(Minghui.org) He investigado varias enseñanzas de algunas prácticas en el transcurso de mi vida, pero siempre sentía que algo me faltaba.
Alguien solía dejar el periódico La Gran Época en mi tienda en Adelaida. Aunque no leía ni hablaba chino, miré al azar el periódico. Un día simplemente estaba hojeándolo y mis ojos se detuvieron en una foto de gente meditando. Sin saber exactamente de qué se trataba el artículo, decidí llamar al número de teléfono del anuncio. Una mujer contestó y me dijo que era una práctica llamada Falun Gong, que no había ningún cargo para aprenderla, y que se reunían todos los domingos por la mañana.
Fui un domingo a la clase. Durante mi primera experiencia, encontré el segundo ejercicio muy difícil de hacer. También estaba padeciendo de una contractura muscular en el hombro en ese momento, así que pensé que no podía hacerlo. Sin embargo, volví el domingo siguiente. Un practicante me ayudó y me animó a mantener los brazos en alto, pero aún así no podía hacerlo y seguía bajando los brazos.
Aún determinado, volví a casa y descargué el libro de Falun Dafa y los ejercicios y empecé a practicar en casa también. El tercer domingo volví a ir. Esta vez el mismo practicante voluntario del sitio de práctica, me animaba a mantener los brazos en alto. Hacía todo lo que podía para sostenerlos y soportar el dolor en mi hombro. Tenía los ojos cerrados y sentía lágrimas rodando por la cara. Me repetía: "Maestro Li, Maestro Li, por favor ayúdeme a hacer esto".
Desde entonces continué haciendo los ejercicios diariamente y leí el libro de Falun Dafa todos los días. Realmente podía sentir el poder de los ejercicios y ni siquiera me di cuenta cuando el dolor de mi hombro desapareció. Yo nunca me salto mi práctica y siempre trato de vivir según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Esta ha sido una experiencia verdaderamente transformadora para mí. Me alegro de haber encontrado un camino tan maravilloso.
Gracias Maestro Li.