(Minghui.org) Soy una enfermera en un hospital. Comencé a practicar Falun Dafa (también conocido como Falun Gong) en enero de 1999. Luego de leer Zhuan Falun, devolví todo el equipo médico que había llevado a casa desde el trabajo a través de los años, y, hasta hoy, no he tomado ni un solo hisopo de algodón. Desde entonces, actúo de acuerdo a las enseñanzas de Dafa.
Un poco más de dos meses después de que comencé a practicar Falun Dafa, estábamos todos preparados para ser evaluados en el trabajo. El que obtenía el mejor puntaje debía ser promovido y obtendría un aumento. Todos los años, vi a mis colegas luchar entre ellos y pensé que debería ser muy agotador. Me dije que dejaría tomar su curso natural para un ascenso.
Al final, no solo fallé en ser calificada “excelente”, mi valoración era la peor en mi departamento. Pero tomé esto ligeramente y no me quejé.
Si no fuera practicante de Falun Dafa, hubiera ido hasta mis superiores y haría que vuelvan a reevaluar mis habilidades. Muchos colegas comentaron que he cambiado desde que comencé a practicar Falun Dafa. En julio, me dijeron que sería promovida a pesar del hecho que no había sido calificada como “excelente”. Mis colegas me dijeron que era afortunada.
Sabía que, de acuerdo al Fa, tuve que eliminar mi apego a la ganancia personal: lo mío sería mío. Si algo no es mío, ¡no lo obtendría incluso si lucho por ello!
En julio de 1999, el partido comunista chino (PCCh) comenzó a difamar Falun Dafa y perseguir a los practicantes.
Intenté lo mejor para seguir las enseñanzas de Dafa en el trabajo. Trataba a cada paciente generosa y confortablemente tanto como podía. Cuando mis pacientes preguntaban cómo siempre era tan amable con los demás, tomaba la oportunidad para hablarles de los hechos sobre Falun Dafa. Algunos incluso decidieron recitar “¡Falun Dafa es bueno!”, y consecuentemente se recuperaron de sus enfermedades. Otros hasta protegieron a practicantes de la persecución.
Una vez, encontré a un hombre que se mareó mientras cuidaba de su suegro en el hospital. Estaba tan descompuesto que tuvo que acostarse. Le sugerí que recitara en su corazón “¡Falun Dafa es bueno!”. Al día siguiente me dijo que, después de que me fui, gritó tres veces “Falun Dafa en bueno”, se levantó y tomó un paseo afuera. Luego estaba completamente bien y sorprendido por la experiencia.
En otra ocasión, la nuera de una paciente vino por ayuda. Su suegra tenía sangrado rectal. Era un trabajo desagradable, pero la ayudé a hacerla sentir confortable. Luego, el doctor me dijo: “Te elogio por lo que haz hecho”. En el pasado me habría desanimado por la suciedad, pero ahora que soy una practicante de Falun Gong, pienso que es la cosa más natural para hacer. Shifu nos enseñó a poner el bienestar de otros antes del nuestro.
Al día siguiente, la nuera de la paciente quería darme dinero. Sonreí y rechacé su oferta. Le había hablado a los familiares en varias ocasiones sobre la belleza de Falun Dafa. Esta vez fueron testigos a través de mi acción de cuán buena es esta práctica . Todos, alrededor de dos docenas de familiares, aceptaron la verdad y decidieron retirarse del PCCh.
A veces, los pacientes me ofrecían regalos y dinero como soborno. Amablemente lo rechazaba o se lo devolvía y tomaba la oportunidad para aclarar la verdad sobre Falun Dafa. Todos se conmovían por mi honestidad.
Poco antes de que me uniera a mi marido, mi relación con su familia se volvió tensa. A sus hermanas y a su madre les gustaba molestarme, y yo, a su vez, me negaba a ceder. El conflicto emperó después de que nos casamos. Al final, no tuvimos más opción que salir de la casa y vivir lejos de su familia.
Shifu nos dijo que no debemos sentir resentimiento cuando nos tratan cruelmente. Por lo tanto, no importaba cuán crítica era mi suegra, no me enfadé. Una vez fue atropellada por un auto. Después de que volvió a la casa desde el hospital, me mudé a su lugar para cuidarla. Compré medicinas para tratar su alta presión sanguínea, pero se quejaba que no estaba funcionando.
Al final descubrí que no estaba tomando las píldoras. Mi primer pensamiento fue: “Voy a trabajar, recojo a mi hijo de la escuela y corro a casa para cocinar para usted. En lugar de agradecerme, hace las cosas difíciles para mí”. Pero entonces sentí lástima por ella; estaba jugando con su vida. Ya no me molestó que me tratara mal.
Gradualmente mi suegra cambió su actitud hacia mí. Una vez me vino a visitar y a disculparse por tratarme mal. Cuando se quedó postrada en la cama, cuidé de ella. Sucesivamente perdió su memoria y fácilmente perdió su temperamento con los familiares. A veces, incluso me pegaba. Su esposo e hijos la encontraron molesta, pero sabía que estaba atormentada por su enfermedad y la perdoné.
Después de su muerte, mi suegro y nuera decidieron darme sus joyas, pero las rechacé y se las di a sus dos hijas.
También deje ir mi enemistad hacia la hermana de mi esposo. Cuando mi nuera y su esposo trabajaban en ciudades diferentes, traje a su hijo a nuestra casa los fines de semana y lo traté como si fuera mi propio hijo. Mi nuera y su esposo estaban conmovidos por mi acción.
Si no practicara Falun Dafa, lucharía con otros por pequeñas cosas y habría generado dificultades. Ahora que soy una practicante, he aprendido a lidiar con los conflictos en calma y a ser considerada con otros.
Estoy agradecida al Maestro por enseñarnos el Fa. ¡Gracias a Usted, Maestro, por su salvación! ¡Usted ha trabajado muy duro!