(Minghui.org) Tengo 54 años. Comencé a practicar Falun Dafa en enero de 1998. A los pocos días de iniciar la práctica, mi enfermedad hepática crónica y mi hernia de disco lumbar se curaron por completo.
La noche del 15 de mayo de 2011, salí apresurado del trabajo a casa, el neumático trasero de mi moto estalló y mi moto quedó fuera de control. Mi cuerpo fue lanzado con fuerza contra un árbol que crecía al lado de la carretera.
Aunque logré permanecer consciente poco después de la colisión, el impacto me dejó parcialmente ciego y paralizado. Un transeúnte me ayudó a sentarme y se ofreció a contactar con mi familia. Conseguí sacar mi teléfono del bolsillo y señalar el número de mi esposa antes de perder el conocimiento. El transeúnte logró ponerse en contacto con mi esposa, y ella vino corriendo al lugar del accidente y me llevó al hospital del condado para recibir tratamiento de urgencia.
Me mantuve firme en mi creencia, que el Maestro me salvaría. Aunque apenas estaba consciente, susurré repetidamente: "Maestro sálvame...". Los doctores que me asistían estaban desconcertados y pidieron a mi familia una aclaración. Miembros de mi familia explicaron: "Este hombre practica Falun Gong". Un médico respondió: "Necesitará toda la suerte del mundo".
La baja presión arterial y mi débil frecuencia respiratoria requirieron una operación urgente. Durante la cirugía, sentí que mi alma flotó fuera de mi cuerpo antes de ser llevada por dos seres a un lugar, de un auditorio antiguo.
Una gran mesa estaba en el centro del auditorio. Detrás de la mesa había un hombre vestido con el uniforme de los antiguos oficiales chinos. Guardias estaban situados a ambos lados, sosteniendo varias armas chinas. El funcionario que estaba detrás de la mesa me preguntó: "¿Qué obras buenas has hecho en esta vida y qué virtudes has acumulado?". Contesté solemnemente: "No tengo buenas o malas obras notables, y tampoco he acumulado alguna virtud. Simplemente, he cultivado la Dafa bajo la enseñanza del Maestro Li Hongzhi".
Al escuchar mi respuesta, el funcionario al instante se levantó y dijo: "Muy bien. Bajo tales circunstancias, todavía eres capaz de recordar y respetar a tu Maestro. Sigue teniendo esto en cuenta. Tu vida no está bajo mi jurisdicción. Vuelve al lugar de donde viniste". Después de eso, me agitó la mano y una fuerza invisible me alejó. Por un instante, experimenté una sensación de caída antes de recobrar la conciencia, y sentir que un médico me daba palmaditas en la cara y gritaba mi nombre.
Los doctores descubrieron que, tras el accidente, me había roto el bazo, fracturado la caja torácica izquierda en nueve puntos, muchos de mis órganos internos estaban magullados y dañados seriamente, lo que causó una hemorragia severa en mi cavidad torácica y requería la eliminación de por lo menos cuatro litros de sangre.
Los cirujanos del hospital durante seis horas intentaron salvarme la vida. Eventualmente, se vieron obligados a informar a mi familia que cualquier esperanza de supervivencia era demasiado poca. Los doctores entonces recomendaron mi traslado al hospital provincial más grande para recibir tratamiento adicional de urgencia, pero también advirtieron, que podría morir durante el traslado".
La ambulancia me llevó con éxito al hospital provincial. Sin embargo, los médicos de urgencia inicialmente se negaron a ingresarme, considerando que mi condición era desesperada. El personal del hospital más tarde, a regañadientes, permitió mi admisión después que un pariente que trabajaba en el hospital habló en mi nombre.
Mientras los médicos trataban de conectarme a un repirador mejor, mi corazón se paró repentinamente y mi alma flotó lejos de mi cuerpo. Vi al médico que me atendía realizando compresiones torácicas en mi cuerpo, y de repente me di cuenta que no podía estar demasiado tiempo lejos de mi cuerpo físico, o de lo contrario mi muerte se convertiría, en definitiva. Sabía que no podía marcharme todavía, porque no había cumplido mi promesa de ayudar al Maestro a rectificar el Fa y a salvar los seres conscientes. Con este pensamiento, volví a mi cuerpo carnal y desperté con el escenario que una persona me estaba abofeteando mientras llamaba mi nombre. Me las arreglé para mover la mano un poco para señalar mí reconocimiento.
Uno de los médicos más tarde me dijo: "Tus pupilas estaban desenfocadas, tu respiración y tu ritmo cardíaco se habían detenido por completo. Nos preparábamos para sacar tu cadáver fuera del quirófano cuando de repente saltaste a la vida. Fue realmente increíble. ¡Deberías atesorar este regalo inesperado!".
Pasé los siguientes seis días en un estado de conciencia parcial y solo recuperé mi conciencia por completo, en la tarde del sexto día. Durante todo este tiempo, mi esposa y mis compañeros practicantes estaban enviando pensamientos rectos constantemente.
Me sometieron a un examen médico durante mi octavo día en la unidad de cuidados intensivos. En medio del examen, de repente sentí una sensación abrumadora de dolor y disnea severa (ahogo y dificultad para respirar). Mi esposa en voz baja me recordó mantener mis pensamientos rectos. Pedí ayuda al Maestro, recitando silenciosamente Lunyu y poemas de Hong Yin. El examen se completó con éxito y además los médicos informaron que la condición de mis riñones, corazón, hígado y pulmones había mejorado enormemente.
Fui trasladado a una sala común del hospital después de doce días en la UCI (unidad de cuidados intensivos). Cada día, mi esposa ponía las grabaciones de las lecciones del Maestro. Mientras tanto, memorizaba el Fa.
Inicialmente, el proceso de mi recuperación fue rápido. Sin embargo, mi mentalidad de ostentar apareció y me forcé a salir de la cama demasiado pronto. Como resultado del sobreesfuerzo, mi herida quirúrgica volvió a abrirse y se infectó. Caí enfermo con mucha fiebre y olvidé mantenerme a la altura de un practicante de Dafa. Mi orgullo y mis apegos de competir resurgieron y peleé con mi esposa por un asunto de poca importancia. Mi vida corría peligro de ser reclamada por las viejas fuerzas, pero me negué a reconocer mis faltas.
Mientras estaba en un estado de semiconciencia, el misericordioso Maestro abrió mis memorias selladas. Vi muchas escenas, mostrando mi relación predestinada con el Maestro y los arreglos perjudiciales hechos para mí por las viejas fuerzas. Me despertaba llorando después de cada escena, sufriendo de un severo sentimiento de culpa. A pesar de haber alcanzado el estatus de un practicante de Dafa, había sido imperdonablemente negligente en mi práctica de cultivación.
Mi experiencia fortaleció mi determinación y reforzó mis pensamientos rectos, buscando hacia adentro y esforzándome a memorizar el Fa.
Tan pronto como mi fiebre desapareció, pedí que me dieran el alta del hospital. Sin embargo, los médicos no estaban de acuerdo, ya que el tubo de drenaje insertado en la pleura que rodeaba mis pulmones indicaba que mi cuerpo aún estaba produciendo grandes cantidades de secreción.
Al escuchar su veredicto, intensifiqué mis esfuerzos para enviar pensamientos rectos, limpiando la interferencia malvada de otras dimensiones. Luego reanudé mi demanda para que me dieran de alta del hospital. Los médicos realizaron una exploración esa tarde y descubrieron que el líquido pleural había desaparecido. Sacaron el tubo de drenaje e hicieron los preparativos para enviarme a casa.
Cuando el laringólogo llegó para cerrar la incisión de traqueotomía, mis familiares aprovecharon la oportunidad para preguntarle si recuperaría la voz. El especialista respondió: "Es poco probable". Mi esposa me sugirió que tratara de leer el Fa en voz alta durante el estudio. Una tarde del tercer día, mientras leía Zhuan Falun, sonó el teléfono. Automáticamente, cogí el teléfono y saludé a la persona que estaba al otro lado. La persona que llamó se sorprendió "¿Eres capaz de hablar?". Le contesté: "Todo gracias a mi Maestro". Mi voz pronto se recuperó y volvió a la normalidad.
En un momento de mi recuperación, mi estómago comenzó a hincharse y no pude comer, beber ni incluso excretar durante cinco días. Empujado al borde del abismo, fui incapaz de mantener mi estado de cultivación e incluso albergaba pensamientos suicidas. Mi esposa y un compañero practicante trataron de ofrecer apoyo leyendo el Fa junto a mi cama, enviando pensamientos rectos y ofreciendo consejo. Sin embargo, el dolor me torturó de tal manera que no podía mirar hacia adentro. Bruscamente rechacé su consejo e intenté expulsar al compañero de mi casa. Afortunadamente, el practicante sabía que yo estaba bajo el control de las viejas fuerzas y negó rendirse. Sacrificó muchos días y noches para acompañarme en el estudio del Fa y enviar pensamientos rectos.
Con su determinación y ánimo, logré retomar mi estado de cultivación buscando hacia adentro y corregir mis fallas. Aunque logré superar esta difícil tribulación, mi condición física empeoró y mi peso cayó a 36 kilogramos. Cada movimiento y cada paso se volvieron agotadores.
Durante esta época, tuve un sueño en el que una voz dijo: "Abandona y reanuda la vida de una persona común. Tú no puedes ganar esta batalla". Inmediatamente refuté: "Seguiré la práctica enseñada por el Maestro Li. El Maestro nos enseña a adherirnos a los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Los practicantes no tienen enemigos y no nos involucraremos en una pelea con nadie".
Continué buscando hacia adentro, estudiando el Fa con mi esposa y enviando pensamientos rectos. Mi salud comenzó a mejorar, pero algo de hinchazón residual permaneció en mi pecho y abdomen. Una noche, soñé que estaba teniendo una discusión con otra persona por intereses personales. En medio de nuestro argumento, una voz misericordiosa resonó desde arriba: "¡Aún amas discutir!". Las palabras me impactaron profundamente y desperté con lágrimas de arrepentimiento. Este incidente estimuló mi determinación de examinarme incondicionalmente. Descubrí muchos apegos, incluyendo egoísmo, orgullo, celos, combatividad, ira y odio.
Mis apegos estimularon mis esfuerzos en el estudio del Fa y a enviar pensamientos rectos para limpiar los factores e interferencias malignas. Mi salud comenzó a mejorar y el dolor disminuyó. Una mañana, mientras practicaba el quinto juego de ejercicios, vi una calabaza verde amarilla flotando desde el cielo. La calabaza se detuvo cerca de mi brazo izquierdo y se preparó para entrar en mi cuerpo. Subconscientemente, me di cuenta que la calabaza era un mal objeto y envié pensamientos rectos. La calabaza se partió instantáneamente, liberando sangre sucia y pus que contenía en su interior.
A partir de ese día, pude comer y beber normalmente. La hinchazón en mi pecho y abdomen se desvaneció y me recuperé por completo. Pude ayudar con la cosecha de otoño en nuestros campos familiares y mantuve un trabajo temporal durante los meses de invierno. Mi fuerza ha vuelto y puedo fácilmente levantar más de 135 kilogramos o caminar a un paso ligero una distancia larga, sin ningún esfuerzo.
A partir de esta tribulación, aprendí a tratar la práctica de cultivación con seriedad y apreciar mi suerte al convertirme en un cultivador de Dafa. No tengo palabras de describir mi gratitud hacia Maestro.