(Minghui.org) Nací en la década de los sesenta y vivo en Heilongjiang, la provincia situada más al nordeste en China. El invierno frío me fastidió desde que era un niño. Sufría de sabañón, una inflamación de la piel acompañada de picazón, dolor e hinchazón de manos y pies.
Cuando era joven la mayoría de las familias vivían en la miseria. La mía habitaba una pequeña cabaña y la temperatura promedio en enero era de alrededor de -23°C (-9°F). Tres de las cuatro paredes de la vivienda tenían escarcha, al igual que las ventanas. No había plástico disponible, así que cubríamos los espacios alrededor de las aberturas con papel, lo que no hacía mucho.
Usábamos paja para cocinar y no era una real fuente de calor. El frío helado siempre se filtraba, haciendo que mis manos y pies estén rojos e hinchados. Mi madre tenía que hacerme usar guantes de algodón, pero así y todo tuve congeladas mis manos y pies cada invierno.
Alguien dijo que la sopa de tallos de berenjena podía curar el sabañón. Mi madre lo probó en mí, pero no fue de ayuda. Mi hermana mayor sugirió un tipo de vino medicinal, pero tampoco ayudó.
Como resultado, cuando el invierno se aproximaba, siempre cuidé mis manos muy bien. Incluso si hacía solo un poco de frío me ponía los guantes, comenzando con unos finos y cubriéndolos con otros más gruesos. Además, me aseguraba que mis manos no estuvieran expuestas al agua fría o al aire. No obstante, tenía sabañón cada año, desde la escuela primaria hasta la secundaria, y desde la universidad hasta el trabajo.
A algunos colegas les gustaba jugar ajedrez durante el descanso del almuerzo los días de invierno. Me interesaba, pero no quería correr el riesgo. Me avergonzaba si otras personas veían mis manos rojas e hinchadas. Usaba guantes tanto como era posible.
En 1997, alguien me dio una copia de Zhuan Falun. Después de leerlo, estuve de acuerdo con los principios y comencé a practicar Falun Dafa. De repente un día me di cuenta que ya no me preocupaba congelarme. Antes que la práctica fuera prohibida en julio de 1999, a menudo hacíamos los ejercicios en grupos en el exterior. En ocasiones nevaba y estaba ventoso, y la temperatura descendía a menos de -30°C (-22°F), pero estaba bien. Aun cuando me expuse al agua fría o al aire, no tuve ningún problema con mis manos.
Practicantes haciendo los ejercicios de Falun Dafa en la ciudad de Shuangcheng, provincia de Heilongjiang, en enero de 1999. El régimen comunista chino prohibió la disciplina a nivel nacional seis meses después.
Estaba muy sorprendido y feliz. En mi vida nunca pensé que me liberaría del sabañón. Ahora no lo tengo y no me costó ni un centavo. Ya no necesito esconder mis manos, y puedo llevar una vida normal.
Sin embargo, todavía uso guantes durante la temporada invernal. Supongo que inconscientemente quiero tener mis manos cubiertas. De todos modos esto es normal en el noreste de China.
El otro día me di cuenta que no necesité guantes en todo el invierno, aunque el frío pronto se irá. Todos los días esperé autobuses al aire libre, y mis manos nunca se sintieron frías. Este es un gran cambio para mí.
Estoy compartiendo mi historia porque quiero contarle a la gente que con la ayuda de Falun Dafa, su vida puede cambiar para mejor. Esto le sucedió a decenas de millones de practicantes en el mundo y a mí también.