(Minghui.org) Linda, una practicante de Falun Dafa (el nombre ha sido cambiado para proteger su identidad) fue arrestada en 2002 por distribuir materiales que exponían la persecución.
A pesar de estar en prisión, ella continuó contando a todos los que conocía sobre la persecución. Muchos de los presos aprendieron sobre Falun Dafa y la persecución, y muchos renunciaron al partido comunista chino y a sus organizaciones.
Las paredes de la prisión no pueden hacer que la gente deje de escuchar sobre Falun Dafa
Una mujer de unos 30 años fue quien más se benefició. Su situación era lamentable. Su marido había muerto accidentalmente durante una disputa familiar. Para eludir la responsabilidad, sus dos cuñados la incriminaron. Fue sentenciada a 10 años de prisión.
Había perdido todo, su libertad, su marido, y su casa, ya que sus dos cuñados dividieron su propiedad y su hijo de 10 años quedó solo en casa. Estaba abatida, se sentía indefensa y desesperada.
Linda tomó a esta mujer bajo su ala y se hizo cargo de ella. Le enseñó a afrontar dificultades y tribulaciones. Le habló acerca de la vida y sobre el círculo de nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte. Le explicó que las bendiciones y tribulaciones que le pasan a uno están basadas en la virtud y en el yeli de cada uno, nada pasa por casualidad.
También le contó sobre Falun Dafa e historias que cuentan que “el bien es retribuido con el bien, mientras que hacer el mal será castigado”. Ella estaba fascinada con las historias y abrazó los principios de Falun Gong. También empezó a recitar: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno", todos los días.
En vez de monitorear a los practicantes como le ordenaron los guardias de la prisión, los protegió. Vigilaba mientras éstos hacían los ejercicios. Se volvió más alegre y enérgica, y finalmente su sentencia fue reducida a la mitad de tiempo.
Después de ser liberada, se dio cuenta que sus dos cuñados le habían robado todo, su casa, su campo y demás. Estaba desolada y fue a buscar a Linda. Linda la calmó y le sugirió que discuta este problema con el líder del pueblo. La mayoría de los lugareños tenían simpatía con ella, porque sabían que le habían puesto una trampa. Con la ayuda de todos ellos, recuperó una parte de las tierras que había perdido.
Es una mujer muy trabajadora, y su vida mejoró. Más tarde se casó con un agricultor de otro pueblo. Él es un caballero y la trata muy bien, tienen una vida feliz y armoniosa juntos.
Ahora, viven en la ciudad desde hace unos cuantos años y son muy exitosos en sus negocios. Su hija fue a un colegio prestigioso, se graduó y obtuvo un muy buen trabajo.
“Soy tan afortunada de haberme topado con Falun Dafa”, ella le cuenta a cada persona que conoce. "¡Soy tan bendecida! No puedo imaginarme cómo sería mi vida de otro modo”.
Le contó a los practicantes: “Respeto profundamente a ustedes y sus creencias. También quiero leer el libro Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa, ¡y también quiero ser una practicante!”.