(Minghui.org) Soy el esposo de una practicante de Falun Gong. Aunque no practico Falun Gong, he sido acosado y llevado por la policía desde que el partido comunista inició la persecución en 1999. Incluso me forzaron a vagar por las calles, sin hogar, por un largo período de tiempo.
Contrariamente a lo que podrías estar pensando, estas tribulaciones me han hecho más maduro, más sabio y tranquilo. Pero no sucedió de la noche a la mañana. Me gustaría compartir algo de lo que he experimentado que contribuyó a mi transformación.
Mi esposa ha sido arrestada, encarcelada e incluso enviada a un campo de trabajo forzado. La vida era una lucha terrible. Todos los días la llamaba por teléfono a casa. Si nadie contestaba, tendría que ir nerviosamente y empacar todos los materiales de Falun Gong.
Una vez mi esposa fue arrestada cuando habló de Falun Gong en público. Varios cientos de practicantes locales fueron conmigo a la comisaría para pedir que fuera liberada.
La mayoría de los manifestantes nunca me habían conocido antes. Muchos vinieron a alentarme y consolarme. Estaba muy emocionado: los practicantes de Falun Gong son realmente grandiosos; vinieron por el bien de mi esposa a pesar del peligro.
Un practicante me dijo: "Aunque estás en una situación difícil, te sentirás honrado en el futuro".
Me dije: "Usted está tratando de consolarme. En este momento solo quiero matarme. ¿Qué honor? Estoy bajo tal estrés, qué pasará con nuestro hijo, mi trabajo, nuestros padres... ¿Cómo puedo manejar todo esto? No puedo dormir. Cuando me enfrento a la policía, ni siquiera puedo respirar". Es realmente difícil describir el horror que enfrenté.
A menudo rezaba, prometiendo renunciar a todo mientras mi esposa regresara sana y salva. Pero no lo hizo.
Los dolores y las dificultades me obligaron a ser más maduro y tranquilo. Un año después fue liberada. Después de que desapareció la presión, caí enfermo. Pero no había carga en mi corazón y pude dormir profundamente.
Cuando me recuperé unos meses más tarde, decidí hacer algo por los practicantes que me habían ayudado. A menudo me pidieron que fuera con ellos para ver a abogados o pedir a la policía que liberara a practicantes detenidos. Nunca los rechacé, ni siquiera en la víspera del Año Nuevo Chino.
Varios abogados me preguntaron por qué estaba dispuesto a hacer cosas para los practicantes, a pesar de que no practico Falun Gong. -¿No tienes miedo?- preguntaron. Les dije: "Sólo quiero ayudar a aquellos que me han ayudado antes. Ustedes defienden a los practicantes, hablan por ellos y los visitan en lugares potencialmente peligrosos. Me dan esperanzas. Si no tienen miedo, no tengo nada que temer. Me siento honrado de ayudarlos”.
Se conmovieron por mis palabras. "Sería genial si hubiera un esposo o esposa de un practicante de Falun Gong así en cada provincia. Nuestro trabajo sería mucho más fácil", dijo uno. Me dieron un título: "El familiar de practicante de Falun Gong número uno de la nación".
Desde entonces, siempre me llaman "Hermano" y me tratan con respeto. Realmente me sentí honrado. Un reconocido abogado de derechos humanos oyó hablar de mí y me elogió mucho.
Una vez estaba charlando con un hombre de 80 años en un lugar turístico. Mencionó que la gente de su vecindario andaban pasando un libro llamado los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista y me preguntó si lo había leído. Yo dije: "Por supuesto. Es un gran libro”.
Varias personas cercanas nos oyeron. Uno me dijo: "Es un libro de Falun Gong. Joven, no debes creer lo que dice". Cuando le pregunté por qué no, un tipo dijo: "No puedes criticar al partido comunista, te apoya financieramente. Es un error hacerlo”.
Le dije: "Bueno, si no trabajo, nadie me pagará. Nos merecemos todo lo que tenemos, porque nos lo hemos ganado. No lo conozco, pero si me quedo en casa un día, me pagarán un día menos. Así que no creo que el partido me apoye financieramente".
El viejo caballero me ayudó a convencerlos. Nos hicimos eco al relacionar la despreciable historia del partido comunista. La mayoría de los transeúntes escuchó en silencio y estuvo de acuerdo. El hombre que me dijo que estaba equivocado no tuvo nada más que decir.
Antes de irme, compré una botella de agua para el caballero y le di las gracias. Fue una experiencia maravillosa.
Una vez fui a otra ciudad con varios practicantes. Queríamos asegurar la liberación de un practicante arrestado. En el camino, tuve fiebre alta y casi me desmayé. Pero todavía insistía en ir. Cuando llegamos allí, me sentí mejor. El centro de detención estaba rodeado de policías. Algunos se acercaron a nosotros cuando nuestro coche se detuvo.
Salí del coche y dije a los practicantes que se fueran y me dejaran tratar con la policía. La policía me detuvo y me preguntó por qué estaba allí. Cuando les dije, me llevaron a un coche de policía y me interrogaron. El aire era pesado. Un oficial dijo que el practicante que estaba tratando de rescatar no fue detenido allí. Yo estaba bastante nervioso. Apenas podía mantener la calma y tratar de discutir con él. Ese oficial era duro. Dijo: "Te estoy diciendo que él no está detenido en esta instalación. Sólo vete de aquí”.
Me tenía que ir. El centro de detención estaba en una zona remota sin transporte público. Tuve que caminar un poco porque no quería que los practicantes se arriesgaran a recogerme en el centro de detención. Después de unos minutos, me di cuenta de que un coche me seguía lentamente a distancia. Llamé a los practicantes, diciéndoles que no vinieran a recogerme.
Me llevó media hora llegar a un centro comercial. Entré y salí de una y otra tienda, y también entré en un cuarto de baño. Finalmente me deshice de la persona que me seguía. Mi ropa estaba empapada en sudor y mis músculos estaban doloridos.
Cuando regresé a casa, mi esposa me elogió por mis esfuerzos para ayudar a sus compañeros practicantes.
Un practicante me agradeció después de hacer algo por él. Dije sinceramente: "Mientras estén seguros, estoy dispuesto a soportar todas las dificultades del mundo”. Realmente pienso así.
He tenido miedos y dolores en los últimos años. A veces, cuando estaba en peligro, pensé en abandonar. Pero mi abrumadora experiencia me ha traído la felicidad.
Quería compartir lo que he experimentado para que más personas, especialmente los familiares de los practicantes, se levanten y les ayuden. Realmente necesitan nuestra ayuda. No sé qué tipo de peligro o dificultades me esperan en el futuro, pero seguiré ayudando todo lo que pueda.
Si está leyendo esto, por favor, no ignore más este problema. Trabajemos juntos por la libertad de Falun Gong y por un futuro brillante.