(Minghui.org) Un día se hizo tarde para tomar el autobús, y partió justo antes que llegara. No me gustaba esperar quince minutos para el siguiente, pero tan pronto me subí, alguien me llamó para sentarme junto a él.
Escudriñé su rostro, pero no pude reconocerlo hasta que vi la boca y la nariz. Entonces, recordé.
"¿Es usted el doctor X? ¿Por qué está tan delgado? Difícilmente puedo reconocerlo,” le dije.
Me respondió que ahora tenía presión arterial alta, colesterol alto y azúcar en la sangre. Su audición tampoco era demasiado buena.
No podía creer que él era el médico que me había tratado hacía veinte años. ¡Era diez años menor que yo!
Veinte años atrás, tenía la presión arterial alta, enfermedad cardíaca reumática, artritis reumatoidea, ciática, hiperplasia cervical, lumbar y muchas otras enfermedades.
Iba al hospital casi todos los días y tomaba toneladas de medicinas. Después que me jubilé, me mudé a la casa de mi hijo, así que no lo había visto por dos décadas.
Pero él me reconoció inmediatamente después que subí al autobús. Me dijo que sólo tenía el cabello un poco gris, pero que en gran parte, parecía más joven que hace veinte años.
Preguntó qué me había pasado. Le conté que aprendí Falun Gong y que soy practicante; que mis enfermedades desaparecieron luego de un año de cultivación. No puse un pie en el hospital desde entonces. Apenas algunos resfriados, y todavía podía cuidar de mis dos nietos.
Entonces comentó: "Es un milagro, un verdadero milagro."
Luego bajó la voz y dijo: "Usted era miembro del partido comunista chino (PCCh). ¿Se anima a practicar Falun Gong?".
Le conté que todos fuimos engañados por el PCCh. Hablamos de la historia atroz del régimen y de las mentiras que se propagaron para perseguir a Falun Gong. También le hablé sobre renunciar al partido y que esperaba que lo hiciera.
Me dijo que conocía a algunos practicantes en su barrio y que también había escuchado de ellos la verdad. No se atrevía a unirse a la práctica debido a la severa persecución. Pero después de ver mi cambio, manifestó que iba a hablar con ellos.
Poco después, llegué a mi parada. Era hora de bajarme del autobús y decirle adiós. Le deseé lo mejor.
Tiempo después, me encontré con una practicante que era amiga de la esposa del médico. Me contó que había comenzado a practicar Falun Gong y era muy diligente en la cultivación. Estaba muy feliz por él.