(Minghui.org) Un día, estaba hablando en un parque con la gente sobre Falun Dafa y se me unió otro practicante. Vimos a una pareja caminando despacio; la mujer tenía que sostener al hombre mientras que luchaba para caminar con una cojera. El practicante me dijo que el hombre trabajaba para la policía, y que había tenido un ataque después de atender a una conferencia sobre como reprimir a Falun Dafa en Beijing en el 2000. Después de su ataque, los practicante trataron de decirle sobre Falun Dafa y la persecución, pero se negó a escucharlos. Sentí en mi corazón que debía tratar de hablarle.
Me le acerque, empecé a conversarle, y le pregunté qué le había pasado a su pierna. Aproveché la oportunidad para decirle sobre Falun Dafa, pero él no escuchaba. Como vio que no me rendía, se enojó y gritó: “¿Sabes quien soy? ¡Trabajo para la policía!”. Sacó su teléfono del bolsillo para reportarme. Su esposa rápidamente me aconsejó que me fuera, y agregó que él no escucharía a nadie, ni siquiera a ella.
Una semana después, lo vi nuevamente en el parque. Caminé hacia él y le dije: “Está predestinado que nos encontremos otra vez. Me preocupo por su futuro”. El no trató de refutarme, pero dijo en voz baja: “Deberías irte”.
Una tercera vez lo vi sentado solo. Me preguntaba qué hacer. La misericordia de Dafa me guiaba hacia él. Me senté y pregunté dónde estaba su esposa. Señaló en la dirección que estaba. Luego le dije que aquellos que no renunciaban al partido comunista chino también quedarían implicados en su futuro.
Le expliqué que el video sobre la supuesta auto-inmolación en la plaza Tiananmen era una mentira. Y además dije: “Nos hemos encontrado tres veces. No quiero rendirme con usted. Su cuerpo sanará, si repite sinceramente: “Falun Dafa es bueno, Verdad, Benevolencia y Tolerancia son buenos”.
Esta vez, escuchó todo lo que le dije sin enviarme lejos. Le dije que lo intente.
Unos días después, yo estaba en el parque nuevamente y vi a alguien caminando hacia mí, ¡era la misma persona! Ahora no tenía problemas para caminar recto y sin apoyo.
Contenta me acerqué y le dije: “¡Ahora puedes caminar, y sin ayuda de nadie! ¿Dónde está su esposa? Me reconoció y dijo: “Ya no necesito su ayuda nuevamente. He caminado hasta aquí por mi cuenta”. Le dije: “¿Lo que te dije era verdad, correcto?”.
Sonrió y asintió diciendo: “Sí, sí” Le dije: “Entonces, ¿renunciarás al partido comunista chino para asegurar tu seguridad? Nuevamente dijo: “¡Si, si!”.