(Minghui.org) El artículo: "Trasplantes de órganos en China: Sobrevivientes hacen un llamado al gobierno de Trudeau en Canadá", de Catherine Lévesque publicado en la edición de Québec del Huffington Post el 7 de abril de 2007.
Dos sobrevivientes de campos de trabajo forzado en China expresaron sus esperanzas de que el gobierno canadiense pueda actuar para poner fin a esta tragedia que resulta en las muertes de decensas de miles de chinos cada añ y en secreto.
Artículo del Huffington Post: "Trasplantes de órgano en China: Sobrevivientes hacen un llamada al gobierno de Trudeau en Canadá".
El reportero entrevistó a dos practicantes de Falun Gong que habían sido encarcelados en China: Cindy Song y Jing Tian. Cindy Song tenía 26 años de edad en el 2001 cuando fue arrestada y enviada a un campo de trabajo forzado como prisionera de conciencia, por tres años, en la ciudad de Zibo. ¿Su crimen? seguir las enseñanzas de Falun Gong.
El reporte establecía que el partido comunista chino (PCCh) ha estado persiguiendo a los practicantes de Falun Gong, y muchos han desaparecido misteriosamente luego de ser arrestados, por casi 18 años.
Los días de la Sra. Song en el campo de trabajo forzado comenzaban a las 6 de la mañana y terminaban a las 11 de la noche, y a veces en la media noche. Sólo le permitían comer por cinco minutos y tenía que pedir permiso para ir al baño. A los prisioneros no se les permitía hablar.
"Pero el tiempo que trabajaba era tranquilo", dijo, lo cual contrastaba fuertemente con la tortura que sufría.
Cuando no trabajaba 18 y 19 horas al día, la golpeaban, la ponían en aislamiento, le intentaban lavar el cerebro, o hasta le prohibían dormir por varios días seguidos. Una vez la forzaron a pararse por nueve días y noches.
Los prisioneros como ella eran forzados a someterse a exámenes médicos. Antes de entrar al campo de trabajo forzado, un doctor forzó a la Sra. Song a proveer muestras de sangre y orina y a una radiografía.
En el campo de trabajos forzados, le hicieron poner una huella dactilar en un documento donde aceptaba donar sus órganos. De vez en cuando, los guardias decían que tenían cuotas que llenar, y amenazaban con enviarla a una "prisión especial" de la cual nunca regresaría.
Atrocidad es revelada en el 2006
Uno de los primeros en admitir que había prisioneros políticos que eran asesinados por sus órganos fue la ex esposa de un cirujano que operaba en un campo de concentración en Sujiatun al noreste de China. Bajo condición de anonimidad, reveló esta atrocidad en marzo de 2006.
Su esposo le había dicho que removía las córneas de prisioneros que practicaban Falun Gong, algunos de quienes todavía estaban vivos. El hospital donde trabajaba también removía hígados, riñones y piel, y luego lanzaban los cuerpos a un incinerador para destruir cualquier tipo de evidencia de sus crímenes.
Jing Tian, quien fue detenida y enviada a campos de trabajo forzado en varias ocasiones entre 1999 y el 2003, dijo que entendió en ese momento por qué la habían examinado tanto durante su detención. "Me sorprendió. No podía creerlo", dijo a través de un intérprete.
Jing Tian (izquierda), su madre (medio), y su hermana Jing Cai (derecha).
Ella también sufrió mucho. Mientras estaba bajo custodia de las autoridades, la ataron a un arbol, casi sin ropa, en pleno invierno, o la ataban a un horno de ladrillos. También vio cómo golpearon a algunos practicantes hasta la muerte.
La Sra. Jing recuerda que los doctores le sacaron ocho tubos de muestra de sangre y que tuvo que responder preguntas sobre familiares y excolegas de trabajo.
"Vivía en una ciudad grande, conocía a mucha gente, y tenía una relación muy cercana a mi familia, así que no me hicieron nada. Pero me siguieron realizando exámenes regularmente".
Algunos prisioneros no tuvieron su suerte. Algunos llegaban a mitad de la noche, y desaparecían antes de la madrugada, dijo la Sra. Jing.
Proyecto de ley en Ottawa
El asunto del tráfico de órganos es nuevamente relevante, ya que el miembro del Parlamento Conservador Garnett Genuis intentará revivir el proyecto de ley C-561 del ministro liberal del gabinete Irwin Corler, que solo pasó por una lectura inicial en la Cámara de los Comunes en el año 2013.
El proyecto de ley C-561 impondría castigos a personas involucradas en el tráfico de órganos, ya sea en Canadá o en el exterior, refiriéndose a tranplantes de órganos adquiridos a causa de una transacción financiera o sin el permiso del donante.
"Aquí en Canadá, tenemos un vacío legal que necesita ser atendido", dijo Genuis en un discurso esta semana. "No hay ley que prevenga a un canadiense de ir al exterior y recibir un órgano producto de la explotación humana".
"Apoyar el tráfico de órganos es un crímen de lesa humanidad bajo la ley internacional, y debería ser un crimen aquí en Canadá también".
El ex miembro del parlamento David Kilgour y abogado de los derechos humanos David Matas realizaron un reporte en conjunto que fue publicado en el 2006 y que hablaba sobre el tráfico de órganos a prisioneros políticos en China. Su reporte fue considerado "extremista" y fue prohibido en China y en Rusia.
Los dos señores, junto con el periodista Ethan Guttmann repitieron el ejercicio diez años después en el 2016, produciendo un reporte voluminoso de 798 páginas, donde estiman que el régimen comunista chino ha realizado 1.5 millones de transplantes de órganos desde el año 2000 hasta el año 2015.
China por otro lado, estima que alrededor de 10.000 transplantes fueron realizados cada año y que los órgnaos de los prisioneros fueron tomados luego de recibir autorización de ellos.
Canadá debe mantener los ojos bien abiertos
Ya que el gobierno de Trudeau quiere fortalecer lazos con China, Kilgour cree que "Canadá debe mantener los ojos bien abiertos hacia el asunto de los derechos humanos y defender los derechos canadienses".
"La gente teme que este proyecto de ley no sea aprobado porque ofendería a China. ¿Pero como podría ofenderles si ellos dicen que no hacen esto?" dijo, enfatizando la ironía de la posición del régimen chino respecto a este asunto.
Las sesiones de tortura a Cindy Song finalizaron un par de meses antes de que la liberaran en el otoño de 2004. Su padre presionó a las autoridades a diario hasta que la liberaron.
La Sra. Song cree que quienes se mobilizaron para ayudarle mientras estaba en prisión salvaron su vida. "Creo que sin la ayuda de mis padres habría ‘desaparecido,’" dijo.
La Sra. Jing Tian realizó varias huelgas de hambre para protestar las condiciones de su detención. La liberaron luego de que no comiera por 50 días, ya que estaba al borde de la muerte.
Ella cree que las autoridades la enviaron a casa porque querían evitar mala publicidad si moría. Dijo también que no podían quitarle los órganos porque su condición de salud era pésima luego de la huelga de hambre.
Una vida nueva en Canadá
Ambas se mudaron a Canadá y han vivido vidas relativamente pacíficas. La Sra. Song estudió derecho y quiere convertirse en abogado. La Sra. Jing disfruta del cuidado de jardines y suele visitar a los sitios turísticos de Vancouver para denunciar las acciones del régimen chino.
"Es importante informar a la gente sobre lo que está sucediendo en China. En Canadá es difícil imaginar que este tipo de cosas suceden en el mundo. Pero estan pasando realmente", dice la Sra. Song.
Ella tiene la esperanza que el gobierno de Trudeau mantendrá esto en mente al negociar un tratado de libre comercio con China. "Al hacer negocios, debería uno saber mucho sobre con quien se negocia", dice. "Si comete asesinatos en masa, ¿debería uno continuar haciendo negocios?".
"Es el genocidio de los tiempos modernos y está ocurriendo haora. La forma en que reaccionamos se relaciona con nuestro humanismo y sentido de la moralidad".