(Minghui.org) Antes, pensaba que cuando me enfurecía, sin importar si era con algo o con alguien, era mi verdadero yo el que se enfurecía. Pero más tarde cambié este concepto, incluso antes de que empezara a cultivarme.
La ira se disuelve sin dejar rastro
Una mañana, cuando estaba a punto de cerrar la tienda de fotocopias donde trabajo, una pareja entró y me exigió que sus documentos fueran mecanografiados e imprimidos rápidamente. Como mi habilidad a la hora de mecanografiar no es la mejor, les dije que podía ayudarles pero que me llevaría algo de tiempo. Aún así, me pidieron que les mecanografiara el documento.
La pareja se quedó de pie y mientras miraban por encima de mí cómo lo hacía, empezaron a criticar mi trabajo mientras me decían que me diera prisa. Me sentí molesta pero dije: “Es un borrador. Corregiré los errores después cuando lo revise”. Permanecieron en silencio durante uno o dos minutos, y entonces, la mujer empezó a criticarme de nuevo.
Entonces, el hombre me preguntó donde podía lavarse las manos. Le señalé un cubo con agua. En lugar de tomar un poco de agua entre sus manos, se las lavó directamente introduciéndolas en el cubo.
Aunque intenté controlarme, los sentimientos de ira empezaron a brotar. Ahora, el agua ya estaba sucia y no podía usarla para cocinar. ¡Qué desperdicio! Aunque sentí que estaba a punto de explotar, seguí mecanografiando.
Eso no fue lo último, porque el hombre también se unió a la mujer, y me empezaron a criticar juntos. Al límite de mi paciencia, me volví hacia ellos, les devolví el documento y les dije que buscaran a otra persona que se lo hiciera.
Se enfurecieron y empezaron a insultarme. Me sentí ofendida y me disgusté mucho. Aunque no los insulté, discutí con ellos en voz alta. Nos gritamos tan fuerte que no podía escuchar lo que me decían.
De pronto, vi un mal gesto en la cara del hombre. Mi mente se quedó en blanco y pensé: “Es una lástima que alguien pueda sentirse tan furioso”. En ese momento, sentí como si una mano enorme extrajera de mi pecho, una masa amorfa de aire.
Todos mis sentimientos de odio desaparecieron sin dejar rastro, y me encontré calmada y en paz. Dejé de responderles. Como dejé de discutir, la pareja acabó calmándose y marchándose.
Controlada por una sustancia que parece flotar
Mi experiencia me ha demostrado que cuando una persona se enfurece, está siendo controlada por una sustancia que parece flotar. Si uno es capaz de sobreponerse a los efectos que produce esta sustancia, uno no se enfurecerá en absoluto.
La ira viene del exterior, no es una parte de nuestro yo verdadero. La ira es una emoción humana, y como tal, no forma parte de nuestro verdadero yo.
El dios de las emociones fue creado para los seres humanos de esta dimensión, por dioses de niveles más altos. Nosotros, los cultivadores de Dafa, sobrepasaremos los límites de la emoción y cultivaremos la benevolencia. Es de la mayor importancia distinguir nuestro verdadero yo del sentimentalismo humano.
Algunos años después, cuando me enfurecía con algún compañero practicante, recordaba el encuentro que he descrito anteriormente e inmediatamente enviaba pensamientos rectos. Me decía: “No soy yo quien está furiosa. No tengo odio”.
De inmediato, la ira desaparecía igual que aquella vez. En un instante, mi corazón se llenaba de paz. Nosotros, los practicantes, no deberíamos enfurecernos o dejar que las emociones nos muevan el corazón.
He reflexionado sobre cómo nos afectaban las emociones. Nuestro cuerpo humano y los pensamientos están compuestos de muchos tipos de materias que se encuentran en el universo. Cuando los cultivadores nos peleamos entre nosotros y discutimos sobre como hacer el trabajo de Dafa o algún proyecto mientras sentimos ira, estamos reaccionando como lo haría la gente común.
Desde cierto punto de vista, podemos decir que es una demostración del lado perverso de la materia, desde el nivel microcósmico al nivel macrocósmico. Esto es opuesto a la característica de Falun Dafa.
Los cultivadores debemos eliminar las materias malas que no forman parte de nuestro verdadero yo .