(Minghui.org) Soy una mujer anciana de 59 años, del campo, y empecé a practicar Falun Gong en marzo de 1999. Poco después la persecución comenzó y todos los medios controlados por el régimen empezaron a atacar a Falun Gong y a su fundador. Oficiales de la policía local y oficiales gubernamentales, saquearon las casas de los practicantes de Falun Gong y confiscaron los libros de Falun Gong. También exigieron que los practicantes renunciaran a su creencia. La situación era extremadamente cruel.
Sin dolor por las descargas eléctricas
Después de darme cuenta que los canales legales estaban bloqueados para los practicantes de Falun Gong, decidí ir a la Plaza Tiananmen para protestar pacíficamente en el invierno de 2001.
Como muchos practicantes, fui arrestada ilegalmente y llevada a un centro de detención. Ahí los oficiales me golpearon en la cara cuando fui jalada fuera de la camioneta de policía. Luego fui llevada a una oficina, donde cuatro oficiales me golpearon y patearon. Entonces me ataron los brazos detrás de mi espalda, me noquearon hasta el suelo y me conmocionaron con picanas eléctricas.
Me mantuve enviando pensamientos rectos. Aunque podía ver los destellos azules y oír el crepitar de las picanas eléctricas, no sentí dolor.
Tras darse cuenta que las descargas no tenían efecto en mí, un oficial de policía les dijo que las descargaran en el pecho y en la zona genital. Yo pensé: “¡ustedes no pueden en absoluto!”. De hecho ellos pararon y continuaron descargando en mi cara.
No hicieron preguntas sino que me torturaron por horas, me privaron del sueño y me negaron el uso del baño. Estuve atada al poste de la meta de baloncesto, en la intemperie a una temperatura extremadamente baja.
Grite: “¡Falun Dafa es bueno! Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”. Y recité Lunyu. Un oficial de policía recogió un trapo sucio y lo metió en mi boca. Me llevaron adentro y me hicieron sentarme en el suelo en un frio corredor.
A pesar de que mi cara y mi cuerpo estaban morados por los choques eléctricos, yo no sentía dolor. Estaba profundamente agradecida con el Maestro por soportar todo el dolor y el sufrimiento por mí.
Pruebas experimentadas por otros practicantes
Después de ser transferida a otro centro de detención, conocí a una practicante de Anhui que parecía tener 40 años. Dijo que oficiales de policía masculinos, extendieron sus brazos y los golpearon hasta que quedaron llenos de moretones. Sus piernas también fueron golpeadas y las heridas estaban supurando.
Había otra practicante del sur con su hijo de dos años de edad. Los policías le dieron choques eléctricos en la garganta y esta lucía negra e hinchada. Ella no podía hablar y el niño siguió llorando.
La policía de mi ciudad me regresó allí. En el tren me confiscaron 300 yuanes y discutieron cómo extorsionar a mi familia por más dinero.
Me llevaron a instalaciones de detención donde fui golpeada con un tubo de plástico blanco. Me liberaron dos meses después.
Amenazada por la policía
La oficina local 610 y la policía arrestaron a mi segunda hermana menor y a mí en 2002.
Algunos compañeros practicantes y yo nos pusimos en huelga de hambre como protesta por la detención ilegal. El jefe del centro de detención nos golpeó y amenazó en transferirnos a un campo de trabajos forzados. Yo permanecí impasible y le dije a mi marido que ignorara los intentos de extorsión del centro de detención.
Continué recitando el Fa y enviando pensamientos rectos para dejar ir mis apegos. Hable de Falun Gong mientras era interrogada. Algunos se marchaban y otros argumentaban conmigo y llamaban a “colaboradores” para “transformarme”. Yo permanecí firme en mi fe.
Hermana menor sin miedo
Preocupada por mi condición en el centro de detención, mi tercera hermana menor fue a la división nacional de la estación de policía para exigir mi liberación. La policía amenazó con arrestarla. Mi hermana no mostró miedo y siguió exigiendo mi liberación.
“Si nos das 30.000 yuanes”, dijo uno de los oficiales, “liberaremos a tu hermana mayor. Si no la enviaremos a un campo de trabajos forzados”. Mi hermana se rehusó a cooperar.
Primero liberaron a mi hermana menor y yo fui liberada en el noveno día de mi huelga de hambre.
La policía intentó extorsionarnos con 3.000 yuanes cuando mi tercera hermana menor fue a recogerme. Les dijo que tenía solo 20 yuanes, destinados a cubrir la tarifa del autobús. El jefe de la división nacional tomó el billete de 20 yuanes y lo metió en su bolsillo.
Un oficial de policía instó a mi hermana para que me cargara en su espalda.Mi hermana se rehusó y los acusó de torturarme hasta tal estado. Cuando un preso me cargó afuera, mi hermana menor me señaló y dijo a la policía: “Miren lo que han hecho. Mi hermana estaba bien y sana cuando la trajeron aquí. Ahora ella está así. ¿Qué es lo malo de practicar Falun Gong? ¡Cómo pueden dañar a las personas de tal manera!”. El policía se quedó en silencio.
Intento fallido de lavado de cerebro
La oficina 610 provincial y la estación de policía local, arrestaron a 20 practicantes, y entre ellos a mi tercera hermana menor y a mí, y nos llevaron a unas instalaciones de lavado de cerebro.
Estábamos separados y el personal de lavado de cerebro exigió que cada uno escribiera una declaración garantizando la renuncia a Falun Gong, y nos forzaron a mirar DVD difamatorios sobre Falun Gong.
Todos los practicantes se mantuvieron firmes y clarificaron los hechos a quienes trataban de “transformarlos”.
“Todos ustedes son muy lúcidos y racionales”, dijeron estas personas, “y no como nos dijeron”.Algunos dijeron: “Yo pensé que podíamos transformarlos. En cambio, ¡ustedes nos están transformando a nosotros! Tenemos que seguir las órdenes de arriba”.
Toda esta gente se fue tras algunos días. Los oficiales de lavado de cerebro, forzaron a mi anciano padre a venir al centro de lavado de cerebro para persuadirnos de firmar el documento de “transformación”. Nos rehusamos y mi padre comenzó a golpearnos y golpear su cabeza contra la pared.
“Los discípulos de Dafa están salvando seres conscientes”, pensé. “No debo cooperar con el mal. Firmar tales declaraciones va en contra de nuestra conciencia. Todas estas personas estarían cometiendo un crimen también”. Permanecí muy firme, rehusándome a firmar las declaraciones y dije: “Me iré a casa mañana”.
Ya que ninguna de sus tácticas funcionó, la policía nos llevó a las tres en un patrullero. Al día siguiente, todos los practicantes fueron liberados.
Mi marido deja de interferir
Habiendo experimentado la persecución repetidamente miramos hacia adentro. Nos rectificamos y comenzamos a estudiar el Fa más frecuentemente. Creía que había sido perseguida porque no prestaba suficiente atención al hablar de Falun Gong con la gente y porque la persecución en nuestra área era peor que en otras áreas.
Comenzamos a distribuir volantes en cada pueblo y ciudad en las áreas de nuestro derredor. Después de la publicación de los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista, también distribuimos DVD y folletos sobre este tema. Mi hermana menor y yo hablamos de la práctica de cultivación a casi todos nuestros clientes.
Cuando ayudaba a mi esposo, él se preocupaba cada vez que hablaba sobre Falun Gong. Miré hacia adentro buscando mis apegos. Tendía a precipitarme para obtener resultados rápidos y fallaba en mantener una mente calmada, como resultado no podía hacer las cosas con sabiduría. Cuando mejoré, clarifiqué los hechos bien y mi marido me apoyaba más.
Hablar de Falun Gong con sabiduría
Pasando por una pequeña tienda en el campo me detuve y hablé con algunas personas acerca de la autoinmolación en la plaza Tiananmen, la sustracción forzada de órganos que el PCCh hacía con fines de lucro y del movimiento para renunciar al PCCh.
Ellos argumentaron que el partido (PCCh) les daba dinero y subsidios. Les expliqué que el dinero que tenían era ganado por su arduo trabajo. También hablé de la importancia de elevar la moral y de los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Pronto comprendieron y renunciaron al PCCh.
Cuando intenté aclarar los hechos a otra persona, él se rehusó a escuchar y empezó a difamar a Falun Gong. Dijo que escuchó a cerca de dos hermanas de cierta ciudad que fueron arrestadas y torturadas. Él preguntó: “¿Qué bien puede hacer ir en contra del PCCh?”
Le dije que yo era una de las hermanas que mencionó y además le expliqué que no había nada de malo en ser una buena persona.
“El PCCh ha cometido crímenes sin fin”, dije, “y ciertamente será castigado. La gente debe crear sus propias redes de seguridad rompiendo lazos con el PCCh. Por ejemplo, si la fábrica donde usted trabaja está a punto de irse a la quiebra, ¿no le gustaría encontrar una solución?”. Finalmente él entendió la cuestión que yo exponía y renunció al PCCh. También le pidió a su hijo que renunciara.
Una tarde, mi tercera hermana menor y yo distribuíamos volantes en un pueblo. Un hombre empezó a correr tras nosotras y tratamos de evitarlo enviando pensamientos rectos. Cuando se acercó nos detuvimos y le preguntamos por qué nos perseguía. Nos preguntó por qué corríamos y si éramos ladronas.
Nosotras lo acompañamos a su casa y le hablamos a él y a su familia sobre Falun Gong. Todos renunciaron al PCCh y a sus organismos afiliados.
“Todos somos miembros del partido comunista. Todos queremos renunciar”.
Conozco al ex jefe de nuestra estación local de policía, quien una vez me arrestó. Cada vez que me encontraba con él, le clarificaba los hechos, pero no escuchaba y trataba de evadirme.
No hace mucho él fue a una reunión de clases. Fui allí a clarificar los hechos y lo vi. Como él sabía que habíamos presentado denuncias penales contra Jiang Zemin, me preguntó cuáles crímenes Jiang había cometido. Dije en voz alta: “Crímenes de genocidio”. Asintió con la cabeza y su actitud cambió. Aceptó con agradecimiento todo lo que le di ese día, incluyendo folletos, el software para atravesar el bloqueo de Internet y amuletos de Falun Gong. También quiso renunciar al PCCh. Algunos de sus ex compañeros de escuela dijeron: “¡Todos somos miembros del partido comunista, todos queremos renunciar!”.
Un oficial de policía comprende los hechos sobre Falun Gong
El invierno pasado, practicantes en nuestro condado clarificaron los hechos de puerta en puerta. Durante uno de esos viajes, un amable aldeano nos dijo que debíamos irnos rápido pues alguien nos había reportado a la policía.
Guardamos nuestros materiales en la casa de un aldeano y decidimos caminar en diferentes direcciones. Pronto un carro de policía vino. Un oficial arrestó a mi compañera practicante y otro oficial me dijo que me subiera al carro también.
La otra practicante les siguió clarificando los hechos mientras yo enviaba pensamientos rectos. Entonces el celular de la practicante sonó. Quitó la batería para proteger a otros practicantes. Cuando llegamos a la estación de policía tiró la batería. Después un oficial me dio la batería y me dijo que no la desperdiciara. Reconocí a otros dos oficiales ahí, a quienes una vez había clarificado los hechos. Habían renunciado al PCCh.
Querían liberarnos, pero el jefe de la estación quería conservar a mi compañera practicante. Tras algunas idas y vueltas, también la liberó.
Fe inquebrantable
A través de los años, mis compañeros practicantes y yo hemos hablado con la gente en todas las calles de todos los pueblos de nuestro condado y la gente ha empezado a aceptar a Falun Gong a través de nuestros pensamientos rectos y nuestras acciones.
Siento que lo hemos hecho hasta hoy gracias a nuestros fuertes pensamientos rectos y la firme creencia en el Maestro y el Fa. La cosa más importante es dejar ir los apegos humanos.
El Maestro dijo:
“Soltando los apegos de la gente común
Ya un dios al obtener el Fa”
(Salvando a todos los seres conscientes, de Hong Yin)