(Minghui.org) De vez en cuando alguien me pregunta: “¿Cómo comenzaste a practicar Falun Dafa?”. Todos tenemos una historia y por supuesto a menudo suenan como una coincidencia. Pero como practicantes, sabemos que no son coincidencias. Nuestras vidas están predestinadas y todo estaba bien planeado. Hasta mi historia se desarrolló como muchas, un encuentro fortuito.
Era un domingo por la mañana. Estaba terminando mi café. Mi esposo leía el periódico y dijo en voz alta: “El Festival Internacional se realiza en el parque de diversiones. Cada año decimos que vamos a ir y nunca lo hacemos. Hoy es el último día”. Me tomé un momento para ser espontánea, me puse de pie y manifesté: “Bien, vamos”.
Paseando por el festival, me entregaron un volante. Lo miré y me resistí a las palabras que nunca antes había visto: Falun Dafa. ¿Qué era esto? Rápidamente me entregaron un devedé en una funda de papel. Lo tomé con cautela y pregunté: “¿Es gratuito?”. “Sí, es gratis”, me respondió una dulce mujer asiática. Le di una mirada en el estand y continué caminando, pensando qué contenta estaba que nadie me presionara. Recuerdo haber visto la palabra “Energía” y pensé, bueno ¿quien no quiere más energía? El volante tenía una fotografía de alguien meditando y recordé cómo había aprendido meditación trascendental en la universidad y que la había practicado durante muchos años. Siempre quise volver a ella, pero lo más que obtuve fue la profunda relajación después de una clase de yoga. Coloqué el devedé y el volante en mi bolso.
Esa noche les di una mirada. Miré el devedé. Nunca fui de las que veía noticias, y la sección de entretenimiento del periódico era usualmente la única que leía. Sin embargo, me sorprendió no haber oído sobre la persecución en China. ¿Cómo podía pasar algo así y yo no tenía idea? En menos de una semana, estaba mirando en el periódico la sección de entretenimiento, y vi una clase que se ofrecía gratis. Era Falun Dafa. Dos veces en una semana estaba leyendo algo que no sabía que existía. El universo me estaba diciendo que probara esto. Llamé, tomé nota de los detalles de la clase y asistí. Parecía que en su mayoría eran chinos los que lo practicaban, pero allí había muchos occidentales como yo, para aprender.
Me desperté, porque después de esa primera clase sentí la necesidad de regresar cada semana. Los otros occidentales iban y venían.
Por años estuve interesada en métodos alternativos para la salud y sanación. Estudié nutrición, herbología, reflexología, iriología, etc, y yoga. Pensé que esto podía ser una maravillosa adición a mi práctica de yoga. Me dijeron del libro Zhuan Falun y que pronto podríamos comenzar juntos a leerlo después de hacer los ejercicios. Me adelanté y ordené un ejemplar para mí.
Mientras esperaba que llegara mi ejemplar decidí ver las lecciones en mi computadora. Me escabullí en la tarde, me coloqué los auriculares y comencé a observar la Lección Primera.
Estaba fascinada. Nunca antes había oído cosas como esas. Me encontré asintiendo con la cabeza y sonriendo. Con el correr del tiempo mi mandíbula se fue ensanchando, luego mis ojos se agrandaron y me senté más derecha. Pensé: ¡Wow! Esto no es nada como lo que había escuchado o leído antes. Estaba atrapada. Cada noche después de eso, cuando era posible, me escabullía y miraba otra Lección. Esto era lo que había estado buscando por tanto tiempo; era esto, ya no había marcha atrás.
Después que conocí los principios de Falun Dafa -Verdad-Benevolencia-Tolerancia-, nuevamente pensé que era fácil. Con el apoyo de otro practicante, no pasó mucho más hasta que comencé a estudiar el Fa regularmente, y leí todos los libros y las lecciones en el sitio web Dafa. Asimilaba mucho muy rápido y me iluminaba cada semana. Dejé los suplementos, medicinas, quiropraxia y el yoga. No sucedió todo de una vez. Ocurrió poco a poco. Cada semana parecía tener más y más entendimiento. Todo quería escribirlo. Pero había demasiado todos los días en mi cerebro como para llevarlo al papel.
Una cosa que noté al principio fue que podía sentir la energía como una corriente suave fluyendo a través de mi cuerpo. Primero lo advertí cuando estaba leyendo el Fa, o tratando de recitar el Lunyu de memoria, pero más a menudo cuando por un momento me quedaba quieta. Hubo semanas en las que fue especialmente fuerte, y cuando estaba recostada sentía como si estuviera vibrando. Esto me alentó en mi práctica.
No tuve ningún evento impactante o sanador, pero me sentía una persona diferente en todos los sentidos. No le hablé a mucha gente sobre mi práctica. Porque a decir verdad, todavía estaba tratando de comprenderlo yo misma. Y sentí que no debía hablar a un alto nivel. Escuché comentarios de otros como: ¿No piensan los chinos que eres rara por pasar tiempo con ellos? ¿Por qué es mejor que el yoga? Solamente quieres ser china, ¿cierto? Dije que era cultivación. Aquí en Occidente no es un término común y recibí miradas desconcertadas. Luego agregaba, ahora Falun Dafa se practica en todo el mundo, no solo en China. Las miradas desconcertadas se tornaban en miradas incrédulas.
Me involucré más y más con las actividades de promoción de Falun Dafa como los desfiles y estands en los eventos comunales. Rápidamente me sumé a la promoción de Shen Yun. Distribuí volantes puerta a puerta, le pedí a los comercios colocar un póster en sus vidrieras, trabajé en las casetas de ventas de entradas y en el centro comercial. Luego íbamos a grandes firmas de abogados, contadores y a las universidades. Al comienzo nos encontramos con un poco de reticencia, pero como teníamos marcas en cada volante para la gente, los aceptaron. Con el correr de los años fueron mucho más amigables para con nosotros, diciendo: “Gracias me aseguraré que todos tengan uno”. Donde íbamos la gente sonreía y era educada. Muy rara vez nos rechazaban. Sabíamos que el Maestro nos estaba guiando.
Los años parecieron pasar muy rápidamente. Más y más sentí una distancia entre aquellos que no eran practicantes de Falun Dafa y yo. No podía imaginar qué era mi vida antes de darme cuenta que soy una discípula de Dafa. Sé que el Fa siempre estuvo en mí, esperando.
Me di cuenta que hay mucho tratando de interferir en mi cultivación. Supe que las dificultades en esta vida eran el resultado del yeli (karma) del pasado, pasado lejano. Entendí que estaba atravesando pruebas y tribulaciones todo el tiempo. A veces estaba ansiosa, preguntándome cuál sería mi próxima tribulación. Con el estudio del Fa llegué a entender que lo que fuera, podría pasarlo, porque soy una discípula de Dafa y nada interfería conmigo. Nada podía detenerme. Lo que ayudó fue un consistente estudio del Fa.
Cada día comencé a leer temprano Zhuan Falun, y notaba una mejora en mi entendimiento rápidamente. Leer los otros libros de Dafa y las conferencias suplementaron mi estudio, y hasta hoy todos los días estudio el Fa. En su mayoría leo en voz alta con otros y no puedo dejar de recomendarlo.
Generalmente me despierto con la frase: “Falun Dafa es bueno” y sonrío pensando: ¡Vamos! ¡Pero algunos días no sueno tan optimista! ¡Además de las pruebas y tribulaciones, y otra multitud de interferencias, tengo apegos! Tantos apegos que soltar. Por supuesto tengo un truco mágico: mirar hacia adentro. ¡Nada usual –nada en mi manga– ningún truco de magia de salón! Pero es mágico y algo tengo que hacer todo el tiempo. Y no es fácil, pero como dicen: practica, practica, practica. Sabía desde el comienzo que tenía apegos –sentimentalismo, comodidad y miedo. De lo que no me di cuenta fue de cuántos apegos ocultos tenía en lo profundo. Y cuando estos levantaron su fea cabeza, me sorprendí. ¿Cómo podía tenerlos? Y justo cuando pensaba que los estaba manejando, descubría que no lo había hecho. Tenía que soltar capa sobre capa.
Comparé mi camino de cultivación con el de un caminante. Cambió todo el tiempo. Algunas veces fue estrecho, hubo altos y bajos, rocas que escalar y tormentas que atravesar. Algunas veces fue tempestuoso y toda clase de obstáculos estaban esperando a lo largo del camino, apareciendo cuando menos los esperaba. Y más a menudo de lo que lo admito me encontré tropezando y cayendo sobre mi cara. Al comienzo era alarmante y temblaba. Pero siempre estaba aprendiendo de las enseñanzas del Maestro. ¡No te quedes ahí tendida, levántate! Me levanté y seguí adelante. No fue fácil. Algunos días son extremadamente difíciles. Esos son en los que me digo de sonreír cuando no tengo ganas, y me recuerdo siempre que SOY UNA DISCÍPULA DE DAFA.
No hay palabras que describan lo fabuloso que es ese título y que describan cuán honrada me siento.
Agradezco a todos los compañeros discípulos que conocí a través de los años de cultivación. Ya sea enseñándome los ejercicios o leyendo conmigo el Fa, de cerca o de muy lejos. Tal vez me ayudaron a corregir el movimiento de un ejercicio cuando estaba aprendiendo. A lo mejor me contaron una historia sobre las maravillas de Dafa, alentándome. Quizás trabajamos juntos en algún evento, me dieron bollos de masa para el Año Nuevo Chino o viajamos a una conferencia del Fa. Tal vez por la barrera del lenguaje nunca hablamos, solo asentimos con la cabeza o intercambiamos una sonrisa. A lo mejor solo me alentaron su presencia y diligencia. Ustedes saben quiénes son y todos influyeron, tomaron parte en mi cultivación y les estoy a todos muy agradecida, a todos los discípulos de Dafa. Después de todo, somos UN CUERPO.
La única constante verdadera en mi camino de cultivación por supuesto es el Maestro. El Maestro siempre está conmigo. Siento su estímulo cada día. Siempre parece insuficiente decir gracias, una pequeña palabra, pero no tengo otra. Mi gratitud va más allá de las palabras.
¡Gracias Maestro, GRACIAS!