(Minghui.org) Antes de comenzar a practicar Falun Gong, estuve siete años paralizada. Me diagnosticaron tuberculosis, que se expandió de mis pulmones a los ganglios linfáticos y huesos. Muchas veces tenía convulsiones. Francamente estaba esperando morir.
Sin embargo, tuve la fortuna de leer el libro de Falun Gong en 1996. Por medio de practicarlo, no solo recuperé mi salud sino que también se armonizó mi vida familiar.
Abundantes tribulaciones
Me casé a los 30 años, y la familia de mi esposo nos construyó una casa pequeña para los dos. Mi primer hija nació en 1983, después de lo cual estuve muy débil y siempre cansada incluso haciendo poco esfuerzo.
Dos años después, cuando estaba embarazada de cinco meses, una bicicleta chocó mi bicicleta camino a casa. El otro conductor se dio a la fuga. Me caí y sentí un pequeño dolor en las piernas.
No mucho después, perdí control de la pierna derecha. Quedé paralizada cuando estaba con siete meses de embarazo. Mi familia sugirió el aborto. Sin embargo, los médicos se negaron, porque pensaban que iba a morir durante el procedimiento. Tuve un niño.
Mi hija tenía 3 años cuando nació mi hijo. Mi esposo era maestro privado con un ingreso bajo e irregular. No teníamos ahorros y no podía pagarme un médico. Estaba postrada en la cama y muchas veces no tenía fuerzas ni para hablar. Vivía con dolor y desesperación.
Me dan diez años más en un sueño
Tuve un sueño cuando mi hijo tenía tres meses. Dos guardias de seguridad vinieron a verme, me miraron y se fueron. Dos señoras vinieron un poco después y me llevaron a un lugar tenebroso. Los guardias estaban ahí. Apareció un oficial de alto rango, miró a los dos guardias y a las dos señoras y dijo: “No se vayan. Déjenme hacerle unas preguntas”.
El oficial me preguntó: “¿Qué creencias tiene tu madre y la madre de tu familia política?”.
Le dije que mi suegra era cristiana y que la familia de mi madre no era religiosa. Me preguntó si creía en el cristianismo, y contesté que nunca me había unido a ninguna religión.
“¿Qué harás en el futuro?”, fue la segunda pregunta. Yo contesté: “Encontraré la mejor vía de cultivación del mundo!”.
Me preguntó si estaba segura, y le dije que sí. Entonces decidió darme 10 años más de vida y les dijo a las señoras que regresaran mi cuerpo.
Al regresar, abrí los ojos y me pregunté si había estado soñando.
Le conté a mi madre sobre el sueño cuando me visitó. Ella me dijo: “Ayer estuviste a punto de morir. ¿Cómo es que estás tan bien hoy?”.
“Ese oficial me dio diez años más. Podría tener diez años más de vida”. Mi suegra se enteró de lo que pasó y se las arregló para conseguir dinero prestado para que fuera a ver un médico.
El médico dijo que tenía tuberculosis y que necesitaba un injerto de hueso. El hospital local no podía hacer la cirugía, pero mi familia no podía pagar un hospital mejor. Ellos persuadieron al médico para que me operara en el hospital local.
El 28 de enero de 1987, el médico sacó un pedazo de hueso de mi cadera derecha, lo pulió y lo injertó. La operación salió bien. El médico se hizo famoso por esta operación y luego lo transfirieron al hospital provincial.
Después de tres años, paralizada de nuevo
Regresé a casa. Mi suegra cuidó de mis niños mientras yo estaba en el hospital. Se fue cuando regresé, porque mi casa era muy pequeña para una persona más. Mi hija tenía tres años y mi hijo siete meses de edad. Estuve postrada en la cama más de 100 días.
Antes de salir del hospital, el médico aconsejó que me alimentara con comida nutritiva para asegurarme que el tejido se reprodujera alrededor del nuevo hueso. Éramos pobres y estábamos endeudados.
Mi esposo salía a trabajar para mantenernos. No podíamos pagar a un ama de casa para que me cuidara. Mis dos hijos y yo nos quedábamos en casa. Éramos tan pobres que muchas veces no teníamos para comer.
Perdí la sensación en la pierna derecha tres años después. Gradualmente, perdí la sensación en la pierna izquierda también, y no me podía dar vuelta. La tuberculosis en mis huesos regresó, y mi vida era una agonía.
Como las deudas de mi primera operación aún no se habían pagado, no podíamos pagar de nuevo el hospital. Quedé postrada en la cama por los siguientes siete meses. Mis hijos me cuidaban cuando mi esposo se iba a trabajar. Era difícil para ellos mantenerme limpia, la almohada debajo de mí siempre estaba mojada. Mi casa estaba sucia y olía mal.
Dos párrafos del libro de Falun Gong renuevan mi vida
En 1996, mi hija tenía 13 años y mi hijo 10. A menudo hablaba con una anciana vecina mía. Teníamos una buena relación.
En mayo, esta mujer vino a mi casa con un libro en sus manos. “Lee este libro. Es maravilloso. Dejarás de pensar que la vida es mala después de leerlo. Recién me lo dieron. Léelo y estoy segura que te ayudará”.
No tenía pensado leerlo, ya que mi memoria era mala y no podía entender mucho. No creía que hubiera un libro que fuera tan bueno como ella decía. Pero insistió: “¿Quién intentaría engañarte, teniendo los problemas de salud que tienes? Dale una mirada. Si lo lees te gustará. Si no te gusta, me lo devuelves”.
Acepté y le di una mirada. Me gradué de la secundaria y tuve buenos resultados académicos. Comencé por el principio. Me conmoví al leer los dos primeros párrafos en la introducción y me quedó un pensamiento muy claro en la mente “Verdad-Benevolencia-Tolerancia es la característica del universo. Me pareció que el universo era la naturaleza. Nunca antes supe que el universo tuviera una característica”.
Me sentí muy cómoda cuando pensaba sobre la característica del universo. No me había sentido así en toda mi vida. Cerré los ojos y me dormí con el libro en el pecho.
Vecinos testigos de mi mejoramiento
Tuve un sueño en el que volaba al cielo azul lleno de estrellas. Un gran fo aparecía en el sur. Las palabras del fo sonaban como si estuviera en estéreo; su voz hacía eco, y la tierra temblaba.
Mis hijos me despertaron, y mi hija me dijo: “Mamá. Siempre dices que no puedes dormirte. ¿Cómo te dormiste hoy?”. Les conté sobre el sueño. Se miraron sorprendidos los dos. Mi hijo dijo: “Mamá, luces mucho mejor hoy y estás hablando claramente. ¿Estamos soñando? Esto no puede ser verdad”.
Fueron a buscar a su tía. Cuando regresaron, me vieron parada apoyada contra la pared. Ella me vio y se asustó, porque yo estaba tan enflaquecida después de haber estado siete años postrada en la cama. No podía creer lo que sus ojos veían. Salió corriendo a la calle a gritar las noticias. Muchos vecinos la escucharon y vinieron también a verme. Caminé lentamente del dormitorio a la cocina.
Mi esposo regresó a casa en ese momento y vio tanta gente en la entrada de nuestra casa. Un vecino le dijo: “Mira a tu esposa. ¿Qué le pasó?". Mi esposo contestó: “Lo sé. Sabíamos que esto sucedería, tarde o temprano”. Pensaba que me había muerto.
El vecino dijo: “No murió. Está mejor”. Mi esposo no lo podía creer. “¡Deja de decir tonterías!” gritó, mientras el vecino trataba de consolarlo.
Esposo: Sigue leyendo Zhuan Falun
Miró en la habitación y me vio parada en la cocina. Vio el libro Zhuan Falun, el libro principal de Falun Gong, en la cama. Tomó el libro y dijo: “Seguramente leíste este libro y te recuperaste. El autor de este libro es extraordinario. Tienes que leer el libro una y otra vez. No puedes dejarlo después que tu enfermedad se cura”.
Ahí fue cuando empecé a practicar Falun Gong. Dos semanas después, me puse a trabajar de modista. Repentinamente tuve un dolor fuerte en el vientre, como si estuviera por parir. Había un bulto dentro del vientre en el lado izquierdo. Durante años lo estuve sintiendo. Fui corriendo al baño y sentí que algo salía de mi cuerpo. Lo recogí. Era tan grande como un pedazo de pan de 15 centímetros. Lo corté en dos. Tenía muchas capas por dentro y era duro. Entre las capas había pus.
Después de leer Zhuan Falun, dejé de tener las convulsiones. Me recuperé y tengo una mente clara. Enseñé a los alumnos de mi esposo por medio año como maestra remplazante. El departamento de educación del condado me elogió por mi excelente enseñanza.
En 1999, cuando comenzó la persecución, funcionarios locales vinieron a mi casa y comenzaron a preguntarme si tenía libros de Falun Gong. Les contesté: “Cualquiera sea la razón por la que están aquí, les puedo decir que ‘Falun Gong es bueno’. Tengo una copia de Zhuan Falun. Pero no se la pueden llevar. Si lo hicieran, sería lo mismo que matarme”.
Les conté mi historia y les dije: “Sin este libro, moriré. No hagan nada malo”. Se conmovieron y se fueron sin decir nada.
Mi sueño se hace realidad
Cuando leí Zhuan Falun por primera vez, habían pasado 9 años y 10 meses desde que tuve ese sueño donde me daban 10 años más de vida. Ahora desde entonces, han pasado 20 años. Tengo buena salud y una vida familiar feliz. Mis hijos crecieron y encontraron trabajos. Mi familia y parientes todos saben que “Falun Gong es bueno”.
No puedo expresar mi gratitud hacia el Maestro Li con meras palabras. Es por el Maestro Li que hoy estoy aquí.