo comencé. La alegría inicial de empezar a practicar Dafa se fue disipando poco a poco. Encontré excusas para no estudiar el Fa o no hacer los ejercicios, y también dejé de salir a aclarar la verdad a la gente. A veces reunía el valor para acercarme a mis compañeros de clase y hablarles de la persecución. Sin embargo, al no tener suficientes pensamientos rectos, fui incapaz de ayudarlos a abandonar el partido comunista chino. Me convencí de que no estaba preparado para esclarecer la verdad, y lo pospuse hasta que hubiese estudiado el Fa lo suficiente.
Sin embargo, nunca tuve tiempo de estudiar el Fa. Los fines de semana, encontraba diferentes excusas y lo postergaba. Se convirtió en un ciclo vicioso el no estudiar el Fa, no hacer los ejercicios y hacer un mal trabajo al hablar con la gente sobre la persecución.
Además, debido a la falta de estudio del Fa, las cosas que hacía en la sociedad común no iban bien. Cuando estaba en la escuela primaria, era uno de los mejores estudiantes de mi clase. Estudiar me parecía fácil, y me sentía feliz de hacerlo. Después de convertirme en practicante, mis calificaciones subieron aún más, y fui ascendido a líder de la clase. En la secundaria, me enviaron a la mejor academia de investigación del municipio.
En ese tiempo, terminaba mi tarea tan pronto como me la asignaban, y cuando no entendía algo, tomaba la iniciativa de preguntarle al profesor. Sin embargo, después de que empecé a asistir a la escuela secundaria, comencé a relajarme. Gradualmente fui adquiriendo el mal hábito de postergar y evitar el estudio del Fa. Hice grandes planes, pero nunca pude ejecutarlos. Mis notas habían caído a una de las más bajas de la clase.
También consideré que podía sacar buenas notas pensando que el Maestro me ayudaría. Cuando mis notas salieron, nada cambió, y mi comportamiento continuó igual que antes.
Lentamente, comencé a perder la confianza en mis estudios y en mis habilidades. Temía a los nuevos desafíos del conocimiento y a presentarme a las pruebas de competencia, sin embargo, mostraba una actitud arrogante de haber sido una vez un buen estudiante. Me volví susceptible, desconfiado, egocéntrico e inseguro. Estaba celoso de otros estudiantes que trabajaban duro y estaban en la cima de su desempeño, y me convencí de que en realidad era mucho mejor que ellos. No hice nada en todo el día, pero me dije que estaba demasiado ocupado para cultivarme, y que tendría más tiempo una vez que llegara a la universidad.
De ese modo al tener más tiempo libre en la universidad, me uní a varias organizaciones y también fui tutor de algunos estudiantes. Estas fueron oportunidades que el Maestro creó para que yo aclarara la verdad; sin embargo, seguí aplazándolas al preocuparme por esto o aquello. No hice nada significativo durante mis primeros dos años y perdí muchas oportunidades.
Sin embargo, el benevolente Maestro nunca se dio por vencido conmigo. En mi primer año, pude salir del país como estudiante de intercambio. Después de viajar al extranjero, me puse en contacto con practicantes locales. Yo era el tipo de practicante del que hablaba el Maestro:
“Estudiantes que han salido de China, no los estoy criticando a ustedes, la mayoría no lo ha hecho bien en China, tampoco lo hacen muy bien afuera de China” (Fahui de Nueva York 2016).
Como recién había llegado de China, al principio no me avisaron cuando se realizaron actividades relacionadas con Dafa. Sin embargo, algunos practicantes sabían que yo no estaba haciendo los ejercicios, así que me recordaban que tenía que hacerlos diariamente. Esto me hizo sentir mal, pero seguí postergando las cosas.
Creo que las viejas fuerzas habían hecho planes elaborados para frenarme y detenerme.
El Maestro dijo:
“Te digo, esas utilizan este método para desgastarte, desgastar tu fe firme; todos tienen que prestar atención a estos asuntos” (Enseñanza del Fa en el Fahui de la Costa Oeste 2015).
Es realmente así. Las viejas fuerzas están condenadas a terminar en el infierno, así que quieren arrastrar a la gente hacia abajo con ellas.
Un día, de la nada, un practicante se puso en contacto conmigo y me ofreció memorizar el Fa todos los días. Acordamos que nos lo recordaríamos entre nosotros a diario y que no nos perderíamos ni un día. Habiendo estado perdido durante tanto tiempo, estaba demasiado avergonzado para no estar de acuerdo con ello. Así que, aunque me sentía perezoso, memoricé algunos párrafos. Lentamente, a medida que iba memorizando más y más, comprendí cada vez mejor el Fa y empecé a ponerme al día.
Aunque todavía no puedo compararme con los practicantes que realmente son diligentes, estoy trabajando duro para recuperar el tiempo perdido. Memorizo el Fa todos los días y me levanto a las 5 de la mañana para hacer los cinco ejercicios. Al principio, las viejas fuerzas interfirieron haciéndome sentir demasiado somnoliento para no despertarme. Pero eso no me detuvo. Incluso intentaron que mi alarma dejara de funcionar, pero superé este y otros obstáculos, porque el Maestro me estaba fortaleciendo.
Experimenté estar fatigado todo el día cuando no hacía los ejercicios por la mañana, así que decidí no dormir por la noche en absoluto. Si dormía, permanecía en mi escritorio por unas horas. Entonces me desperté e hice los ejercicios una vez que llegó el momento de hacerlo. No estoy seguro de si esto era lo correcto, pero no me atrevía a dormir porque necesitaba hacer los ejercicios. No me sentía cansado durante el día, incluso si no dormía por la noche. También leía artículos de Minghui y hacía folletos de Dafa durante la noche.
En la actualidad, hago las tres cosas lo mejor que puedo, y estoy tratando de ponerme al día con el tiempo que he perdido. La razón por la que estoy escribiendo este artículo es para recordar a los compañeros practicantes que deben estudiar mucho el Fa. Esto asegurará que te mantengas en el camino de la cultivación, y evitará que te desvíes.
Aunque mis experiencias no fueron tan dramáticas como las de los cultivadores que son arrestados y perseguidos, mi pereza casi me arruina. Sabía lo que tenía que hacer, pero era incapaz de actuar. Una vez que mi mente se aclaró, me sentí muy arrepentido. Algunas cosas no se pueden recuperar una vez que se pierden.
Al final, conseguí volver a Dafa y estoy haciendo lo mejor que puedo. No siento ningún resentimiento hacia las viejas fuerzas y no quiero entrometerme en las cosas que el Maestro se niega a reconocer. Solo quiero que mis compañeros cultivadores aprendan de mis errores, actúen de acuerdo con el Fa, caminen por el sendero arreglado para nosotros, y retornemos a nuestro verdadero lugar original junto con el Maestro y los seres conscientes que han sido salvados.