(Minghui.org) ¡Saludos venerable Maestro! ¡Saludos compañeros practicantes!
Desearía intercambiar algunas de mis experiencias de cultivación acerca de como superé las dificultades, una tras otra, manteniendo una creencia firme en el Maestro y en Dafa.
Mi marido y yo vivíamos en una zona rural y practicábamos Falun Dafa. Cuando la persecución empezó en 1999, nuestra familia se separó por un período de diez años. Mi marido y yo hemos sido detenidos ilegalmente muchas veces en centros de lavado de cerebro, centros de detención y campos de trabajo forzado. Mi marido fue encarcelado durante cuatro años y me vi forzada a vivir en la indigencia durante muchos años.
Fuimos arrestados, y nuestros dos hijos (una hija de 15 años y un hijo de 5 años) se quedaron sin hogar y sin fuente de ingresos. Tuvieron que vagar de casa en casa de nuestros parientes. Se vieron obligados a trabajar en empleos a tiempo parcial para poder mantenerse. Mis suegros, ambos en sus 80 años, fallecieron un año después de que nos arrestaran a su hijo y a mi, su nuera.
Me recluyeron en un campo de trabajos forzados dos veces. Allí, me forzaron a trabajar como esclava junto con las demás prisioneras. Trabajábamos día y noche, y a veces toda la noche. No nos permitían dormir hasta que alcanzábamos cierta cuota de producción.
Un día, recordé el Fa del Maestro:
“No importa cuál sea la situación, no cooperen con las demandas, órdenes e instigaciones del mal” (Los pensamientos rectos de los discípulos de Dafa son poderosos, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).
Decidí no seguir las exigencias de la maldad. Cuando vi que la primera persona que alcanzó su cuota se fue a dormir. Me puse de pie también.
El guardia caminó hacia mi y me preguntó: “¿Has cumplido con tu obligación?”.
Le respondí: “No tengo ninguna obligación que cumplir aquí”.
Entonces me amenazó: “Si no alcanzas tu cuota, ¡incrementaremos tu sentencia!”.
Le dije con tranquilidad: “La persecución a la que me someten es ilegal, qué me importa si la incrementan o no”.
El guardia se alejó caminando y nunca volvió a mencionar que incrementaría mi condena.
En una ocasión, las prisioneras empezaron a hablar sobre la duración de sus condenas y sobre cuando serían liberadas. Al final, concluyeron que yo sería la última en salir. “Soy diferente de ustedes. Puedo salir el día menos pensado”.
Todas pensaban que eso no sería posible, pero lo fue y acabé saliendo de prisión un poco antes que las demás. Justamente como había dicho el Maestro: “Los pensamientos rectos de los discípulos de Dafa son poderosos”.
Me arrestaron otra vez en 2003, y me condenaron a dos años de trabajos forzados. Antes de llevarme al campo de trabajos forzados, me retuvieron en un centro de detención durante dos meses. Allí, memoricé la conferencia del Maestro: “Exponiendo el Fa en el Fahui de Filadelfia, Estados Unidos, 2002”. Comprendí que un practicante debía rechazar y repeler cualquier arreglo de los seres perversos.
En el campo de trabajo, sufrí síntomas de enfermedad grave. La policía no quería hacerse responsable de mi, así que llamaron a mis familiares para que me llevaran a casa. Escribieron una notificación: “Permiso de salida por enfermedad de cinco días de duración”.
El tercer día, después de volver a casa, algunos familiares y algunos practicantes locales me mostraron su preocupación. Me advirtieron que debía alejarme de mi casa y esconderme para evitar que me devolvieran al campo de trabajo.
En lo profundo de mi corazón, rechacé los arreglos de los seres perversos. Decidí que no podían controlarme, porque ¡solo el Maestro puede hacer arreglos para mi!
“Con los dizi repletos de pensamientos rectos,
el Shifu posee el poder de llevarlos al Cielo”
('Bondades entre el Shifu y los dizi', Hong Yin II).
Rompí en mil pedazos la notificación de la policía. “¡No iré a ningún sitio!”.
La policía no volvió a llamarme ni a presentarse en mi casa.
En principio, mi condena era de dos años pero salí antes de cumplir los ocho meses, debido a mis pensamientos rectos y a mi firme creencia en el Maestro.
Los cuatro años de condena de mi marido en prisión se cumplirían en 2009. Por mi parte, me había visto forzada a abandonar mi casa y a vagabundear durante mucho tiempo, porque la policía me había incluido en una lista de personas buscadas. Me pregunté: “Cuando mi marido regrese, ¿debemos continuar nuestra vida en la clandestinidad o debemos volver a casa y llevar una vida normal, estudiar el Fa, hacer los ejercicios y ayudar en los proyectos para salvar a la gente? No era una decisión fácil.
Le pedí al Maestro que me fortaleciera e incrementé mi estudio del Fa. Entonces leí:
“... no podemos dejar de tomar un baño porque haya gusanos, ni podemos buscar otro lugar para vivir porque haya mosquitos” (Zhuan Falun).
Llegué a comprender que no debemos convertirnos en indigentes por mucho tiempo debido a listas de personas buscadas y al hostigamiento de las fuerzas perversas. Debemos rechazar a estos gusanos y mosquitos, y limpiarlo todo.
Decidí seguir el camino que el Maestro arregló para mi. Decidí volver a casa, vivir de una manera digna, cultivarme, y validar el Fa.
A pesar de la preocupación por parte de algunos practicantes, volví a casa, en una fecha sensible, el 25 de abril.
No había visto mi casa desde hacía mucho, y cuando volví a verla quedé perpleja. El patio estaba cubierto de maleza. El tejado tenía grandes agujeros, y había telas de araña por todas partes. Casi todo lo de dentro de la casa había sido sustraído. Solo quedaron en su interior algunas cosas muy pesadas: tanques, archivadores y tuberías de agua rotas. Aunque quería marcharme de allí, comprendí que este era mi camino. Para salvarnos, el Maestro había soportado tribulaciones más allá de lo que podamos imaginar. Comparado con eso, limpiar y arreglar esta casa no era gran cosa.
Empecé, inmediatamente, a hacer las tres cosas y limpié la casa abandonada y el patio.
Mi marido fue puesto en libertad en agosto. Estaba muy débil, a nivel físico, pero de muy buen humor. Recuperó su salud rápidamente después de estudiar el Fa y hacer los ejercicios.
Queríamos rechazar la persecución económica de las viejas fuerzas y hablar con muchas personas, para que cambiaran su visión negativa de Dafa.
Antes de la persecución, regentábamos una tienda próspera. Un familiar la había estado administrando en nuestra ausencia, durante los diez años que duraba la persecución. Cuando mi marido y yo le expresamos nuestro deseo de retomar el negocio, accedió razonablemente.
Los negocios fueron bien. En ese año, pagamos todas las deudas de la escolarización de mi hijo. Incluso, pudimos ahorrar 50.000 yuanes. ¡El Maestro fue tan misericordioso al ayudarnos a atravesar esta tribulación económica!
Los negocios iban bien, pero tuvimos que afrontar un nuevo reto. Invertíamos tanto tiempo en el trabajo de la tienda que no disponíamos de tiempo para estudiar el Fa, y a veces, incluso no podíamos enviar pensamientos rectos a la hora global. Nos sentíamos muy afligidos.
Un día, quería llenar un cubo con agua, pero en la aldea donde vivíamos solo se suministraba agua durante un corto espacio de tiempo cada día, y había estado ocupada en ese momento. Cuando abrí el grifo solo se llenó hasta la mitad. Me arrepentí de no haber llenado el cubo antes.
De repente lo asocié con mi cultivación. Había estado tan ocupada con los beneficios económicos que no había reservado tiempo para hacer las tres cosas como nos pidió el Maestro. ¿Cómo podía haber estado tan ocupada? No había atesorado el tiempo que había extendido el Maestro para que salváramos a más gente. El tiempo de la rectificación del Fa es limitado, y cuando se acabe, será como el agua del grifo que dejó de correr súbitamente. ¡No habría más tiempo para lamentarme sobre lo que no he hecho! Ganar dinero es bueno. Pero si esto nos afecta para que no hagamos las tres cosas, debemos hacer algunos cambios.
Empecé a tratar este asunto con mi marido y le sugerí que cerráramos la tienda. Él no estuvo de acuerdo y le preocupó que nos estuviéramos yendo a los extremos. La gente podría malinterpretar nuestro comportamiento y dañar la imagen de todos los practicantes. Lo debatimos con algunos practicantes locales y la mayoría nos aconsejó que no lo hiciéramos.
Reconsideré la situación. Si continuábamos con la tienda, podríamos ganar un buen dinero. Pero no podríamos hacer bien las tres cosas y no podríamos enviar pensamientos rectos diarios en los cuatro horarios globales.
Recordé la enseñanza del Maestro:
“En el lugar de trabajo o en la sociedad, algunos pueden decir que tú eres malo, pero no necesariamente eres malo; algunos dicen que eres bueno, pero no necesariamente eres realmente bueno”. (Zhuan Falun).
Pensé que mientras me mantenga en el buen camino, encontraría la manera de sobrevivir. Siempre que transitemos el camino arreglado por el Maestro, ¡hará siempre los mejores arreglos para nosotros!
Compartí mis pensamientos con mi marido, y al final estuvo de acuerdo conmigo.
En cuanto nos decidimos a vender la tienda, un antiguo cliente nos preguntó si estábamos pensando en venderla. Cuando se enteró que sí, inmediatamente nos dijo que estaba interesado en comprarla. Varios días después, cerramos el trato y obtuvimos un buen precio por la tienda.
Sabíamos que el Maestro lo había arreglado todo.
En 2013, invertimos el dinero en reformar nuestra casa, y también compramos una furgoneta. Mi marido encontró un nuevo trabajo con la furgoneta y empezó a transportar estudiantes. Tenía dos turnos, de mañana y de tarde. El salario no estaba mal. A menudo transportaba a los compañeros practicantes al mercado a aclarar la verdad, o a otras áreas para repartir materiales. Sucedió exactamente como esperábamos, disponíamos de tiempo para hacer las tres cosas y podíamos sobrevivir con un trabajo a tiempo parcial. ¡El Maestro ha arreglado todo para nosotros! Justo como nos había dicho.
“La cultivación depende de uno mismo, el gong depende del shifu” (Zhuan Falun).