(Minghui.org) Mi familia estaba tan feliz cuando encontré Falun Dafa y todas mis enfermedades desaparecieron, los problemas en el cuello, tos crónica y osteoartritis.
Sin embargo, varios meses después, el partido comunista prohibió la práctica en China y comenzó una masiva represión.
Para el Fahui de China de este año, me gustaría compartir cómo rechacé la persecución en un centro de detención y campo de trabajo forzado.
Siguiendo al Fa en vez de a los practicantes
Cuatro practicantes y yo fuimos a Beijing en enero de 2000 para apelar por Falun Dafa. La policía nos detuvo y otro practicante les dijo a los oficiales de dónde éramos. Tres días más tarde, la policía local vino y nos mantuvo 38 días bajo detención.
Había un montón de practicantes en el centro de detención. Muchos podían recitar Hong Yin o Escrituras esenciales para mayor avance. Yo no podía hacerlo y no sabía qué hacer. Algunos practicantes compartieron su entendimiento de lo que deberíamos hacer y seguí su consejo.
Luego tuve un sueño una noche. Caminé por un largo y doloroso sendero siguiendo a una persona a su casa. Pero nadie de su familia me permitió entrar. Durante los tres días que esperé en la entrada, su familia comió, hablaban entre ellos y se reían, mientras que nadie me prestaba atención. Viendo eso, pensé en regresar a mi casa. Luego, un auto pequeño, del tamaño de un juguete, me llevó hasta el centro de detención. Reflexionando sobre el sueño, me di cuenta que tenía que seguir al Fa, no a otros practicantes; de otro modo, terminaría en sus destinos.
Un día, un practicante trajo una copia de Zhuan Falun, impreso con papel de computadora. Dividimos las 9 lecciones entre los 9 para leerlas. Pero mientras estábamos estudiando el Fa, los guardias aparecieron. Los otros 8 practicantes entregaron sus lecciones del libro, pero yo decidí no seguir su ejemplo y escondí mi parte, la Novena Lección, en mis mangas. Los guardias buscaron por todos lados y me ordenaron sacarme la ropa. La sección del libro cayó al piso y los guardias intentaron agarrarla. No renuncié a ella y la agarré con fuerza. “Eres una interesante, pequeña anciana”, sonrió un guardia, burlándose de mi estatura. “Los otros entregaron sus libros. ¿Por qué eres tan testaruda?”. No obstante, me permitió quedarme con la sección del libro y yo sabía que había hecho lo correcto.
Otro día, los guardias nos vieron de nuevo estudiando el Fa. Nos ordenaron que saliéramos y comenzaron a registrar la celda. La mayoría de los practicantes entregaron los libros de Dafa que tenían y entonces los guardias les ordenaron que fueran a quitar la maleza del campo. Dos guardias, Shang (hombre) y Gu, me preguntaron si yo tenía alguno. Me negué a contestar. Me registraron a la fuerza y se llevaron dos páginas de un libro de Dafa que tenía.
“¡Hey! ¡Nos quitaron todos los libros de Dafa! ¿Cómo pueden aún estar quitando la maleza como si nada hubiera pasado?”. Les grité a los otros practicantes. Al escuchar esto, dejaron de trabajar. Cuando los guardias les dijeron que entren, todos entraron a la celda menos yo.
La guardia Gu me preguntó: “¿Por qué no entras?”.
“No puedo vivir sin el Fa. Si no puedo proteger Falun Dafa, mi vida en este mundo no tiene significado. Para conseguir de nuevo los libros de Dafa, estoy dispuesta a dar mi vida”, contesté.
Gu se conmovió: “Por favor, deja de llorar, pequeña anciana. Te los devolveré”.
Un practicante escuchó esto y le dijo a la guardia: “Gracias por devolvernos los libros de Dafa”.
Gu respondió sarcásticamente: “Ni siquiera lo pienses. Solo ella se lo merece, no tú”.
Entré en la celda y Gu me devolvió los libros de Dafa. Me recordó que debía seguir mi entendimiento, en vez de seguir a otros.
Salvaguardar el Fa es lo más seguro
Mi familia me depositó dinero en mi cuenta del centro de detención. Pero algunos reclusos lo usaron para comprarse buena comida y artículos diarios para ellos. Viendo a todos los practicantes comiendo comida de baja calidad, un oficial nos preguntó por qué no comíamos lo mismo que comían los demás reclusos. Después de explicarle lo que pasó, el oficial abofeteó a la jefa de la celda dos veces y nos devolvió nuestro dinero.
Un practicante vino con un Zhuan Falun tamaño bolsillo. Para evitar que se lo lleven los guardias, lo dividimos una vez más y me tocó la Sexta Lección. Cuando los guardias lo vieron y pidieron el libro, todos entregaron lo que tenían. Gu me dio una palmada en mi bolsillo y dijo: “Pequeña anciana, sé buena”, implicando que no me iba a pedir el libro. Después de eso, me trató bien y nunca más me pidió que entregara las copias del Fa que tenía. Llegué a entender que salvaguardar el Fa es lo más seguro. Eso es, cuando actuamos verdaderamente en base al Fa, ninguna fuerza perversa nos puede dañar por la protección de Shifu.
Un años después de ser liberada, le escribí a Gu sin firmar con mi nombre y se lo envié por correo desde una ciudad cercana. Después de un tiempo, la llamé y le pregunté si había recibido mi carta. Me dijo que sí y estaba muy emocionada. Luego fui a visitarla y le llevé algunas frutas. Gu me invitó con alegría a almorzar con otros guardias y todos ellos dijeron cosas buenas de Falun Dafa. También me compraron el pasaje de tren para regresar.
Reunión familiar esposados
En 2001, planeé ir a Beijing de nuevo para decir la verdad sobre Falun Dafa al gobierno. El funcionario de mi aldea me dijo: “Puedes practicar en casa. ¿Para qué molestarte en ir hasta Beijing?”. Lo discutimos con mi marido, y ambos estuvimos de acuerdo en que no podíamos sentarnos sin hacer nada mientras el Maestro Li y Falun Dafa estaban siendo difamados. Varios parientes que son practicantes se unieron y los diez compramos pasajes de tren para Beijing.
Al llegar a Beijing, de alguna manera nos separamos y nos quedamos con dos cuñadas. Los oficiales de seguridad de la estación de tren nos pidieron que maldigamos a Dafa y como nos negamos, se dieron cuenta que éramos practicantes y nos llevaron a un lugar de detención temporal, donde encontré a mi esposo y dos otros familiares.
Luego la policía llevó a seis de nosotros de regreso a nuestro pueblo en tren. Cuando los otros pasajeros vieron a nuestra familia, todos esposados, estaban sorprendidos y se pararon para preguntarnos qué había pasado. “Somos practicantes de Falun Dafa inocentes y somos buenas personas”, dije en voz alta. Luego les conté cómo Falun Dafa curó todas mis enfermedades y mejoró mi carácter moral. La policía y funcionarios de mi pueblo intentaron detenerme, pero no los escuché. Cuando intentaron que los pasajeros se alejen de nosotros, ellos los ignoraron. De este modo, mucha gente en el tren supo la verdadera historia de Falun Dafa.
“Conseguiste lo que querías, pero nosotros no”
Después de regresar a casa, los funcionarios me detuvieron en un centro de detención y luego me enviaron a un campo de trabajo forzado por dos años. En el centro de detención, recordé el poema de Shifu de Hong Yin:
"La gente común sólo quiere ser inmortal,
detrás de los prodigios y maravillas hay tristeza en el corazón;
cultivar el corazón, renunciar deseos y eliminar apegos,
al perderse entre las tribulaciones, odia al Cielo”
(Quién se atreve a abandonar el corazón de una persona común, Hong Yin).
En lo profundo de mi mente, pensé: yo me atrevo a dejar ir los apegos humanos.
Un día en el centro de detención, mi espíritu dejó mi cuerpo. Me sentí flotando en el cielo y regresé a casa. Después de entrar por la puerta, escuché el canto de pájaros y vi una bandada de fénix, y también un dragón. Llamé a otros dos practicantes para que vengan a verme, pero nadie respondió. Luego descendió un fo del cielo en la posición de meditación y me mostró unas líneas y unas líneas de texto, pero no reconocí ninguna de ellas. Continué llamando a los practicantes, pero nadie contestó. Pensando que algo no andaba bien, quise regresar.
Con ese pensamiento, mi espíritu regresó a mi cuerpo. Abrí mis ojos y una practicante estaba moviendo sus manos encima de mi cabeza, y me dijo: “¿Estás bien? Perdiste la conciencia”. Luego esa noche, soñé que el Maestro Li venía con un barco. Shifu estaba parado frente al barco y una luz irradiaba de su cuerpo. La escena era muy sagrada.
La mañana siguiente, los guardias llamaron mi nombre y el de mi esposo. La reclusa Zhang me dijo: “Escuché que los funcionarios prepararon dos carteles anoche, uno con tu nombre y el otro con el de tu esposo”. Dijo que los oficiales atarían nuestras manos detrás de la espalda, colgarían los carteles en nuestro cuello, y nos humillarían en público junto a asesinos, en buses de turismo. Considerándolo una buena oportunidad para contar la verdad de Dafa, no me molesté. “Nada en mi práctica de cultivación es accidental”, pensé.
La guardia Shang abrió la celda después del desayuno y yo salí contenta. Nos ató a mi esposo y a mí con cuerdas alrededor del cuerpo. Nos llevaron en un bus grande de turismo, con muchos policías uniformados en este. En el medio del vehículo había dos asesinos temblando de miedo.
“Puedes sentarte en mi asiento”, le dije a uno de los criminales, notando que no tenía asiento.
“¡Cállate! ¡Si no quieres sentarte, puedes ir parada!", me gritó un oficial. Lo ignoré, me senté, y miré a mi esposo: “Hoy, tenemos que terminar lo que Shifu nos pidió que hagamos”.
“¡Silencio!” gritó el guardia. Yo le contesté: “No hicimos nada que violara la ley”.
Al llegar al centro del pueblo, uno de los guardias me dijo: “Te puedes quedar aquí, si no, nos traerás problemas”. Yo pregunté: “¿Aquí es donde planeaban traernos?”. “Sí. Entonces ¿quieres bajarte?”, me dijo. “Por supuesto”, contesté.
Saliendo del vehículo, vi una gran multitud, y cientos o miles de personas paradas, sentadas o caminando. “¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”, grité. “¡El Maestro Li es inocente. Falun Dafa es inocente. ¡Dejen de violar los derechos humanos!”. Después de decir esto tres veces, los guardias fueron sobre mí, me taparon a boca con sus manos, y me llevaron de regreso al bus.
No paré y seguí gritando en el bus. Al principio, la policía estaba grabando todo el proceso. Después de un rato pararon y nos llevaron de regreso al centro de detención.
Un oficial joven me preguntó: “¿Por qué estás haciendo esto?”. Otro oficial mayor le dijo: “No hables con ella, si no, te dirá cosas de Falun Dafa”.
Después de un rato, regresamos al centro de detención. “¡Felicitaciones! Conseguiste lo que querías, pero nosotros no”, me dijo un oficial.
Otro oficial me preguntó: “¿Por qué dejaste de gritar?”. Sí, es verdad, pensé. Así que empecé a repetir en voz alta las frases que había dicho antes.
Escuchando mi voz, una multitud de guardias se aproximaron. “¿Qué pasó? Pensé que se la habían llevado a la calle para humillarla”, preguntó uno de ellos. Uno contestó riéndose: “¡De ninguna manera! Se la pasa diciendo ‘Falun Dafa es bueno’ a las multitudes de gente. ¿Cómo hacemos para seguir así?”.
Mientras volvíamos a mi celda, los practicantes en las celdas a ambos lados del pasillo nos miraban, queriendo saber qué había pasado. “No decepcioné a Shifu”, les dije y les conté sobre el viaje. Los guardias también estaban curiosos, y les conté lo que pasó.
Un guardia le dijo a otro: “Pensé que se negaría a ir a la calle. Pensé que harían huelga de hambre y nos meterían en problemas. No pensé que se iría sonriendo y volvería riendo”.
Campo de trabajo forzado
Una mañana, un guardia llamó unos nombres diciendo que estas cinco personas serían enviadas a un campo de trabajo forzado. Entre ellos estábamos mi esposo y yo. Pensando que los reclusos y guardias en el centro de detención ya sabían la verdad de Falun Dafa, consideré esta una oportunidad para aclarar la verdad en el campo de trabajo forzado.
Luego la jefa del centro de detención Lin me pidió que firme los documentos del campo de trabajo forzado. Me dijo: “Todos firmaron. Es tu tuno”.
Pensé por un rato y dije que no: “Me estás enviando a un campo de trabajo forzado. No puedo reconocer eso”.
Me contestó: “No hace diferencia. Irás allí firmes o no”.
En el camino, hablé con el conductor, desenmascaré la propaganda de odio del PCCh contra Falun Dafa. No mucho después que llegamos, un practicante nos trajo el nuevo jingwen de Shifu: “Los pensamientos rectos de los discípulos de Dafa son poderosos”, y todos intentamos memorizarlo. Yo me acordaba especialmente de una frase: “No importa cuál sea la situación, no cooperen con las demandas, órdenes e instigaciones del mal”.
La mañana siguiente, un oficial nos pidió a todos que salgamos a hacer ejercicios para mantenernos en forma. Pensando en el jingwen de Shifu que acabábamos de leer, me negué a salir. Viéndome hacer esto, otros seis practicantes también se quedaron. Al escuchar esto, el oficial regresó con unos guardias.
“Dejen a la pequeña aquí. Y saquen a los demás afuera”, grito la guardia Wu. Los guardias arrastraron a la fuerza a esos practicantes hacia afuera, a algunos los forzaron a hacer los ejercicios y a algunos los golpearon severamente.
Estaba confundida: todos hicimos lo mismo, entonces ¿por qué esa oficial me trató diferente? Luego me di cuenta que yo estaba pensando en base al Fa, mientras que los otros practicantes me estaban siguiendo a mí como ejemplo. Esa fue la diferencia.
Varios días después un practicante me dijo los versos para enviar pensamientos rectos, y los memoricé inmediatamente.
Cuando Wu, jefa de los guardias, por la mañana siguiente me pidió que saliera a hacer ejercicios, salí y comencé a practicar los ejercicios de Falun Dafa. Viendo esto, Wu me agarró del cuello, me arrastró a su oficina, y me forzó a pararme derecha contra la pared.
“Por favor, cálmate y escúchame”, le sonreí y dije. “Si hubiera hecho algo malo y me enviaran al campo de trabajo forzado, estaría de acuerdo en hacer ejercicios para mantenerme en forma. Pero me trajeron aquí por practicar Falun Dafa, eso significa que tengo que hacer los ejercicios de Falun Dafa aquí”.
Ella no estuvo de acuerdo: “Te tienes que disculpar”. Pregunté: “¿Por qué? No hice nada malo”.
Wu me dio una bofetada en la cara, pero no sentí dolor. Luego me pateó con fuerza, y tampoco sentí dolor. “Está bien. Ahora vamos a ver”, dijo y tomó una picana eléctrica. Miré la picana y repetí los versos para enviar pensamientos rectos. La picana no se prendía sin importar cuántas veces intentara. Frustrada, tiró la picana y regresó a su escritorio.
Me dijo: “Ven aquí. Verás, soy jefa aquí y estoy a cargo de la división. ¿Cómo puedes hacerme perder la cara frente a tanta gente?”, dijo furiosa.
Luego recordé una parte de la Sexta Lección de Zhuan Falun, en la cual las bellezas celestiales vienen para interferir con el joven que meditaba. Como las bellezas lo estaban molestando, el joven dijo que era un practicante de Falun Dafa así que no deberían tratarlo así, y entonces las bellezas desaparecieron. Sabía que, sin importar cuán enojada estuviera Wu, era parte de la ilusión para probarme.
Así que le dije sinceramente: “Oficial Wu, no estoy pensando en perder o no perder la cara. Solo sé que soy una practicante de Falun Dafa y tengo que hacer lo que necesito hacer”.
“Está bien entonces. Pasaste la prueba. Te puedes ir ahora”, me dijo. Le agradecí y regresé.
Después de regresar, me di cuenta que no era ella solo diciendo estas palabras. Era el aliento de Shifu. Para entonces, también tuve un nuevo entendimiento de lo que Shifu mencionó en Eliminen la interferencia:
"El Fa puede revelar todos los apegos, el Fa puede erradicar todas las perversidades, el Fa puede exponer y eliminar todas las mentiras y el Fa puede fortalecer los pensamientos rectos".
Sé que Shifu nos está ayudando todo el tiempo.