(Minghui.org) Soy una aldeana. Comencé a practicar Falun Gong (también conocida como Falun Dafa) en agosto de 1997. Después de cultivarme, todas mis enfermedades, incluida mi joroba que me ha incomodado tanto durante décadas, desapareció.
El Maestro Li (el fundador de Falun Gong) me dio una nueva vida. Para agradecer al Maestro por su compasiva salvación, debo atesorar esta oportunidad sin precedentes y firmemente cultivarme en Dafa.
Asistiendo a la conferencia de Falun Dafa
Asistí a la conferencia de nueve días de Falun Dafa en mi aldea en agosto de 1997.
El primer día de la conferencia, fui a la clase andando con la ayuda de un bastón, doblado y jorobado. Me concentré en escuchar el video del Maestro.
Mi dolor desapareció sin avisar, y me sentía genial. Era una sensación indescriptible el no sentir dolor.
En el cuarto día, caminé hacia la clase sin mi bastón. El Maestro también abrió mi tercer ojo. Vi el verdadero cuerpo del Maestro. También vi Falun girando sin detenerse dentro de la clase.
A menudo veía maravillosos Falun girando a mi alrededor cuando hacia las tareas domésticas. En dos ocasiones cuando meditaba, vi el Cuerpo del Maestro dándome una palmada en mi chepa y Falun girando a mi alrededor.
Espalda enderezada
Estaba extremadamente ocupada entre el trabajo doméstico y la granja. Cuando era joven, me caí y sufrí fracturas en dos lugares de mi columna. No me sometí a ningún tratamiento médico. Mi cintura se inclinó, y mi espalda se deformaba, obligándome a andar con un bastón y siempre estaba mirando hacia abajo.
Una tarde, bajé las escaleras para cenar. De repente sentí que estaba siendo empujada desde atrás. Me caí al suelo y rodé tres metros. Cuando me levanté me sentía alta. Podía ver las cosas colgadas de la pared.
¡De repente me di cuenta que la curvatura de mi espalda ya no estaba! No podía creerlo. Me toqué la espalda. ¡La joroba ya no estaba! Comencé inmediatamente a llorar.
Me arrodillé frente al cuadro del Maestro con las dos manos juntas en la posición de heshi. Agradecí profundamente al Maestro entre lágrimas. Mi familia también vino y se arrodilló conmigo para agradecer al Maestro.