(Minghui.org) En 1998, mi esposo fue condenado a ocho años en prisión.
Mi cuñada me había dado su aprobación para que me divorciara si quería. Dijo que sería muy cruel forzar a una joven esposa a esperar ocho años hasta que regrese su esposo errante.
Yo ya llevaba un año practicando Falun Dafa cuando mi esposo fue arrestado, y su condena fue algo desolador. Pero siendo que me regía bajo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, estuve determinada a esperar por él y darle al menos una segunda oportunidad.
Cuando liberaron a mi esposo ocho años después, en 2006, le di la bienvenida con los brazos abiertos. Nuestro hijo —que en ese momento tenía 10 años— también estuvo allí para recibirlo.
El estaba muy conmovido, y gradualmente se dio cuenta de que había sido mi fe en Falun Dafa lo que me había llenado de fortaleza para mantener unida a nuestra familia durante todo ese difícil periodo. Rápidamente comenzó a identificarse con las enseñanzas de Falun Dafa y hasta encontró dos trabajos; algo difícil para un ex presidiario.
Hasta el día de hoy, alza su voz en defensa de mis creencias, a pesar de toda la propaganda negativa que fabrica el régimen comunista chino en contra de mi fe. Pero rearmar una familia rota no es fácil, y nos llevó mucho tiempo. Esta es nuestra historia.
La prisión hizo que mi esposo quedara desnutrido y débil. A menudo no podía pensar en nada mas. Los primeros seis meses desde su retorno, tuve que poner todos mis esfuerzos en cuidarlo física y emocionalmente. Además de nutrirlo para que recuperase su salud, también lo defendí ante su familia, porque se mostraban cautelosos ante él por su pasado.
Una vez me preguntó si yo estaba gastando demasiado dinero en él. Le aseguré que no sería problema en tanto y en cuanto consiguiese un trabajo honesto cuando se recupere. Estuvo de acuerdo.
Al comienzo, mi esposo no creía en los beneficios de Dafa y en los hechos de la persecución. La propaganda del gobierno se habían apoderado de él, y tenía miedo de cómo las autoridades de la prisión torturaban a los practicantes.
“Si los guardias nos golpean a los presidiarios hasta la muerte, lo hacen pasar como un ataque al corazón. Tu gente tiene aun menos derechos que eso. Este país no te trata como un ser humano”, me dijo un día.
“Hay límites para la bondad”, le dije. “Para la mayoría de las personas yo superé ese límite. Todo el mundo me decía que debería haberte dejado, y nadie me hubiera culpado por eso. Nadie hubiese dicho que yo era una mala persona por haberte dejado”.
“A tus padres les parecía extraño que me haya quedado; les dije que quería esperarte para que nuestro hijo tuviese un padre”. “No me creyeron. Nunca me ofrecieron ayuda alguna. A pesar de esto, hice todo tipo de trabajos para criar a nuestro hijo, cuidé de tu hermana cuando estuvo enferma, y cociné y limpié la casa de tus padres”.
“Y, para ser honesta, podría haberme ido. Si no practicase Falun Gong me hubiese ido. Le podría haber dejado nuestro hijo a tus padres, podría haberme casado nuevamente y vivir una vida feliz”.
“Pero no lo hice. No me fui, porque las enseñanzas del Sr. Li me hicieron ver cómo ser una mejor persona, más altruista. Elegí el camino más elevado para que mi conciencia permanezca clara”.
Desde ese momento mi esposo ya no dijo cosas negativas sobre Dafa. Comenzó a pensar positivamente sobre Dafa y apreciar el rol de Dafa en la preservación de su familia.
Mi suegra murió en 2001 y éramos demasiado pobres para cubrir el entierro de sus cenizas. a pesar de que los dos hermanos de mi marido vivían cómodamente en Beijing, se negaron a dividir los gastos con nosotros. Así que por un tiempo, mi suegra no tuvo un entierro.
Cuando mi marido finalmente consiguió un trabajo y comenzó a hacer dinero, me preguntó si estaba bien comprar una parcela en un cementerio para su madre. Le dije que sí, y que era su deber como hijo. Su padre falleció en 2010 y también tuvimos que enterrarlo nosotros.
Por momentos mi esposo se molestó por el egoísmo de sus hermanos. Yo le decía que no debía preocuparse por el dinero y otros detalles del cuidado de sus padres.
Constantemente le recordé a mi marido los principios de Falun Dafa y me comporté acorde.
Gradualmente las actitudes de él hacia Falun Dafa cambiaron. Se convirtió en una persona honesta y apreciaba cómo me mantenía fiel y le proveía de una vida feliz.
Comenzó a usar amuletos de Dafa y a escuchar los hechos de la persecución. Hasta me dijo que debía exponer las mentiras del régimen comunista chino y su violento pasado.
Al poco tiempo su fortuna cambió para bien. Tuvo amenazas a su vida varias veces, y siempre salió a salvo. Encontró dos trabajos y nuestra situación de vida mejoró. Nuestro hijo sigue las enseñanzas de Falun Dafa y disfruta el colegio. Se ha sacado muchas notas altas y ha hecho buenos amigos.
Renuncié a mi trabajo en 2013 para comenzar otro más flexible. Mi esposo apoyó mi decisión y dijo que podría dividir las tareas del hogar conmigo por un tiempo. Cuando no encontré el trabajo que buscaba, me dijo que si quería dejara de trabajar.
Ahora tengo más tiempo para aclararle la verdad a otros sobre Dafa y la persecución.
Un día le pregunté si él querría hablar en defensa y apoyar al Sr. Li Hongzhi. Rápidamente respondió que sí.
Se grabó para una televisión extranjera deseándole al Sr. Li Hongzhi un Feliz Año Nuevo, diciendo: “Quisiera que haya practicantes de Falun Gong por todo el mundo, especialmente en China. De esta forma las nobles virtudes de la antigua China podrán esparcirse a lo largo del país”.