(Minghui.org) Una mujer de 66 años, natural de la ciudad de Wuhan, fue sentenciada a ocho años de prisión por negarse a renunciar a su creencia en Falun Dafa, una práctica espiritual que cultiva mente y cuerpo, perseguida por el régimen comunista chino desde julio de 1999.
La Sra. Wang Qihua se encontraba en su casa la mañana del 13 de julio de 2017, cuando un funcionario local llamado He Shengya y cinco oficiales irrumpieron. Saquearon su domicilio, mientras uno de ellos grababa en vídeo el proceso. Confiscaron varios teléfonos celulares viejos y una pieza bordada artesanalmente que decoraba una de las paredes. Acto seguido, abandonaron la casa.
Aproximadamente una hora después, otro grupo de oficiales entraron a la casa de la Sra. Wang. Esta vez la arrestaron, alegando que habían encontrado grabaciones de audio con información sobre Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, en sus viejos teléfonos celulares.
Nunca le informaron al marido dónde la llevaban. Buscó en todas partes hasta que, cinco días después, encontró a alguien que poseía 'información privilegiada' que le contó que la habían trasladado al centro de lavado de cerebro de Yusunshan, en el distrito de Caidian.
Cuando llegó, se enteró de que su esposa estaba allí arrestada. No se le permitió verla. Regresó al día siguiente con su hijo mayor, pero tampoco les permitieron visitarla. El centro de lavado de cerebro la trasladó al centro de detención para mujeres n.º 1 de Wuhan algunos días después.
El centro de detención tampoco permitió que sus familiares la vieran. Contrataron a un abogado, y concertaron una reunión con ella. El abogado conoció que había sido acosada y vejada en el centro de lavado de cerebro. La obligaron a permanecer de pie durante varios días seguidos sin dejarla dormir. Prometieron liberarla si firmaba una declaración de denuncia contra Falun Dafa. Acabaron engañándola y consiguieron que escribiera su nombre en la declaración. En lugar de ser liberada, la transfirieron al centro de detención.
Compareció ante el tribunal de distrito de Xinzhou el 2 de mayo de 2018, donde el juez Zhou Jie la sentenció a ocho años. Ha apelado su caso.
La Sra. Wang no es la única persona en su familia que ha sido perseguida por su fe. A su hijo menor, que también es practicante de Falun Dafa, le impusieron tres años de trabajos forzados por mantenerse fiel a su fe. Cuando su condena expiró en 2003, lo trasladaron inmediatamente al centro de lavado de cerebro de Caizheng.
Cuando la Sra. Wang, su esposo y su cuñada fueron a visitar a su hijo, no les permitieron verlo. Trató de razonar con el personal, pero la empujaron con tanta fuerza que su cabeza golpeó contra un poste de cemento y cayó al suelo. Le empezó a brotar sangre de su cabeza, y una de sus costillas estaba fracturada.
El personal del centro de lavado de cerebro ni siquiera se molestó en ayudarla a levantarse. Entraron a la instalación y cerraron la puerta. Su esposo y su cuñada la llevaron rápidamente al hospital. La oficina 610 local, una agencia extralegal encargada de llevar a cabo la persecución a Falun Dafa, acabó liberando a su hijo algún tiempo después, por temor a ser considerado responsable de las lesiones.
La Sra. Wang iba de camino a visitar a un pariente, en agosto de 2004, cuando la detuvo un miembro del personal del comité de calles. Aquella persona rebuscó en su bolso y encontró algunos materiales informativos sobre Falun Dafa. La llevó al primer centro de detención de mujeres de la ciudad de Wuhan. Entonces inició una huelga de hambre en protesta, hasta ser liberada nueve días después.