(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Gong en 1998. A través de los años, me enfrenté a aquellos que me perseguían con pensamientos rectos y de este modo cambié el ambiente que me rodeaba.
Una oración puede disolver el mal
Le di un volante con información sobre Falun Gong al propietario de un comercio en mayo de 2001. Me denunció a la policía. Fui arrestado y mi casa saqueada. Más tarde fui sentenciado a tres años en el campo de trabajos forzados.
La atmósfera asfixiante en el campo fue inolvidable y está fresca todavía en mi memoria. Un guardia me desnudó para registrarme y me informó las reglas de la prisión.
Fui a la oficina de tareas para que me diera instrucciones pero no me anuncié antes de entrar. El jefe de guardia quería castigarme y pidió a un guardia que se le uniera, diciéndole que cierre la puerta, pensé: "No soy un criminal, sino un ciudadano inocente que fue detenido ilegalmente por mi creencia, no necesito anunciarme”.
Mientras los miraba a los ojos, dije sin ningún temor: “El sistema de aplicación de la ley sostiene que es civilizado. ¿Es el castigo físico un acto civilizado? No me tocaron y cambiaron su actitud hacia mí".
Rehusarse a ser reprimido
Al minuto que arribé al campo de trabajo recité muchos de los artículos de Escrituras esenciales para mayor avance. También los escribí sobre papel y se los pasé a otros practicantes detenidos.
Un guardia descubrió que un recluso me ayudaba a repartir las palabras del Maestro. Me llamaron a la oficina y exigieron que les diera el nombre del practicante.
Retuve el pensamiento: “Pasar las escrituras del Maestro Li a los compañeros practicantes es para ayudarlos a fortalecerse frente a la persecución. Ni otros practicante ni yo deberíamos ser perseguidos por nuestra creencia”. Con este pensamiento recto, mi temor y cualquier presión que sentía desaparecieron en poco tiempo.
Me sentí cada vez más grande, mientras los guardias se veían muy pequeños e insignificantes delante de mí. Me rehusé a cooperar con ellos. El jefe de guardia de repente perdió su motivación tratando de amenazarme y ordenó a algunos presos que me llevaran de regreso a la celda.
Fue ahí cuando verdaderamente entendí el significado de lo que dijo el Maestro:
“Al rectificar los pensamientos, los perversos se derrumban” (“Por qué temer”, Hong Yin II)
Me volví entendido en tecnología después de ser analfabeto informático
Mi empleador me asignó a trabajar en otra ciudad después que fui liberado. Estaba solo y extrañaba a los practicantes de mi ciudad natal. Quise conectarme para acceder a la página web Minghui para descargar materiales de Falun Gong y hacer folletos para distribuir. Pero yo sabía que era un sueño, ya que no sabía nada acerca de las computadoras.
Después un practicante local me llamó. Me dijo que otro practicante de mi ciudad le había dicho cómo dar conmigo. Dijo que era el responsable de la producción de materiales de Falun Gong en su área. Me enseñó cómo usar una computadora, navegar en Internet, imprimir materiales y grabar DVDs.
Compré el equipo necesario y comencé con mi propio sitio de producción de materiales.
Hubo muchas dificultades al principio, pero eventualmente con el tiempo me convertí en conocedor de la tecnología. Muchas veces cuando incurría en un problema pedía ayuda al Maestro, y le decía al equipo en mi mente: “Eres una vida que ha venido aquí por el Fa, es un honor trabajar con un practicante para producir material informativo. Por favor haz tu trabajo bien”. Apagué la computadora y la reinicié. No tuve más problemas.
Mucha gente recibe materiales de Falun Gong
Además de estudiar el Fa, hacer los ejercicios y enviar fuertes pensamientos rectos diariamente, hice y distribuí más de 300 copias de materiales de Falun Gong cada semana. Usualmente distribuía al atardecer. Primero iba a las vecindades cercanas, después a los distritos y áreas suburbanas que estaban más lejos.
Al comienzo tuve algo de miedo, pero se debilitó con el tiempo. Noté que mi memoria y sentido de la dirección habían mejorado, y recordé cada lugar donde había estado, aun habiendo estado allí solo una vez. Esto me ayudó a no perderme, aunque muchas áreas eran nuevas para mí. A pesar de no haber mirado el tiempo o chequeado los horarios de los colectivos, siempre pude tomar el último a casa.
Una vez me torcí un tobillo. Me dolía mucho y no podía moverme. Recité: ¡”Falun Gong es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”, mientras le pedía ayuda al Maestro. Unos minutos más tarde, fui capaz de mover un poco el pie. Lentamente me levanté y caminé con pequeños y dolorosos pasos.
Después de un corto descanso, me las arreglé para distribuir el material restante. Mi tobillo estaba dolorido, pero para cuando distribuí todo el material, ya no me dolía más.
Aparentemente muchas cosas insignificantes me pasaron a través de los últimos 16 años. Siempre guardaré en mi mente que soy un practicante, lo cual es la cosa más preciosa.