(Minghui.org) Fui a Beijing el 28 de octubre de 1999 a apelar por el derecho a practicar Falun Dafa. En el instante en que llegué a Beijing alguien me preguntó: “¿Eres practicante de Falun Gong?” y me llevaron a una comisaría.
Muchos practicantes de Dafa fueron detenidos allí, y algunos eran de mi ciudad. Fuimos interrogados uno por uno.
Mientras esperábamos a ser interrogados por la policía, hablamos entre los practicantes y decidimos no revelar nuestros nombres ni direcciones a la policía, y solo decir “soy practicante de Falun Gong”.
Un practicante regresó del interrogatorio con moretones en sus ojos y cara. Le preguntamos por qué lo habían golpeado, pero no dijo una palabra.
Yo fui interrogado por un policía de unos veinte años. Al segundo día del interrogatorio me preguntó: “¿Eres de Changchun? Si lo eres, te dejaremos irte a casa. El intendente de Changchun le pidió al gobierno central que deje regresar a casa a aquellos que son de Changchun. Demasiadas personas de Changchun vinieron a Beijing y las fabricas han dejado de operar”.
Continuó: “Si no nos dices tu nombre y de dónde eres, te arrojaremos a un tren y te enviaremos a las grandes tierras salvajes del norte. Ya hemos enviado varios trenes llenos de gente”. Yo le repetí al guardia: “soy un practicante de Falun Gong”.
Parecía tenerle simpatía a los practicantes y preguntó: “¿Tienes hambre? ¿Tienes dinero? Hay un pequeño negocio en la vereda de enfrente. Puedo llevarte para comprar comida, pero no intentes escaparte. No me metas en problemas”.
Le aseguré que no lo metería en problemas, y me pidió que le comprase comida a otros practicantes.
Luego me llevaron a un centro de detención, y me pusieron en una celda junto con varios criminales y también con practicantes de Falun Gong. Todos los practicantes en la celda eran de Beijing, y algunos hacía ya más de dos meses que estaban allí encerrados.
Un practicante en la celda me dijo: “Tu saldrás pronto de aquí. Todos los practicantes de otras ciudades han sido liberados. Pero nadie sabe a dónde los han llevado”.
Los practicantes eran interrogados constantemente en el centro de detención, y a todos se nos pidió que diéramos nuestros nombres y direcciones. Durante mi último interrogatorio, cuando un guardia me estaba hablando, de repente recordé dos cosas que había hecho antes de venir a Beijing.
Primero, renuncié a mi trabajo y presenté un informe sobre cómo contactar a cada cliente que yo había tenido a cargo. No quería irme sin darle a mis jefes información importante para no generarle pérdidas a mi empleador por mi partida.
Cuando comenzó la persecución, comencé a contarles que yo practicaba Falun Gong y que la propaganda difamatoria en la TV sobre Falun Gong eran mentiras. Mis colegas confían en mi y sus actitudes positivas hacia Falun Gong reforzaron mi seguridad en ir a Beijing a apelar por Dafa.
También me despedí de mi familia y les pedí que protegieran bien los libros de Dafa. ¡Me aseguraron que lo harían!
La escena apareció en mi mente durante unos segundos antes de decidir contarle a la policía mi nombre y dirección. Un policía dijo: “No importa si nos dan su nombre y dirección o no, todos serán sacados de Beijing. No tenemos lugar para alojarlos a todos”.
La policía local me llevó de regreso a mi ciudad y me detuvo con muchos practicantes que habían viajado a Beijing. Una practicante describió en detalles sus duras experiencias en Beijing. Ella dijo:
“Vi autobuses repletos de gente yéndose de la Plaza Tiananmen. Cuando caminé un par de pasos hacia la plaza, también me empujaron dentro de un autobús. El bus condujo hasta la aldea Asian Games. Antes de poder bajarme del bus, alguien afuera dijo: “Ya está repleto este lugar”. El bus dio la vuelta y condujo hasta el Estadio Fengtai. Estaba casi lleno también, y muchos estaban sentados en el césped, abarrotados, fila tras fila. Los practicantes tuvieron que sentarse con sus piernas separadas y las manos arriba de las rodillas; el cuerpo de la persona de adelante debía estar pegado al cuerpo de la persona de atrás. Si no estaban pegados la policía les pisoteaba la espalda, sin importar si eran hombres o mujeres, jóvenes o ancianos.Cuando algunos practicantes querían ir al baño, la policía diría: ´Su Maestro les ha dicho que actúen en base a Verdad, Benevolencia, Tolerancia; aguántensela´. Muchos no podían aguantar. Cuando los ancianos y niños tuvieron hambre, la policía dijo algo similar: ´Aguántensela. El que diga su nombre y dirección puede irse. En la entrada del estadio habían muchos policías de distintas áreas, esperando llevar a los practicantes a sus ciudades. Si alguien no daba su nombre y dirección no tenía permitido irse”.
En torno al 28 de octubre de 1999, enormes cantidades de practicantes de Dafa en China fueron a Beijing a apelar por Falun Gong. Ya que se negaron a decir sus nombres y direcciones, fueron cargados en autobuses y trenes y llevados a lugares desconocidos.
¿Dónde están esos practicantes detenidos? ¿A dónde fueron llevados luego de ser cargados en trenes y autobuses? ¿Cuál es su situación ahora?
¡No debemos olvidarlos!