(Minghui.org) En el mes de abril del año 2005, junto a otros practicantes nos dispusimos a colocar carteles informativos sobre Falun Gong (también conocido como Falun Dafa), en los alrededores cercanos a un tribunal local. El video de vigilancia nos grabó y fuimos arrestados ilegalmente.
Nos interrogaron por separado. Yo me negué a dar mi nombre o cualquier otra información personal y un oficial me golpeó cuando ratifiqué ser practicante de Falun Dafa y decir que Falun Dafa era bueno. Llegados a ese punto, comencé una huelga de hambre.
La policía nos llevó al centro de detención de la ciudad al día siguiente, donde cada uno de nosotros fue ubicado en una unidad diferente. Me negué a usar el uniforme y continué mi huelga de hambre. Los guardias esposaron mis manos y pies a una cama de torturas durante tres días y tres noches y fui alimentado por la fuerza dos veces al día.
El secretario del partido en este centro de detención decidió acosarme de esta forma y luego fue remplazado. Él llego a entender que estaba recibiendo una retribución kármica, y se disculpó conmigo. Unió sus manos y aseguró repetidas veces que no volvería a perseguir a los practicantes de Falun Gong.
Lo desplazaron al departamento de alimentos y suministros en el centro de detención. Cuando estaba de servicio, me traía buena comida. Me dijo que tenía un amigo que trabajaba en un tribunal, y le pediría una reducción de mi condena. También dijo que podía hacerse cargo de los honorarios de la universidad de mi hija. Rechacé su oferta, si bien estuve muy feliz de comprobar que su actitud hacia Falun Dafa había cambiado.
Después de que me pusieran en la cama de torturas, otro recluso, el cual era jefe de una aldea, también se preocupó por mi. Él me dijo: "Ustedes, los practicantes de Falun Gong, son buenas personas. Deberías comer bien para no caer enfermo".
Inmediatamente después de aclararle la verdad, aceptó renunciar al partido comunista chino (PCCh). A los seis meses fue absuelto de su condena y declarado inocente.
Un hombre de la ciudad de Shenyang, líder de una pandilla clandestina y miembro del PCCh fue designado delegado en mis instancias. Fue testigo de cómo fui alimentado e interrogado a la fuerza, y me confesó su admiración por mi determinación. Cuando en el pasado, otros practicantes de Falun Gong le pidieron renunciara al PCCh por su propio bien, fue escéptico. Sin embargo, después de que yo le pidiera renunciar a la membresía del partido, accedió finalmente.
Un recluso encarcelado por asesinato me escuchó gritar: "¡Falun Dafa es bueno!", levantó el pulgar de su mano, y dijo: "Debería ser como ustedes los practicantes de Falun Gong. Cada vez que gritas, los guardias de la cárcel no saben qué hacer contigo".
Era miembro del PCCh y aceptó renunciar después de explicarle los hechos. El día que iba a ser ejecutado me preguntó si quería decirle algo. Le pedí que recordara "Falun Dafa es bueno, y Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". El se despidió de mi con un gesto afectuoso.
Otro asesino convicto, también miembro del PCCh, me impidió hacer los ejercicios cuando fui encarcelado por primera vez. También se negó a renunciar al PCCh. Con el tiempo pudo ser testigo de mi firme creencia y mi consideración con los demás todo el tiempo. Él comenzó a admirarme y respetar a Falun Gong. Nuevamente le volví a pedir que renunciara al PCCh y accedió finalmente.
Un drogadicto del ejército, que se había unido a la liga de las juventudes comunistas, se negó a renunciar cuando le pregunté por primera vez. Pero con un tiempo de relación, él fue conmovido por mis palabras y acciones.
"Sin ser testigo de tu comportamiento, nunca hubiera aceptado que los practicantes de Falun Dafa son buenas personas", dijo. "Solía creer en la propaganda de la televisión y tenía una mala impresión sobre Falun Gong. Gracias a ti, ahora me doy cuenta de que lo que promocionaba la TV era falso. Voy a renunciar al partido, confío en ti ".
Fui recluido ilegalmente en este centro de detención por más de un año. A quienquiera que conociera, le hablaría sobre Falun Gong y le ayudaría a renunciar al PCCh. Era mi responsabilidad como practicante de Dafa. Al final, convencí a más de 50 personas para que renunciaran.
La vida en el centro de detención era extremadamente difícil y violenta. Sin embargo, Dafa me dio compasión para tratar bien a todos, ya fueran guardias o prisioneros. Estoy agradecido por aquellos que fueron salvados por Dafa.