(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa (también conocido como Falun Gong), que nació en 1949 en una familia pobre. Debido a que no me podía permitir pagar una educación, comencé a trabajar a una temprana edad para ayudar a mi familia.
Después de casarme, trabajé junto con mi esposo como obrera en nuestro pueblo hasta que el rápido crecimiento de nuestra familia nos obligó a buscar mejores perspectivas de trabajo. Cuando tenía 36 años, encontramos trabajo en una ciudad vecina, pero nuestros salarios combinados apenas alcanzaban para mantener a una familia con dos hijos. Nuestra situación financiera empeoró cuando empecé a sufrir de una serie de síntomas severos, incluyendo hemorragias, edema, dificultad para caminar y dolores de hombro y de la zona lumbar. Busqué tratamiento en el hospital local, donde los médicos concluyeron que tenía enfermedad cardíaca reumática y artritis reumatoidea. A pesar del tratamiento agresivo, mi condición no mejoró. Incapaz de seguir con mi trabajo, de encargarme de las tareas domésticas o incluso de cuidarme, me sentía desanimada y deprimida.
Encontrando a Dafa por un golpe de suerte
Un día, en 1998, mientras esperaba en una clínica para una inyección, vi a una persona sentada frente a mí, leyendo un libro. Por curiosidad, le pregunté sobre ello y me dijo que estaba leyendo un libro de Falun Dafa titulado Zhuan Falun. Mi corazón saltó de manera inexplicable y le pregunté impulsivamente a esta persona si podría leer en voz alta. Aceptó y leyó un párrafo. Sentí una sensación de familiaridad cálida, además de un calor suave que envolvió mi cuerpo y alivió mi dolor. Tiré la aguja y el frasco de medicina que todavía tenía en las manos y declaré: "Me niego a seguir con los medicamentos. ¡Yo también quiero aprender Falun Dafa!". Luego salí inmediatamente de la clínica.
Atestiguando los milagros creados por Falun Dafa
Esa noche, fui testigo de muchos Falun (Ruedas de la Ley) multicolores que giraban dentro de mi casa, cada uno irradiando un resplandor dorado. Pasé los próximos días contemplando esta vista espectacular. Después de escuchar la grabación de las conferencias del Maestro Li (el Fundador de Falun Dafa), mis enfermedades se curaron milagrosamente. ¡No podía creer mi buena suerte!
Recuerdo haber recibido mi copia del libro Zhuan Falun con un sentimiento de profunda reverencia, mientras derramaba lágrimas incontroladamente. Abrazando el libro, lloré hasta que me quedé dormida. Al despertar, abrí el libro y, para mi sorpresa, reconocí muchas de las palabras escritas dentro. Fui a buscar a mi hijo y le pedí que verificara si estaba leyendo las palabras correctamente. Mi hijo escuchó atentamente y luego exclamó: "¡Es absolutamente exacto!". He llegado a leer muchos otros libros de Dafa y otros materiales, sin mayor dificultad, lo que es ¡verdaderamente un milagro para una persona analfabeta!
Antes de cultivar Dafa, mis dientes estaban en mal estado y sufría frecuentemente de dolores de muelas. Además, previamente me habían extraído tres dientes, y en mi boca habían quedado unos restos negros y feos. En el año 2002, mis vecinos comenzaron a reparar su casa. Entre los materiales de reparación, había una enorme pila de arena cerca de la entrada de mi casa, que habían descargado de un camión. Un día, mientras caminaba por allí, de pronto me resbalé y caí con la cara en la pila de arena. El dolor era insoportable y pensé que me había roto todos los dientes. Corrí a casa para inspeccionar el daño y me di cuenta de que mi conjunto original de dientes feos, amarillos y negros había desaparecido. En su lugar, tenía un conjunto de dientes blancos nacarados y bellos que he conservado hasta el día de hoy.
Hubo otro incidente un día, cuando mi familia se reunió para una comida. Mi cuñada estaba sirviendo fideos cocidos y me pasó un tazón. Sin embargo, cuando miré adentro, vi fuego con llamas que saltaban y rebasaban por una pulgada el borde del tazón. Comí el contenido sin problemas y sentí mi cuerpo envuelto por un calor suave. En el pasado, no había sido capaz de sentarme en la posición de meditación, sin importar cuánto lo había intentado. Después de comer ese tazón de fuego, mi cuerpo se volvió más flexible y logré sentarme en posición de meditación de doble loto. ¡Mi agradecimiento al Maestro Li no se puede expresar en palabras!
Hablando con la gente sobre Falun Dafa
Entendí la importancia de despertar a los seres conscientes aclarando la verdad detrás de la represión y la persecución en contra de Falun Dafa en China.
Inicialmente, por ser analfabeta, no podía escribir los nombres de las personas que querían renunciar al partido comunista chino (PCCh). Escribía símbolos y, después de regresar a casa, trataba de recordar cada nombre. Con la ayuda de los compañeros practicantes y el poder de Dafa, he conseguido dominar el arte de la escritura. Me atrevo a aclarar los hechos a diario y, en un momento, al menos 30 personas decidieron renunciar al PCCh en un día. Además de arriesgarme en la ciudad, visito también zonas de construcción para hablar con los que trabajan allí.
En una ocasión, llevé una bolsa con calendarios de escritorio de Falun Dafa a un sitio de construcción relativamente distante. El personal de seguridad en la entrada me bloqueó el paso y me preguntó por qué estaba visitando el sitio. Le contesté con educación que estaba allí para visitar a alguien, y él me dejó entrar. Corrí rápidamente hacia un área en donde se habían reunido muchas personas y saludé con la mano a un joven, pidiéndole que viniera. Cuando se acercó, le dije: "Tengo aquí materiales que sería bueno que los leyeras para mantenerte a salvo. ¡Por favor, echa un vistazo!". Para entonces, habíamos llamado la atención de los demás, quienes también se acercaron. Les aclaré los hechos y se acabaron todos los calendarios de escritorio.
Hace diez años, fui detenida ilegalmente y enviada a una clase de lavado de cerebro. Los oficiales de la oficina 610 me obligaron a ver videos con propaganda de lavado de cerebro. Le rogué al Maestro Li que sellara mis oídos, para impedir que escuchara claramente el audio. Luego, el líder de la sección me exigió firmar mi nombre y poner mi huella digital en una carta, para declarar mi intención de renunciar a practicar Falun Dafa. Me negué firmemente, y el oficial enojado gritó: "¡Entonces, márchate!". ¡Salí sana y salva de la clase de lavado de cerebro, ese mismo día!