(Minghui.org) Cuando era muy pequeña, padecía de una enfermedad que básicamente causaba que mi piel se pudriera. Me curé después de algún tiempo pero, más tarde, desarrollé una enfermedad de la tiroides, que causó que mi cuello se hinchara.
Al mismo tiempo, mi padre tenía hepatitis B, y tuvo que permanecer en el hospital durante mucho tiempo. Había adelgazado tanto, que el doctor se había dado por vencido con respecto a su recuperación. Yo me contagié también, cuando tenía ocho años.
En un intento de curar mi hepatitis B, mi madre me obligaba a beber una medicina muy amarga todos los días. Con mi padre al borde de la muerte y ayudándome en mi lucha contra la misma enfermedad, mi madre estaba muy deprimida. No la había visto sonreír durante mucho tiempo.
Afortunadamente, en aquella época, mi abuela aprendió a practicar Falun Gong. Ella le enseñó la disciplina a mi padre, quien pronto recobró su salud. Mi madre me quitó la medicina que había estado tomando y me hizo practicar Falun Gong junto con mi padre. Todas mis enfermedades desaparecieron también.
Mi madre estaba sonriendo otra vez. Así comencé a cultivar Falun Gong hace 21 años.
Una infancia feliz
Después de que empecé a practicar Falun Gong, mis calificaciones mejoraron drásticamente. Aunque en la escuela primaria había sido considerada una alumna de lento aprendizaje, me clasifiqué entre los mejores estudiantes en la secundaria, preparatoria y en la universidad. Mi madre estaba orgullosa de mi mejora.
Mi padre me dijo que el Maestro Li Hongzhi, el fundador de Falun Gong, me había concedido la sabiduría de ser una buena estudiante, pero que yo debería permanecer siempre modesta.
Sabía que mi padre tenía razón, así que apliqué los principios de Falun Gong de Verdad-Benevolencia-Tolerancia para cultivarme, y traté a los demás con amabilidad. Si en la escuela se presentaban conflictos o tribulaciones, buscaba la causa hacía adentro. Si me agraviaban o se aprovechaban de mí, simplemente sonreía y lo dejaba ir.
Cada fin de semana, mi padre me llevaba al parque para practicar los ejercicios y estudiar el Fa con el grupo. A veces, les enseñábamos los ejercicios a los nuevos practicantes. Una escuela secundaria muy buena me aceptó como estudiante en base a los resultados de mis exámenes. Fue un tiempo feliz, y sabía que Falun Gong me estaba guiando para ser como un angelito.
Una adolescente callada
Estaba disfrutando de unas vacaciones de verano maravillosas, practicando Falun Gong con mi padre, hasta el 25 de julio de 1999. Mi padre llegó a casa sorpresivamente, vigilado por muchos policías que irrumpieron en nuestra casa y la saquearon, buscando libros de Falun Gong. La policía confiscó todos nuestros libros de Falun Gong. Mi felicidad se detuvo súbitamente.
Aunque mi padre tenía una expresión muy valiente en su rostro, pude ver que sentía dolor por la pérdida de los libros. Me dijo que el gobierno había manchado a Falun Gong, y que él planeaba ir a Beijing a apelar por el derecho a practicarla. Quería ir con él, pero mis padres me dijeron que era demasiado pequeña.
Después de que mi padre se fue a Beijing, fue arrestado en el tren. La policía trató de obligarlo a renunciar a su creencia en Falun Gong, pero él se negó. Luego fue despedido de su unidad de trabajo y enviado a un campo de trabajo forzado por tres años.
Durante ese tiempo, los policías saquearon nuestra casa repetidas veces, y nos interrogaron a mi madre y a mí. Nuestros familiares y amigos también creyeron las mentiras propagadas por el gobierno acerca de Falun Gong, y se alejaron de nosotros por completo.
Después, mi madre fue despedida también de su unidad de trabajo. Encontró uno nuevo, pero era un trabajo de hombre y tenía que llevar cargas pesadas. Sólo le pagaban 600 yuanes al mes. Mi madre me pidió que no me preocupara y que siga estudiando duro.
Finalmente, fui aceptada en una escuela secundaria importante y matriculada en la clase avanzada. Seguí estudiando el Fa y practicando los ejercicios junto con mi abuela, así que no fui presa de las malas influencias. Siempre llevaba el uniforme de la escuela debido a la situación financiera de mi familia, pero no me importaba qué pensaban los demás acerca de mi apariencia.
Un día, uno de mis compañeras me humilló frente a muchos estudiantes diciendo que era fea, igual que mi uniforme. Estuve de acuerdo con él y le sonreí. Él se sorprendió y se quedó quieto por un tiempo antes de alejarse.
Encarcelación de mi padre
Apenas había comenzado la escuela secundaria, cuando liberaron a mi padre. Él no me habló acerca del tiempo que pasó en el campo de trabajo forzado, pero pude ver que allí había perdido sus dientes. Me dijo que me cultivara diligentemente y que les contara a mis compañeros los hechos acerca de Falun Gong.
Lo escuché cuando le habló a mi familia sobre la persecución que sufrió mientras estuvo encarcelado. Relató cómo lo habían torturado los guardias y lo encerraron en una celda pequeña. En el invierno, en la celda hacía un frío terrible y se vio obligado a correr en círculos en un espacio minúsculo. Lloré mientras lo escuchaba contando su historia.
Después de unos meses, mi padre fue arrestado de nuevo y lo sentenciaron a otros tres años de trabajo forzado por negarse a renunciar a Falun Gong. En total, mi padre fue detenido ocho veces. También lo encarcelaron en el momento en que tomaba mi examen para ingresar a la universidad.
Durante el último trimestre en la escuela secundaria, estaba apegada emocionalmente a los resultados de mis exámenes. Surgieron en mi mente los apegos a la competitividad y los celos, y era menos diligente en el estudio del Fa. Estudiar para la escuela se volvió cada vez más agotador, pero tampoco podía dormir bien en las noches.
Estaba atrapada en una situación dolorosa y parecía que no podía liberarme por mí misma cuando, de repente, surgió un fuerte deseo en mi corazón, de estudiar Falun Gong otra vez. Comencé a estudiar el Fa diligentemente, cada día. Después hacía mi tarea y luego estudiaba para el examen de ingreso a la universidad. Estudiando el Fa como prioridad principal, me relajé y ya no estaba apegada a los resultados del examen. Después, pasé el examen y fui admitida en una importante universidad.
La muerte de mi madre
A pesar de la persecución a la que fue sometido mi padre, mi madre empezó a practicar Falun Gong en el 2007. Ella fue perseguida hasta la muerte en 2014, cuando se negó a renunciar en su creencia en Falun Gong y en el Maestro Li Hongzhi.
Después de la muerte de mi madre, estuve muy deprimida durante más de un año. Mi padre y yo nos apoyamos mutuamente y seguimos con nuestra cultivación, estudiando el Fa y haciendo los ejercicios. Entonces, mi padre fue arrestado otra vez y enviado a otro campo de trabajo forzado. Mientras escribo esta experiencia, él todavía está encarcelado.
Fue difícil entrar a la casa vacía cuando llegaba de la escuela. Me venció una profunda depresión y a menudo me sentaba en el piso llorando. Me di cuenta que tenía dos opciones a elegir: estar deprimida o cultivarme y practicar Falun Gong. Por supuesto, elegí lo último.
La protección del Maestro
A veces, veo escenas hermosas en otras dimensiones. También recibí algunas pistas muy claras acerca de mi seguridad.
Una vez, durante un almuerzo, mientras montaba mi bicicleta cruzando una intersección, un coche pasó la luz roja y me atropelló. Fui arrojada de mi bicicleta y lanzada en el aire. Aterricé en el suelo bastante lejos de mi bici. Mi primer pensamiento fue cuánto dinero me iba a costar si la bicicleta se había dañado. No pensé en mi cuerpo en absoluto.
Al revisar la bicicleta, vi que sólo las ruedas estaban un poco dañadas. Me sentí aliviada y lista para ir a casa.
Fue entonces cuando miré a mi alrededor y me di cuenta que estaba rodeada de policías de tránsito y de personas que habían presenciado el accidente. Me dijeron que debería llamar a mi familia y pedirle al conductor que me pagara algo de dinero. Ellos pensaban que debería ir al hospital para que me revisen.
Yo sabía que el Maestro me había protegido y que iba a estar bien. Les dije a los espectadores que no había ningún problema y que estaba bien. Sólo tenía unos pocos rasguños en mi cara, brazos y rodillas –esto era todo.
Pero, algunas de las personas que habían presenciado el accidente, dijeron: "Fuiste arrojada muy alto en el aire. ¿Cómo podrías estar bien?".
El conductor del coche ofreció llevarme al hospital para que me revisaran, pero sólo le sonreí y le dije que estaba bien y lista para irme. La policía de tránsito me obligó a apuntar el nombre del conductor y su número de licencia y luego me dejó ir.
Comí en mi casa y, en la tarde, me fui en bicicleta a la escuela.
Seguiré siendo firme en mi creencia en Falun Gong.