(Minghui.org) Quisiera compartir mis experiencias y a lo que me iluminé al trabajar en el equipo global de llamadas telefónicas enfocado en la difamación en China.
Mi primera reacción cuando supe que estábamos por comenzar una “iniciativa para un proyecto en medios” fue preocupación. Me sentí abrumada y perdida.
Yo solo le había aclarado la verdad a aquellos que trabajaban en la seguridad pública, ¿cómo iba a poder alcanzar a los empleados de medios de comunicación, a quienes yo me inclinaba a considerarlos como educados y, de alguna forma, “mejores”?
Luego recordé lo que dijo Shifu:
“La gente cree que las celebridades, los eruditos y los especialistas de diversas ramas en la sociedad humana son muy eminentes. En realidad, son muy insignificantes, porque son personas comunes. Sus conocimientos son sólo ese pequeño pedacito reconocido por la ciencia moderna de la sociedad humana”. (“Qué es la sabiduría” en Escrituras esenciales para mayor avance).
El Fa de Shifu cambió mi forma de pensar sobre las clases sociales. Rápidamente eliminé mis apegos al orgullo, la vanagloria, la discriminación, el favoritismo, el esnobismo y la denigración, y reemplacé esas nociones con el considerar y tratar a todos por igual.
Me repetía: “Es posible que la gente a la que estoy llamando tenga un estatus laboral más alto, pero aun son víctimas del partido comunista chino (PCCh), porque todos han sido envenenados por las mentiras del partido y todos han estado acumulando yeli inconscientemente al seguir órdenes para poner a la gente en contra de Dafa”.
En ese momento me di cuenta de por qué el partido sostiene tan fuerte control tanto sobre los que empuñan la redacción en el departamento de propaganda como sobre los que empuñan las armas en el comité político y legal.
El día en que comenzamos el proyecto telefónico para los medios, me llevó tres intentos lograr que responda mi llamada una voz de hombre.
En el instante en que comencé a hablar él dijo: “¿Eres Falun Gong, no es cierto? ¿El partido es malo, no? Sé que no es bueno, pero paga mi sueldo”. Pude percibir la impotencia en su voz. Desafortunadamente el dejó de atender el teléfono después de eso.
Hice varias llamadas a una cantidad de reporteros de Beijing. Todos los cuales me cortaron la llamada. Comencé a preocuparme, me sentí incompetente. ¿Cómo iba a salvar a esta gente si no respondían a mis llamados?
Esa noche escuché el intercambio y las devoluciones de otros practicantes. Me inspiró aprender cómo otros miembros del equipo no se daban por vencidos y algunos de hecho hasta habían llamado nueve veces al mismo número. Me alentó saber que mucha gente había permanecido en línea escuchando nuestros llamados.
Cuando un hombre respondió mi llamada, le recordé que los practicantes de Falun Gong son todas buenas personas. Le pedí que le dijese a sus amigos, parientes y colegas que no se hagan un trasplante y le dije por qué. El me prometió que de ahora en más no emitiría ningún programa que difamara a Falun Gong.
El siguiente teléfono pertenecía a la Asociación de Periodistas. Una mujer escuchó nueve segundos y cortó. Cuando llamé nuevamente escuchó durante seis minutos y 22 segundos. Le conté sobre la verdad detrás de la farsa de la autoinmolación en Tiananmen y sobre la sustracción forzada de órganos a practicantes vivos de Falun Gong. Le supliqué que no emitiese programa alguno que difamase a Falun Gong. La tercera vez que la llamé, escuchó durante 18 minutos y 24 segundos mientras le reiteraba los horrores inimaginables de la persecución.
Otra llamada telefónica fue a la oficina de investigación en educación. Una vez más, una señora respondió y colgó. Luego de llamarla varias veces, escuchó durante 17 minutos y 46 segundos. No supe si estaba escuchando o simplemente había dejado el teléfono a un lado, pero sentí que el campo era muy positivo y pude sentir a Shifu apoyándome con su dulce compasión.
Shifu abrió mi sabiduría. Hice todos esos llamados en una tarde.
Le recordé a quienquiera que esté escuchando que recuerden que Falun Dafa es bueno y que fuera de China más de 100 países han abrazado la práctica de cultivación de Falun Gong.
Luego hablé sobre cómo Falun Gong no permite el asesinato ni el suicidio. Analicé cada detalle acerca de la farsa de la autoinmolación en la Plaza Tiananmen en forma clara y sucinta.
Les recordé sobre tres jóvenes personalidades mediáticas: Luo Jing, Chen Meng, y Fang Jing, quienes murieron en su mejor momento luego de haber emitido conscientemente mentiras sobre Falun Gong, haciendo que una incalculable cantidad de personas se pongan en contra de Falun Gong, y haciendo que odien a los practicantes de Falun Gong.
Si sabía que la persona que respondía mi llamado trabajaba en los medios o en el departamento de propaganda, le preguntaría: “¿Y qué pasará si la gente escucha y cree tu programa? ¿Y si luego reportan a un practicante de Falun Gong a las autoridades y ese practicante es arrestado y perseguido o asesinado, o le sustraen sus órganos? ¿Cuál será entonces el resultado para los conductores?”.
Al llamar al departamento de educación agregaría: “Si los estudiantes creen lo que dicen en los libros, que Falun Gong es malo, y reportan a practicantes de Falun Gong a las autoridades y los practicantes son arrestados y perseguidos y hasta le sustraen sus órganos, ¿no tendrá que hacerse responsable quien haya escrito esos libros?”.
Les dije que muchos practicantes eran excelentes docentes que rechazaban regalos y sobornos de padres pero que sin embargo terminaron perdiendo sus trabajos o fueron perseguidos.
Pregunté: “¿Sabe qué hace la oficina 610? Cuando los abogados defienden a los practicantes de Falun Gong y piden por su liberación en base a la ley —estando los jueces plenamente conscientes que los practicantes son inocentes— la oficina 610 fuerza a los jueces a que impongan sentencias. Cuando se les sustraen los órganos a los practicantes de Falun Gong contra su voluntad, la oficina 610 está presente para destruir la evidencia del crimen”.
Les doy ejemplos de lo bueno que es Falun Gong. “Los médicos que practican Falun Gong recetan los medicamentos mejores y más económicos para sus pacientes. Los cirujanos que practican Falun Gong nunca aceptan dinero debajo de la mesa. Los contadores que practican Falun Gong nunca manipulan sus cuentas. Aquellos en altos estratos nunca aceptan sobornos o regalos”.
A menudo les recuerdo de la caída moral que ocurrió desde que el régimen comunista comenzó a perseguir a Falun Gong. “Hoy en día hay comida falsificada para consumo general, el aceite residual se reconstituye como aceite de cocina, y hay fórmula para bebés adulterada”.
“Asesinos y criminales pueden pagar para salir de prisión con sobornos y contactos; y es la gente buena que se esfuerza por ser mejor persona al ceñirse a su fe en Falun Gong la que está siendo encerrada”.
“Cuando los practicantes de Falun Gong son torturados, hasta los criminales no pueden soportar verlo”.
“El mundo está abrazando y practicando Falun Gong. Solo China lo persigue”.
Al decir ese tipo de cosas generalmente siento que logro abrir sus conciencias sepultadas.
Algunos inicialmente me amenazaron diciendo que llamarían a la policía, pero cuando les expliqué por qué no deberían, generalmente escucharon tranquilos sin interrupción, y hasta anotaron el número de WeChat o dijeron que sabían cómo evadir la censura de Internet del régimen chino.
Algunos me insultaron y dijeron cosas terribles. En esos casos concluí la llamada y los llamé al día siguiente. Algunos luego escucharon en silencio. Para estos casos les pedí a compañeros practicantes que ayudasen enviando mensajes multimedia para animarlos a que no persigan a Falun Gong, recordándoles que el bien y el mal tendrán su recompensa.
Cuando hice llamados telefónicos a los medios, le presté especial atención a hablar sobre la sustracción forzada de órganos en vida. Les pregunté si habían pensado por qué antes de la persecución a Falun Gong solo habían algunos pocos hospitales de trasplante, pero que después la cantidad creció a más 800.
Les recordé que los chinos somos muy tradicionales en lo que respecta a donación de órganos, y que los órganos no pueden producirse en masa en una fábrica.
Les dije: “una enorme cantidad de practicantes de Falun Gong han sido arrestados, se le han hecho estudios médicos complejos, y luego han desaparecido. Lo más probable es que hayan sido víctimas de la sustracción forzada de órganos en vida”.
Les pedí que le transmitiesen a sus familiares, parientes, y amigos que se mantengan alejados de los trasplantes y de convertirse inconscientemente en partícipes de ese crimen.
A veces nadie respondía a mis llamadas y mis nociones humanas emergían, para luego pensar: “todos ellos están esperando que los salve”, haciendo que continúe intentándolo. La mayoría de las veces mis llamadas fueron respondidas.
Nunca había hecho este tipo de llamadas durante cuatro días sin parar, pero cuando me di cuenta que todos en el equipo ponían su mejor esfuerzo, coordinando, apoyando, y animándose mutuamente, me inspiré mucho y me sentí energizada.
Me di cuenta que cada llamada especial reflejaba la compasión de Shifu hacia todos los seres consientes.
Me di cuenta que hacer estas llamadas también reflejaba mi actitud y mi sentido de responsabilidad respecto de ayudar a Shifu a salvar a la gente.
Espero poder continuar haciendo lo mejor de cada minuto y cada oportunidad para desplegar lo mejor de mis habilidades, ya sea en este proyecto de medios o en llamadas regulares.
Si he escrito algo que no está en base al Fa, por favor señálenmelo.