(Minghui.org) Recuerdo un poema chino que ilustra como la lluvia nutre calladamente los campos durante las noches de primavera. He adoptado tal forma de actuar, como practicante de Falun Dafa, y de manera gradual y discreta contribuyo a que las personas comprendan realmente que es Dafa.
Soy profesor. Cuando comencé a practicar Falun Dafa en 1997, les leía Zhuan Falun a mis colegas durante la hora del almuerzo, así que llegaron a entender que Dafa es bueno. Además, fueron testigos de los cambios a nivel físico que experimenté al practicar. Por ejemplo, dejé de usar las gafas y me convertí en una persona de aspecto mucho más saludable.
Cuando el partido comunista chino (PCCh) empezó a perseguir a Falun Dafa, les conté relatos de cultivación a mis colegas, al tiempo que les exponía las mentiras que el PCCh diseminaba. Así que cuando el órgano rector investigó a los profesores y al personal para identificar si entre ellos se hallaban algunos practicantes de Falun Dafa, mis colegas me protegieron.
Conseguí crear una ambiente de trabajo armonioso, siguiendo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.
La bondad de un practicante
La profesora Li tuvo que llevar a su hijo al hospital, de improviso, aquejado de una enfermedad. Olvidó pedir que la sustituyeran, así que en cuanto su hijo se recuperó, corrió a la escuela para intentar llegar a su hora, y dar la clase. Cuando llegó, su clase ya había empezado. La impartía yo mismo. Al verme sustituyéndola, se conmovió hasta las lágrimas.
La profesora Yang tuvo que preparar una clase demostrativa para que el órgano rector la examinara. Cuando hacía los ensayos, ningún profesor los presenciaba porque en su aula hacía mucho frío. Yo me acercaba, me sentaba en mitad de la clase y le hacía indicaciones. Cuando hizo su presentación, le concedieron el galardón municipal a la excelencia.
La directora no encontraba a ningún profesor que se quisiera hacer cargo de la clase de preescolar. Cuando me lo preguntó, acepté. Mis colegas se quedaron sorprendidos, porque siempre había impartido mis clases en los niveles superiores. ¿Por qué había aceptado de buen grado? Les respondí simplemente: “El fundador de Falun Dafa nos enseñó que deberíamos intentar ser mejores personas que las que sirven como modelos para la sociedad”.
Cuando le hablé a la directora de renunciar al PCCh. Lo hizo sin dudarlo. También quiso que toda su familia renunciara.
Representando a Dafa abiertamente
Cada año, reparto calendarios entre los profesores que contienen información sobre Falun Dafa. Los suelen colocar en sus escritorios. Un miembro del órgano rector, que visitó nuestra escuela mostró cierto desagrado al ver uno en el escritorio de la directora, y le sugirió que aquello era algo inapropiado.
“¿Inapropiado?”, replicó la directora, “¿cómo vemos las fechas? ¿Por qué no nos proporciona calendarios el PCCh?”.
Durante algún tiempo, asignaron a nuestra escuela al nuevo presidente del órgano rector. Un día me invitó a dar un paseo. Envié pensamientos rectos y empecé a hablarle de Dafa. Dijo que había leído libros de Dafa y que quería renunciar al PCCh.
También, a veces, informo a mis estudiantes sobre la cultura tradicional china y sus valores. Mis clases gozan de cierta fama en la escuela. En una ocasión, leímos la historia de los habitantes de una aldea que acabaron talando todos los árboles de sus inmediaciones. Acto seguido, una gran inundación arrasó la aldea completamente.
Les pedí a los estudiantes que compartieran experiencias similares que hubieran encontrado en sus vidas cotidianas. Una relató que un día mientras caminaba por la calle junto a su madre, se les acercó una señora y les pidió que nunca olvidaran que: “Falun Dafa es bueno”. Cuando le sugirió a su madre, que la pequeña debía renunciar a la liga de jóvenes pioneros comunistas, la madre no le escuchó.
En ese justo instante, le pregunté: “¿Crees que esa persona lo hacía por tu bien o que pretendía dañarte?”.
“Por mi bien”, respondió.
“Entonces, ¿qué piensas? ¿qué deberías hacer?”, inquirí de nuevo.
“¡Renunciar!”, respondió toda la clase al unísono.