(Minghui.org) El 4 de enero de 2016 fuimos con otro practicante a distribuir información. Nos dirigimos a un pueblo llevando calendarios para escritorio y otros materiales sobre la persecución de Falun Dafa. Cuando comenzamos a caminar, levantamos la mirada y vimos una patrulla de policía viniendo hacia nosotros.
No tuvimos miedo. Tomamos nuestras bicicletas, nos movimos y ellos nos siguieron. Uno gritó que nos detuviéramos, cosa que hicimos.
Me acerqué al vehículo con bondad en mi corazón. "¿Por qué nos paran?", pregunté. "El tiempo apremia, y necesitamos difundir la verdad para salvar a la gente”.
Nos preguntaron qué teníamos en los bolsos, le explicamos que eran materiales para salvar a la gente. Tres policías descendieron del vehículo. Dos uniformados y uno vestido de civil.
El que manejaba preguntó de dónde éramos, y le respondí: “Todos somos de la tierra”, se rió entre dientes y comencé a contarles sobre Falun Dafa; luego mi compañero se unió a la charla.
Uno preguntó por los calendarios. Se lo abrí, dejé que vea y le dije: “La gente practica Falun Dafa en todo el mundo, en más de 100 países. El único lugar donde no se permite es aquí, en China, bajo la dictadura comunista.
El policía de civil repitió la palabra “dictadura” y pidió uno.
Les conté sobre los funcionarios corruptos que tuvieron retribución de yeli por perseguir a Falun Dafa. Luego, enumeré a aquellos que pensé que conocerían; y les dije que debían dejar de participar en la persecución.
Escucharon atentamente y asintieron con la cabeza.
Mi compañero les aclaró los conceptos erróneos acerca del engaño de la “auto-inmolación” en la Plaza Tiananmen.
Entonces, un policía de otra patrulla se acercó. Le pregunté si era supervisor, y dijo: “¿De dónde son?”. Los uniformados respondieron: “Dijeron que son de la tierra”. Este otro oficial no parecía molesto con nosotros.
Caminé hacia él con compasión. “Eres muy joven”, le manifesté. “Deberías asegurarte una salida para tu futuro. No participes en perseguir a las buenas personas que practican Falun Dafa”.
Vio que tenía un calendario de escritorio y nos pidió que les dejáramos algunos. Más tarde, subimos a las bicicletas en búsqueda de la gente del pueblo.