(Minghui.org) Soy una practicante de Falun Dafa de 57 años de la campiña de Mongolia Interior. Mi esposo trabaja fuera del pueblo y no es practicante.
Mi marido ha estado profundamente influenciado por el partido comunista chino (PCCh) y su ideología ateísta. En el pasado, cuando le hablaba sobre Falun Dafa, siempre objetaba lo que decía y elegía creer las mentiras y la propaganda difundida por los medios estatales de China.
Siempre recibía quejas de su parte, y a menudo decía: “Es mi desgracia haberme casado contigo en esta vida. No me has traído felicidad”.
A veces, cuando yo estallaba en cólera, lo cacheteaba y le gritaba. Era muy dominante en casa. Pero, ¿cómo podría salvar a las personas con ese comportamiento? ¿Cómo podría convencerlo de la grandeza de Dafa?
El año pasado, vino a casa para el Año Nuevo Chino. Pensé en qué clase de practicante era si ni siquiera podía salvar a un familiar. Él no sabía la verdad acerca de Dafa porque yo no le había hablado apropiadamente al respecto, no podía presenciar la belleza de Dafa a través de mi persona.
Como había mejorado mi carácter moral y era más compasiva con los demás, quería que él lo viera y experimentara la bondad de Dafa.
Sabía que debía ofrecerle la salvación, por lo que empecé a pensar más en sus necesidades y a cuidarlo. Él sentía mi compasión y a menudo me miraba con respeto.
Entonces me preguntó: “¿Cómo es posible que hayas cambiado tanto?”.
“Dafa me cambió”, le respondí. “¿No piensas que ahora soy diferente?”. Dafa nos enseña a ser desinteresados”. Me escuchaba en silencio asintiendo con la cabeza.
Continué contándole sobre la disciplina, y dijo: “Desde que el PCCh se estableció, nos ha dicho que peleemos con el Cielo, la Tierra y la gente. Hacemos esto cada día. Cuando las personas se conocen, sospechan unas de otras, aún antes de entablar una conversación”.
Mientras más hablaba, mi discurso se llenaba de sabiduría. Comenzó a entender qué estaba diciendo y asentía con la cabeza continuamente. Hasta estuvo de acuerdo en recitar en voz alta: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”.
Antes de regresar a trabajar, lloró y me dijo: “No te he traído ninguna felicidad. Sin embargo, tú me has ayudado y me has traído felicidad”.