(Minghui.org) Sentenciaron ilegalmente a la Sra. Tang Zhongzhen a dos años de prisión por practicar Falun Dafa. Durante el último año, la han sometido a sesiones forzosas de lavado de cerebro, se le han suministrado drogas adictivas que le han dañado mental y físicamente, y le han propinado palizas de forma continua.
La encerraron en la prisión de mujeres de Tianjin en noviembre de 2017. Las guardias la humillaron cortándole el pelo de forma anárquica, vistiéndola con ropa de gran tamaño y arrojando sus cosas al inodoro para ver cómo las recogía. La obligaban a trabajar 12 horas diarias.
La Sra. Tang también se vio obligada a ver videos propagandísticos que calumniaban a Falun Dafa durante dos horas todos los lunes, miércoles y viernes. Se le pidió que tomara notas para redactar "informes de sus pensamientos" además de un artículo trimestral en el que condenara su fe.
Las practicantes de esta prisión se ven frecuentemente obligadas a hacer tales denuncias durante sesiones grabadas en video. La Sra. Tang se negó a que la grabaran en una ocasión. Como castigo, una reclusa del pabellón de la muerte la obligó a permanecer de pie durante un período de tiempo muy largo. También le retiraron la sábana y la manta, lo que la obligó a dormir desnuda en la cama.
Cada vez que se negaba a escribir un informe, se veía obligada a permanecer de pie o en cuclillas durante mucho tiempo. Las reclusas también le daban patadas y le arrancaban mechones de cabello.
Cuando rompió una vez los materiales de propaganda difamatoria, una reclusa la derribó. Su cabeza golpeó contra el suelo y se hinchó. Además le arañó la cara, dejándole una cicatriz.
Medicamentos extraños
La obligaron a tomar medicamentos que dañan sensiblemente los nervios, lo cual la convirtió en una persona trastornada mentalmente. Sentía desconfianza, temor y angustia. Perdió el apetito y la capacidad de dormir cuando las autoridades dejaron de suministrarle unas píldoras. También tuvo que soportar los insoportables efectos que le provocó el síndrome de abstinencia.
Aunque los medicamentos que le administraban variaban con el tiempo, la etiqueta del paquete que los contenía permanecía intacta. A veces se sentía hinchada, tenía dolores de estómago y padecía estreñimiento durante días después de tomar las píldoras. Solo podía comer medio tazón de arroz; cualquier otra cosa le provocaba vómitos. Continuamente padecía un exceso de mucosidad en la garganta y sedimentos blancos en la orina.
Continuó deslizándose hasta caer finalmente en un estado de aturdimiento. Otra practicante encarcelada trató de ayudarla. Discutió con las reclusas. Entonces obligaron a la practicante a ingerir una extraña droga y se desvaneció. Su cuerpo se volvió rígido, sentía frío y era incapaz de moverse. La llevaron a un hospital. Una semana después, sus músculos faciales se paralizaron por completo.
La Sra. Tang, finalmente, se resistió a seguir tomando las drogas cuando sintió que le resultaba imposible. Entonces le dieron patadas y le propinaron una paliza. La líder de la sección le pellizcó los pezones, le dio una bofetada en la cara y le tiró del pelo. Paró solo después de que otras practicantes, que permanecían encarceladas, intervinieran.
A la Sra. Tang le pidieron que firmara una lista con los medicamentos que le habían administrado, así como un documento en el que se indicaba que no había sufrido abusos físicos ni verbales.