(Minghui.org) Vivo en una región montañosa. Junto a mi campo de maíz hay una morera, árbol de moras, y sus frutas eran dulces y grandes. Cuando iba a la finca, podía disfrutar de las frutas mientras trabajaba.
Un día noté cómo los cuervos habían estado comiendo las moras. Estaba muy alterado y le comenté a una practicante de Falun Gong que quería usar veneno mata ratas para deshacerme de los cuervos. Ella me recordó qué significa matar, que está prohibido por las enseñanzas de Falun Gong. Yo no tomé en serio sus palabras y solo quería proteger mis frutas favoritas.
Subí la montaña y esparcí el veneno mata ratas alrededor de la morera y por el área cercana. Cuando volví un par de días más tarde, encontré algunos excrementos de pájaros y plumas. Estaba muy contento y deseoso de que algún cuervo hubiese muerto al comer el veneno.
Algunos días después, volví con mi hijo. Estábamos estupefactos cuando llegamos. ¡ Mi campo de maíz estaba completamente destruido! ni una sola espiga de maíz fue perdonada, y las hojas estaban estropeadas. Me preguntaba quién hizo esto.
De repente un gran grupo de cuervos revoloteó sobre nuestras cabezas graznando ruidosamente. Sólo entonces recordé que soy un practicante de Falun Gong y que no debería matar. Pensé: "¡Qué he hecho! soy un cultivador. ¿Cómo he podído tener el pensamiento de tomar las vidas de otros?".
Me sentía terrible y continué disculpándome con los cuervos. "Lo siento, lo siento. He cometido un terrible error. Yo debería acatar los principios de Falun Gong y ser una buena persona, ser amable y considerado, no ser egoísta ni tomar vidas... perdónenme, perdónenme".
Entonces la bandada de cuervos se fue volando. Yo le dije a mi hijo: "El maíz está arruinado. Parece que tenemos que plantar algo más".
Regresamos a la montaña cuatro días después para preparar el campo para frijoles. Otra vez nos conmocionamos: Las plantas de maíz estaban en pie, alineadas de forma recta. Las hojas se agitaban hacia nosotros como si nos dijeran hola. Las plantas se veían saludables y fuertes como si nada hubiese pasado. Todo lo que pude decir fue: "¡Gracias Maestro! ¡Gracias Maestro!".
No tuve duda de que el Maestro había salvado mi maíz después de entender mi error. Desde ese entonces comencé a seguir los principios de Falun Gong en mi vida y nunca volví atrás.