(Minghui.org) “¿Crees que no podemos sentenciarte simplemente porque niegas que los artículos confiscados son tuyos? No importa si lo admites o no. Te podemos sentenciar sin una confesión”, dijo el subjefe de la comisaría de Lianhua en el distrito de Changyi, provincia de Jilin.
Soy Li Guangjun, practicante de Falun Gong. Mi esposa y yo hemos sido arrestados el 27 de abril de 2011, por practicar Falun Gong.
Después que la policía nos llevó a la comisaría, el subjefe, Guan Peng señaló los artículos que habían confiscado de nuestra casa y preguntó si eran nuestros. No lo admití ni lo negué, dije: “Mi esposa y yo no estábamos presentes cuando saquearon nuestra casa. No reconozco que estas cosas sean nuestras”.
Esa noche nos hicieron otras preguntas irrelevantes. Firmé mi nombre en un documento confirmando que se habían llevado más de 100 yuanes en billetes escritos con información sobre Falun Gong. Luego me arrepentí porque esto fue presentado como evidencia y nos sentenciaron ilegalmente a prisión.
Huelga de hambre en el centro de detención
La policía se llevó a mi esposa, mis dos cuñadas y a mi al centro de detención de Jilin. Hice una huelga de hambre en el centro de detención para protestar por mi arresto y demandé ser liberado de inmediato.
Durante el quinto día de mi huelga de hambre el centro de detención comenzó a alimentarme a la fuerza. Alrededor de diez personas vinieron para sostenerme. Me insertaron un tubo de goma a través de la nariz y usaron una jeringa para empujar puré de maíz en mi estómago dos veces. Mi nariz estaba hinchada y sangró durante dos días, y el médico del centro de detención y el guardia Shen Rui se preocuparon.
Shen castigó a todos los reclusos de mi celda forzándolos a sentarse con las piernas cruzadas por largos ratos todos los días. Algunos de los reclusos comenzaron a alentarme para que comiera y ellos no tuvieran que sufrir. También se pusieron en contacto con la sección de mujeres donde estaba mi esposa y le enviaron algunas frutas. Ellos le pasaron información a ella de mi parte. Aflojé y comencé a comer.
Después de tres meses me transfirieron del equipo Nº 1 al Nº 3. Tenía que terminar de hacer unas bobinas para montarlas en placas de circuitos desde las 5:30 a.m. hasta las 8:30 p.m. El desayuno y la cena eran panes de maíz cocidos al vapor. El almuerzo potaje de arroz. Las comidas eran muy caras. En solo un año allí perdí 36 kilos y me costaba caminar.
Sentenciado a cuatro años de prisión
La corte de Changyi realizó una audiencia en agosto de 2011. Mi familia no fue notificada y no me permitieron contratar a un abogado. Me sentenciaron a cuatro años de prisión. Me negué a firmar el documento de la sentencia y apelé a la corte intermedia en diez días. Cuando mi apelación fue rechazada, me negué a firmar el recibo de recepción.
Como estaba muy débil para trabajar, el recluso jefe de mi celda pidió que me transfirieran a la prisión lo antes posible. El 19 de abril de 2012 me llevaron a la prisión de Gongzhuling.
En la prisión, el guardia Li Wei le dijo al jefe de los reclusos que me presionara para que escribiera la declaración de garantía de abandonar la práctica de Falun Gong. Ma Wenlong y Sun Weining, dos reclusos que golpearon repetidamente a Zheng Lijun y otros practicantes, también me golpearon a mí. Luego fueron encerrados en una celda más pequeña por robarse las cosas de otros reclusos.
En la prisión teníamos que trabajar de las 6 a.m. a las 6 p.m. Varios guardias que entendían la verdad detrás de la persecución trataban bien a los practicantes de Falun Gong.
Wang Jianye acababa de ser promovido a supervisor en abril de 2014. Era joven y tenía muchas ansias de ascender en su carrera. Me gritaba diariamente para que cumpliera con la producción establecida. Una y otra vez le contesté que mi condición física era pobre, pero no escuchó. También amenazó a otros practicantes o los transfería al equipo de supervisión estricta. El 11 de agosto de 2014, cuando vio que mi cama no estaba hecha bien como ellos querían, vino, me abofeteó, me golpeó la cara varias veces y me hizo quedar parado varias horas.
El 10 de febrero de 2015, me liberaron y volví a casa.
Sin trabajo, sin vida
Mi esposa, quien fue liberada un año antes, también había sufrido significativamente. No quería vivir con miedo y deseaba una vida normal. Dejó de practicar Falun Gong e intentó persuadirme para que yo también dejara.
Le pedí a mi ex empleador que me devolviera mi trabajo anterior, pero me dijo que tenía que renunciar a Falun Gong antes de poder volver. Le dije: “Si renuncio me quedo lisiado. Estuve encerrado cuatro años y apenas podía caminar. Es Falun Gong lo que hace que esté bien. ¡¿Cómo podría dejar de practicar?!”.
Mi esposa ahora me pidió el divorcio porque no ve ningún futuro conmigo.
Fue durante el supuesto llamado “mejor periodo de los derechos humanos” en China que otra familia más fue destruida. Años de sufrimiento convirtieron a mi amable y virtuosa esposa en una extraña indiferente, y ahora no tengo manera de ganarme la vida. Son los practicantes que me han dado aliento y ayuda, lo que ha restaurado mi optimismo.