(Minghui.org) El 3 de julio de 2016, la Sra. He Shufang de la ciudad de Daqing fue arrestada después de ser denunciada a la policía por entregar materiales sobre Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino.
La Sra. He Shufang.
La policía la llevó de vuelta a su casa 6 horas más tarde y saquearon su domicilio. Le dijeron a su esposo que después la llevarían al centro de detención de Daqing.
Su esposo la agarró y no la soltó. Después de un paréntesis de 20 minutos, los agentes del arresto llamaron a más de 30 agentes para ayudarles. 2 agentes le soltaron y la secuestraron.
La policía envió el caso de la Sra. He a la fiscalía local y ella enfrenta una acusación por su fe.
El arresto de la mujer de 52 años dio un duro golpe a su marido diabético y a su suegra postrada en la cama, quienes confiaban en ella para cuidarles.
La suegra de la Sra. He.
La anciana madre y su hijo no podían entender por qué la Sra. He, una nuera y esposa amorosa, debía pagar un precio tan caro por ejercer su derecho constitucional a la libertad de creencia. Anhelan su liberación rápida.
Falun Gong la atrae
Perdió a su hija hace 10 años. Casi al mismo tiempo, su esposo contrajo diabetes y como resultado sus pies se infectaron y camina con cojera. Como si eso no fuera suficiente, la empresa para la que él trabajaba también se declaró en quiebra, dejándolo sin trabajo.
Si no hubiera sido por su fe, se habría derrumbado ante tales adversidades. Le da crédito a Falun Gong por darle la fuerza para recuperarse. Trabajaba de cuando en cuando para mantener a su familia y cuidó bien de su marido.
Hace tres años también tuvó que cuidar y hacerse cargo de su suegra. La anciana, de casi 80 años, es incontinente y está postrada en cama. Sin embargo, la Sra. He nunca se quejó, ya que se había acostumbrado a considerar primero a los demás, tal como enseña Falun Gong.
Habiendo tenido experiencia de primera mano con el impacto positivo de Falun Gong en su vida, nunca evitó decirle a la gente que la persecución estaba equivocada. Un acto tan simple, sin embargo, la dejó en custodia policial, dejando a su marido y a su suegra desolados.