(Minghui.org) Durante mucho tiempo, yo fui el único practicante de Falun Gong en mi área. Estaba encantado cuando una pareja de practicantes se trasladó aquí.
Además de compartir nuestra comprensión del Fa, también fui a su casa a recoger materiales informativos sobre Falun Dafa.
Desafortunadamente, fueron arrestados y el esposo reveló mi nombre a las autoridades. Como resultado, fui condenado a varios años de prisión.
Cuando le dije a algunos presos de mi situación, me preguntaron si estaba planeando "saldar cuentas" con la persona que me traicionó.
“No, le perdonaré”, repliqué. "Es el partido comunista chino el que me sentenció, no el practicante".
Me admiraron por ser tan compasivo.
Un oficial de policía me dijo que poco después de arrestar a la pareja, el marido les dio mi nombre, por lo que no lo golpearon.
Aunque el practicante no fue golpeado durante el interrogatorio policial, creo que debe haber estado bajo mucha presión.
Miré hacia adentro para ver si tenía alguna omisión en mi cultivación y noté mi apego a ostentar.
Cuando conocí por primera vez a la pareja, les dije emocionadamente cuánto había hecho para crear conciencia sobre la persecución.
Una cosa similar ocurrió después de mi arresto. Con orgullo y confianza dije a los oficiales en el interrogatorio todo lo que había hecho para exponer la persecución a los practicantes de Falun Dafa.
Parecía como si no tuviera miedo de la policía, pero en el fondo de mi corazón, lo hice para mostrarme.
Nada pasa por casualidad
Cada practicante encarcelado tiene diferentes relaciones predestinadas con los presos y guardias que los rodean.
Por ejemplo, un recluso fue asignado para vigilarme mientras yo estaba obligado a sentarme en un pequeño taburete por largos períodos de tiempo. Una imagen apareció repentinamente en mi mente que yo había tratado a este recluso de una manera similar en nuestra última vida junta.
La pareja de practicantes que recientemente se mudó a mi área tenía un dialecto muy diferente, que me resultaba difícil de entender. Yo nunca había estado en su área y tampoco había escuchado nunca su dialecto, pero sentía como si ya los hubiera conocido anteriormente.
Más tarde me di cuenta de que tenía una relación predestinada con el marido en una vida anterior, en la que debo haberlo maltratado.
Ahora soy capaz de ver la traición sin ningún sentimiento de indignación, agravio o venganza.
Si podemos ver compasivamente las pruebas que se nos presentan, comprenderemos cómo tratarlas mejor.