(Minghui.org) Nací en una gran familia con cuatro generaciones de practicantes de Falun Dafa. La persecución a los practicantes comenzó en 1999, un año después de mi nacimiento.
He sido detenido y acosado por la policía a medida que iba creciendo. También he sido testigo de cómo mi familia ha sido perseguida. Ver a la policía me da escalofríos y me hace temblar. He sido testigo de la brutalidad del personal encargado de hacer cumplir la ley en China durante el gobierno del partido comunista chino (PCCh).
Sé que Falun Dafa es bueno y que sus practicantes son buenas personas que no infringen la ley.
Detenido en su infancia
Mi madre fue arrestada cuando yo tenía 15 meses porque se negó a renunciar a Falun Dafa. Me detuvieron junto con ella. Estábamos encerrados en la misma celda con docenas de personas. En ese lugar húmedo y sucio, mi madre dijo que yo tenía mucha fiebre y vomité. Lloré y no comí nada.
Diez días después que nos liberaron, los policías nunca dejaron de venir a nuestro apartamento para acosar a mi familia. Nos prohibieron leer los libros de Falun Dafa y practicar los ejercicios. No podíamos salir del apartamento sin informar primero a la comisaría de policía local, incluso si necesitábamos salir para comprar alimentos. Perdimos nuestra libertad personal.
Un día, cuando tenía tres años, varios policías irrumpieron en nuestra vivienda. Le mintieron a mi madre al decirle que solo necesitaban hablar con ella. Mi madre me llevó con ella a la comisaría. Allí nos encerraron en una habitación y la golpearon. Asustado, lloré y golpeé la pierna del policía. Luego nos separaron. Se rieron de mí mientras gritaba por mi madre.
Lloré durante varias horas hasta que no pude llorar más. Tan pronto como la volví a ver, me aferré a su cuello con fuerza, temiendo que la policía la golpeara y nos separara nuevamente.
Mi madre me dijo después de crecer que, mientras todo esto sucedía, mi abuelo fue encarcelado en un campo de trabajo y mi abuela se vio obligada a dejar su hogar. Se había vuelto indigente al tener que esconderse de la policía.
La familia se ve forzada a quedarse sin hogar
Cuando estaba en primer grado, mis padres me sacaron de la escuela. Recuerdo el día en que nos fuimos con mis abuelos. El abuelo me abrazó y me besó mientras lloraba. A medida que fui creciendo comprendí que teníamos que dejar nuestra casa y convertirnos en personas sin hogar para evitar ser perseguidos.
Desde entonces no hemos vivido en un mismo lugar durante mucho tiempo y, debido a ello, nunca he podido ir a la escuela.
Cuando tenía 9 años en 2006, vivíamos en los suburbios de la ciudad de Changchun. Recuerdo que una noche, cuando estaba profundamente dormido, oí que alguien me susurraba: "¡No digas nada! Viene la policía. Debemos irnos".
Rápidamente me puse mi ropa y me escapé con mi familia. Finalmente nos escondimos en un edificio abandonado que no tenía techo. Estuvimos contra la pared durante mucho tiempo. Tenía frío y estaba cansado, pero sabía que no podía llorar.
Abuela torturada hasta la muerte
La policía se llevó a mi abuelo en repetidas ocasiones. Fue torturado casi hasta la muerte cada vez que fue detenido. Afortunadamente, recuperó su salud practicando los ejercicios de Falun Dafa después de su liberación.
Mi abuela, sin embargo, no sobrevivió a la brutalidad de la persecución y falleció bajo custodia policial.
La peor pesadilla
Lo más aterrador que me sucedió fue cuando tenía once años. Estaba jugando con mi tía en casa cuando un grupo de policías irrumpió en nuestro apartamento. Para protegerme, se paró justo delante de ellos. Unos cinco o seis oficiales comenzaron a golpearla. La empujaron al suelo y le esposaron las manos con fuerza. Estaba aterrorizado y no me atrevía a moverme. La policía saqueó nuestra casa y se llevaron nuestros efectos personales.
Me llevaron a un edificio grande. Algunos dijeron que me venderían por mucho dinero. Los otros, que me darían de comer a los perros. Estaba horrorizado. Un policía tomó un trozo de piña con un cuchillo afilado. Apuntándome con el cuchillo a la cara, dijo: "¡Cómetelo!". Estaba asustado y traté de evitar que su cuchillo me pinchara la cara.
Después me dijeron que si les decía los nombres de mi madre y de mi abuelo, me dejarían ir. Pero no me dejaron ir después de que les diera los nombres. Aprendí que no podía confiar en los policías porque mentían.
Me hicieron sentir horas de horror, como si algo se me hubiera clavado en el corazón, me sentí extremadamente mal durante la detención. Estaba preocupado por mi abuelo y mi madre y estaba muerto de hambre.
No podía hacer otra cosa que llorar todo el tiempo. A las cinco de la tarde, la policía llamó a un pariente nuestro para que nos llevase a mi padre y a mí. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi abuelo había sido arrestado junto con el resto de mi familia.
Cuando regresé a casa con mi padre, nos encontramos con que nuestro apartamento había sido revuelto: ropa y sábanas tiradas, platos rotos, ollas y sartenes tiradas por todas partes, sin embargo, se llevaron nuestros objetos personales de valor y nuestro dinero en efectivo. La policía vertió salsa de soja en nuestra pecera y mató a todos los peces.
Cuando mi abuelo fue finalmente liberado, estaba desnutrido y al borde de la muerte. Apenas podía reconocerlo. Su voz tembló, y sus frases se rompieron. Lloramos juntos.
Por aquel entonces estábamos alojados temporalmente en un albergue de la ciudad de Tongliao, y tres policías de civil nos espiaron desde la habitación del otro lado del pasillo. Aproximadamente una semana después, regresamos a la casa del abuelo en la ciudad de Shulan. Tanto el jefe como el subdirector de la división de seguridad nacional de la oficina de seguridad pública de Tongliao siguieron nuestro autobús. Cuando llegamos a la ciudad de Jilin, le quitaron 40 yuanes a mi padre para pagar la gasolina.
Mi madre es detenida y torturada durante los Juegos Olímpicos de Beijing
Era la época de los Juegos Olímpicos de Beijing. Mi padre y yo fuimos a la oficina de seguridad pública de la ciudad de Tongliao para pedir la liberación de mi madre. Vi en su oficina una bolsa de regalo con mis bocadillos y juguetes favoritos que mi tía me había regalado. Aparentemente los guardias habían tomado mis regalos y se estaban comiendo mis bocadillos. También vi mi juguete favorito, una bola que cambia de color.
Cuando solicitamos el regreso de mi madre, el jefe de la división de seguridad nacional inventó excusas para impedir que entráramos en el recinto. No tuvimos más remedio que esperar fuera de la entrada principal todo el día. Nos dijeron que arrestaron a mi madre durante los Juegos Olímpicos para que no saliera a contarle a la gente sobre la persecución a Falun Dafa.
Durante más de dos meses estuvimos pidiendo reiteradamente su liberación. El jefe de la división de seguridad nacional le dijo a mi padre que si les daba 5.000 yuanes, la soltarían. Finalmente fue liberada después que mi padre les pagara 3.000 yuanes, pero nos enteramos de que había sido torturada y estaba al borde de la muerte. Sabíamos que la liberaron para evitar responsabilidades si moría mientras estaba bajo custodia.
Saquearon la casa nuevamente
Ya no podíamos vivir en la ciudad de Tongliao, ni en Shulan, donde la persecución era aún más severa. Golpearon a mi abuela hasta la muerte y aun así venían a menudo a nuestra casa para acosarnos. Nos fuimos a Changchun, donde mi abuelo alquiló una pequeña casa y comenzó a llevar un pequeño negocio de venta de cajas de almuerzo.
En la noche del 3 de noviembre de 2011, policías de la división de seguridad nacional de la ciudad de Tongliao irrumpieron nuevamente en nuestra casa. Empujaron a mi abuelo y lo esposaron.
Después de eso, comenzaron a saquear nuestra vivienda y se llevaron mi computadora, una cámara y más de 2.000 yuanes en efectivo. Incluso se llevaron el cambio que había guardado en una alcancía. Los vi poner nuestro dinero en sus propios bolsillos. También buscaron nuestra libreta de ahorros. Uno de ellos fue debajo de la cama a buscarla.
Esa fue la segunda vez que vi a la policía robar nuestra casa.
Después de saquearla, arrestaron a mi abuelo. Les rogué que no se lo llevaran porque era un hombre muy bueno, y no podría sobrevivir por mi cuenta. Me ignoraron.
Afortunadamente, mi madre no estaba en casa; la habrían arrestado de haber estado. Como los policías estaban vigilando nuestra puerta, salté de la ventana del tercer piso para hacer una rápida llamada telefónica a mi madre, diciéndole que no volviera a casa. En ese momento no sabía dónde podía ir. Tenía tanto frío que quería llorar, pero no me atreví a hacerlo. Afortunadamente, un practicante me vio y me alojó por la noche.
No pude ir a la escuela
Mi familia se ha visto obligada a mudarse constantemente, lo que me ha impedido ir a la escuela. Solo he asistido a tres años de colegio en toda mi vida. Desde que comenzara la persecución no he podido vivir en paz. No tengo amigos con los que jugar.
Lo que he pasado durante estos 19 años de persecución ha dañado gravemente mi salud mental.
Cuando veo que otros niños de mi edad tienen maestros y amigos y comen buena comida, los envidio. Me entristece y a menudo me pregunto por qué no puedo ir a la escuela. Después de la muerte de la abuela, mi bisabuela también falleció de dolor. Mi feliz familia de cuatro generaciones ha sido destruida por el PCCh.
Mi deseo
Sé que esta brutal persecución terminará algún día y he estado esperando ese día.
Estoy deseando que llegue el día en que Jiang Zemin, el exjefe del PCCh que inició la persecución contra Falun Dafa, sea castigado de acuerdo con la ley y pague por sus crímenes contra la humanidad. Estoy deseando que llegue el día en que todos los practicantes de Falun Dafa sean libres y puedan practicar la cultivación con majestuosidad.