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Al practicar Falun Gong recuperé mi salud pero me enviaron a prisión y me torturaron

Feb. 23, 2016 |   Por Zhang Guoliang, practicante del condado de Gong’an, provincia de Hubei, China

(Minghui.org) “Cuando tenía 19 años, una enfermedad me empujó al borde de la desesperación. Tenía un fuerte deseo de sobrevivir, y esto me llevó a practicar Falun Gong. Pronto recuperé mi salud y mis esperanzas por la vida revivieron”.

Esto fue lo que dijo el Sr. Zhang Guoliang cuando comenzó a practicar Falun Gong.

Cuando en julio de 1999 empezó la persecución a la práctica, el Sr. Zhang fue arrestado y sentenciado a tres años y medio de prisión, donde sufrió horrendas torturas. Su pecho fue dañado gravemente, y desarrolló hidrocefalia. La reputación de su familia también se vio empañada con acusaciones sin fundamento.

A continuación el Sr. Zhang nos relata su experiencia.

Grave enfermedad en el riñón desaparece después de aprender Falun Gong

En 1996 estaba en el ejército, destinado en la ciudad de Yantai, provincia de Shandong. Tenía 19 años.

Mi unidad tuvo una gran fiesta el 1 de octubre, y al día siguiente comimos el marisco sobrante; mala idea. Casi todos, yo incluido, sufrimos intoxicación y nos llevaron al hospital. Orinaba sangre y me sentía cansado. Después de un examen físico en el hospital militar general de Jinan, me diagnosticaron la enfermedad renal nefritis IgA, por lo que fui clasificado como indeseable.

Me dieron un tratamiento de hormonas y empecé a tomar muchas pastillas. Un médico militar me dijo que para tal enfermedad no había cura en ninguna parte del mundo. Lo más terrorífico fue que me advirtió que eventualmente se convertiría en uremia, y que moriría más pronto si me casaba o formaba una familia.

Me sentí desamparado e indefenso. Estaba al borde de la desesperación. ¿Cómo pudo pasar algo así? ¡Solo tenía 19 años!

Durante esos días, mi comandante a menudo me visitaba en el hospital. Trataba de animarme: “No tengas miedo. Si la medicina occidental no puede curar tu enfermedad, te llevaremos a un médico de medicina china. Si éste tampoco puede curarte, trataremos con recetas especiales. Si tampoco funcionan, puedes probar practicar Falun Gong”.

Seguí su consejo y probé con la medicina occidental y luego con la china. Ninguna de las dos funcionó. Luego regresé a mi hogar para encontrar una receta especial. Después de tres meses de tratamiento, volví a mi unidad. La enfermedad regresó la primera noche.

Entonces, pensé en Falun Gong. Me reuní con mi comandante para saber más sobre el tema. En ese entonces, decenas de millones de chinos de todas las clases sociales lo practicaban. Muchos eran académicos y autoridades en sus campos.

Me hice preguntas sobre eso. Se trata de personas sabias y de pensamientos profundos. Sería poco probable que creyeran sin alguna buena razón. Estaba determinado en darle a Falun Gong una oportunidad.

Paré de tomar pastillas, y luego de tres meses de práctica, dejé de orinar sangre. Fue así que decidí practicar Falun Gong por el resto de mi vida.

A finales de 1997 me retire del ejército, y en 1999 contraje matrimonio. Al año siguiente, mi mujer dio a luz a nuestra hija.

Después de empezar a practicar también me ocurrió otro milagro. Había contraído una enfermedad de la piel que la volvió escamosa y me daba comezón.

Por años tuve esta molesta condición sin poder encontrar un tratamiento efectivo. En menos de dos semanas de practicar Falun Gong, desapareció. Alrededor del mediodía, después de una siesta, me lavé la cara y se desprendió una capa de piel, fue así como terminó.

Mi sufrimiento

Sobre cómo mi madre rogó por mi liberación cuando estuve en peligro de muerte

El 31 de diciembre de 2001, alguien que había sido engañado por la propaganda del partido comunista, me denunció a la policía cuando me vio junto a otros practicantes colgando una bandera sobre la persecución a Falun Gong. Fui arrestado y llevado a la comisaría el 5 de julio de 2002.

El superintendente me interrogó torturándome toda la noche. “Te mataremos si no confiesas”, dijo. “¿No informa vuestro sitio web Minghui que [a partir de 2001] más de 1.000 practicantes de Falun Gong fueron perseguidos por la policía hasta la muerte? ¿Tú no quieres ser parte de esos números, no es cierto? Puedo golpearte hasta que tus piernas estén rotas. Nadie tomará tu caso, incluso si tu madre se arrastra hasta Beijing para pedir que me procesen. ¡Nadie se atrevería a encargarse de tu caso!”.

En ese momento, mi madre realmente estaba rogando por mi liberación detrás de la puerta, pero la ignoraron y me dieron una golpiza. Un policía me agarró del pelo y golpeó mi cabeza contra la pared. Comencé a sangrar de inmediato.

Sentenciado a 3 años y medio de prisión

El 6 de enero de 2002 fui otra vez arrestado y llevado a la comisaría del condado. Los días siguientes estuve en detención criminal y fui formalmente arrestado dos semanas más tarde.

La corte me sentenció a tres años y medio en julio de 2002 sin ninguna evidencia legal. Luego de nueve meses de detención, dos policías me llevaron a la prisión de Hongshan en la ciudad de Wuhan a mediados de septiembre.

Guardiacárcel ordena que todos los practicantes de Falun Gong sean aceptados a pesar de las enfermedades

De acuerdo a las regulaciones de la prisión, los policías pueden negarse a recibir a alguien gravemente enfermo.

El médico de turno de ese día se negó a recibirme luego de revisar mi historial médico. También se había negado a aceptar a otro practicante que habían llevado el mismo día, debido que tenía afecciones cardíacas.

A pesar de eso, el policía que me trajo dijo: “Son practicantes de Falun Gong, así que no tienen enfermedades y son muy saludables. Solo tómalos”.

El médico no pudo decidir qué hacer y fue a reportarlo al director del hospital de la prisión. Un supervisor de policía llegó y le dijeron que éramos practicantes de Falun Gong. “¿Falun Gong? No necesitan pedir permiso, solo tómenlos”.

Cuelgan de mi cuello un pesado barril con agua

Después de un día en la prisión de Hongshan, fui transferido a la prisión de Qinduankou en la provincia de Hubei.

Los guardias instigaban a los prisioneros a torturarme como quisieran. Me amenazaron y golpearon, trataron de lavarme el cerebro y me obligaron a realizar trabajos pesados. Me privaron del sueño, golpearon mi cabeza contra la pared, y me patearon el pecho con las pesadas botas del uniforme militar.

Sufrí una tortura llamada “escarbando la pared”. Reclusos criminales me ataron las manos detrás de la espalda y me ordenaron pararme a un metro de la pared, me inclinaron hasta tener el torso paralelo al suelo y presionaron mi cabeza contra el muro, de esta forma tenía que sostener todo el peso de mi cuerpo con la cabeza y los pies.

Me obligaron a hacer trabajo pesado durante largas horas, desde las 5 a.m. hasta las 9 p.m. Me daban solo cinco minutos en cada comida y otros cinco minutos para ir al baño. Me ordenaron escribir “informes de pensamiento” por las noches, y también leer el reglamento de la prisión hasta la medianoche o incluso más tarde.

Otra tortura cruel llegó cuando dos criminales prepararon un barril con agua de 25 kilogramos de peso y lo colgaron de mi cuello con una cuerda de plástico. Si llegaba a derramar una gota, me daban una paliza.

De vez en cuando, Wang Wei, uno de los criminales, se fijaba cuán profundo había penetrado la cuerda en mi cuello. “Con los practicantes de Falun Gong como tú, cumplimos órdenes desde arriba. Nadie será responsable si te matamos a golpes. Se reportaría como muerte por causas naturales en prisión”.

Trató de hacerme escribir una declaración de renuncia a mis creencias y denunciando a Falun Gong. “Serviste en el ejército”, me dijo: “Así que debes saber lo qué pasa si interrumpimos aquí el flujo de sangre. Pronto entrarías en shock”.

“Solo hazlo. Quitaré el barril de tu cuello si prometes escribir la declaración”.

Me negué, así que dejaron el barril colgado a mi cuello durante dos horas.

A continuación, me forzaron a quedarme quieto en cuclillas como un soldado por un largo tiempo. No me permitieron acomodar mi peso de otra forma. Pensé que iba a desmayarme.

Al día siguiente no pude erguir la cabeza; el cuello me dolía terriblemente.

Luego de hacer trabajo duro durante todo el día, fui obligado a soportar el barril durante la noche. Mis torturadores agregaron más agua y trajeron a un practicante mayor. Le ordenaron que apoyara todo su peso en el barril, para hacerlo todavía más difícil.

El practicante se negó, diciendo que no quería herirme. Entonces lo golpearon severamente por no cumplir. Él se colocó cerca mío y puso su cabeza ligeramente sobre el barril para reducir el peso en mi cuello.

El criminal Wang le ordenó que se distanciara de mí. Cuando el practicante se negó, lo pateó muy fuerte. El anciano se cayó y se levantó con mucha dificultad. Cuando pudo estar de pie, lo obligaron a mantenerse en esa posición durante una hora.

Después de eso, no pude sostener la cabeza por casi todo un mes.

Examen médico sospechoso

Mientras estuve en prisión me hicieron varios exámenes médicos. Sospechaba, y pensaba en la sustracción forzada de órganos a los practicantes de Falun Gong cada vez que me tomaban muestras de sangre. Una vez llenaron dos tubos de muestra.

También examinaron mi corazón, cerebro, pecho, ojos, orina y otras funciones orgánicas.

Una vez, pregunté a un policía: “¿Por qué solo a los practicantes de Falun Gong nos hacen estos exámenes?”.

“Es porque el gobierno los cuida”, dijo. “Así que no vuelvan a quejarse del gobierno”.

Hidrocefalia torácica por violenta golpiza

A un recluso criminal llamado Huang Zhijian, los guardias le ordenaron golpear a los practicantes de Falun Gong. Siempre que estaba de mal humor, me ordenaba pararme contra un muro y me golpeaba con una silla de madera. En ocasiones, no me permitía comer o me privaba del sueño toda la noche. A veces me obligaba a ponerme en cuclillas como un soldado durante más de dos horas cada vez.

Una vez, me forzó a “cavar la pared” y me pateó en el estómago de repente. Fue tan doloroso que no pude respirar. El dolor duró más de un mes, acompañado por dificultades para respirar.

Al mismo tiempo en que estaba siendo torturado, fui obligado a realizar trabajos duros hasta que estuve demasiado débil para continuar. Fui llevado a la clínica de la prisión, donde el médico de turno me diagnosticó pleuresía tuberculosa e hidrocefalia. Dijo que estaba en condición crítica y que debía ser enviado al hospital inmediatamente.

El guardia Qiu Fan pareció indiferente cuando le mostré el diagnóstico del médico. “No voy a aprobar lo que diga el hospital”, dijo. “Los casos de practicantes de Falun Gong deben ser informados al comisario político de la prisión antes de que se tome cualquier acción. Lo siento mucho, pero como él se encuentra en viaje de negocios, tendrás que esperar”.

Cuando le dije que me encontraba en condición crítica, me gritó: “¡Tu muerte no es asunto mío!”.

La tarde siguiente fui al hospital y permanecí allí por tres meses. Cuando regresé a prisión, el médico en jefe del hospital me advirtió que me cuidara, porque no estaba del todo recuperado.

Mi familia sufre en la persecución

Mi familia y parientes también sufrieron por la persecución; implicó un tremendo dolor para todos nosotros.

Mi familia era monitoreada constantemente por agentes de la oficina 610. Monitoreaban nuestras llamadas de teléfono, nos seguían y nos amenazaban. También vigilaron a mis suegros.

Policías, funcionarios de gobierno y funcionarios de comunidades residenciales iban constantemente a mi casa para hostigarnos. Nos saquearon y confiscaron nuestras pertenencias. Un policía llamado Cao Jingbo, una vez me golpeó en frente de mi hogar.

Después de que fui arrestado, mi zapatería fue cerrada. Mi esposa e hija tuvieron que irse a vivir con mis suegros, que ya tenían dificultades financieras. Mi madre sufrió mucho y pasó por una gran presión.

Mi esposa y yo salimos a buscar trabajo, mientras tanto, agentes de la oficina 610 continúan acosando a mis suegros.