(Minghui.org) La Sra. Wang Shuqiu estaba en su casa con nueve invitados el 25 de octubre, cuando ocho oficiales golpearon la puerta. Dijeron que eran del comité de la calle y venían a registrar a su nieta como nuevo miembro de la familia.
Ella se negó a abrir la puerta, porque sus invitados estaban leyendo el libro de Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino.
La Sra. Wang y sus amigos terminaron de leer una hora y media después. Mientras salían, la policía los estaba esperando y los secuestraron a todos.
La Sra. Wang está actualmente detenida en el centro de detención de la ciudad de Jilin, pero el paradero de los otros nueve, es desconocido.
Hostigada durante años por practicar Falun Gong
No es la primera vez que la Sra. Wang es blanco de persecución por su fe. La mujer de 65 años de edad reconoce que Falun Gong le dio buena salud, así que nunca deja de decirle a la gente que la persecución está mal. La policía la hostiga en respuesta.
En noviembre de 2008 la arrestaron por primera vez mientras repartía información sobre Falun Gong en la calle. Due Xingze, un policía, le dio una bofetada cuando se negó a revelar su nombre y dirección. La mantuvo en una silla toda la noche antes de enviarla a un centro de detención local al día siguiente.
La Sra. Wang y otros practicantes detenidos eran vigilados las 24 horas.
A los 20 días de estar detenida, recibió una sentencia de un año de trabajo forzado y la transfirieron al campo de trabajo forzado de Heizuizi. Un guardia de apellido Xu le dijo a la policía: “Digo que deberían arrestar a más [practicantes]. No pierdan el tiempo con ladrones, porque ellos están obligados a robar porque no tienen para ganarse la vida”.
La Sra. Wang se negó a renunciar a su fe y por ello fue sometida a distintas formas de abusos. La forzaron a quedarse parada y quieta por largos periodos de tiempo. Los guardias le aplicaban descargas eléctricas con sus picanas.
El 23 de abril de 2014, la Sra. Wang fue nuevamente arrestada, esta vez afuera de la prisión de Jilin, donde estaba recogiendo a una practicante local que acababa de terminar su sentencia de prisión. Esta vez la mantuvieron por diez días.