(Minghui.org) Los practicantes de Falun Gong en China han sido reprimidos por su fe durante 16 años. Aunque el público general estuvo inicialmente influenciado por la violenta propaganda del partido comunista chino, un gran número de personas descubrió la situación real y comenzó a apoyar a Falun Gong.
Aquí compartimos anécdotas que envió una practicante de la provincia de Shandong al este de China, de personas que tomaron una actitud recta contra la persecución a Falun Gong y han sido recompensados con buena fortuna.
Quienes me conocen, conocen a Falun Gong
Trabajé durante 30 años para una empresa, me jubilé y vivo muy cerca de ahí. Muchos de mis vecinos eran mis compañeros de trabajo. Siguiendo las enseñanzas de Falun Gong, los traté con sinceridad y compasión. La mayoría tiene en claro qué es Falun Gong y cómo ha sido injustamente perseguido.
En los más de diez años de persecución a Falun Gong, muchos vecinos me ayudaron de diferentes formas; algunos hablando contra autoridades que me maltrataban, algunos apoyándome a diario, y otros cuidaron mi seguridad para ayudarme a evitar ser arrestado.
Alzando la voz en público durante mi arresto
Uno de mis vecinos, secretario del partido jubilado de mi empresa, vivía en mi edificio. Como empleado común, me llevaba bien con la mayoría del personal, pero no interactuaba mucho con los oficiales. Pero él me apoyó durante mi arresto hace varios años.
En esa época, un compañero practicante murió como consecuencia de tortura. Por este hecho, junto a varios practicantes, fuimos a hablar con funcionarios del gobierno local, pidiendo que investigaran y responsabilizaran al personal involucrado. En consecuencia, oficiales vinieron a mi casa y me arrestaron.
Mi vecino, que ya estaba jubilado, escuchó esto y se preocupó. Frente a una gran multitud, de vecinos y compañeros de trabajo, dijo con fuerte convicción: “No he practicado Falun Gong, así que no puedo opinar de eso. Pero sí se que esta persona [yo] no debe ser arrestada. No ha violado ninguna ley ni hizo algo malo. ¿Cómo puede ser arrestada sólo por hacer ejercicios para mejorar su salud?”.
“Todos aquí sabemos que ella [yo] es una buena persona. Trabaja mucho y tiene una alta escala de valores éticos”, y agregó: “Vemos tantos crímenes reales en estos días. ¡¿Cómo puede ser que la policía los ignore y siga dañando gente inocente como ella?!”.
Cuando me contaron esto me sentí muy conmovida. Cuando lo encontré luego, apenas lo saludé, me dijo que lamentaba mucho mi arresto. Dijo: “No podía dejar de pensar en eso, y no podía dormir bien”. Me recordó prestar atención a la seguridad, diciendo: “He vivido tantas cosas. Sé que el partido es malo y que haría lo que fuera por dañar gente. Por favor, tenga cuidado y protéjase”.
Mientras lo escuchaba hablar, no podía evitar llorar. Le agradecí y le conté la verdadera historia de Falun Gong, desde los beneficios para la salud y mejoras en cuerpo y mente, hasta la brutal persecución. Escuchó con atención y asentía.
Luego se mudó y no lo veía seguido. Un día crucé a su hijo en la calle, y le pregunté por su padre. “Oh, está mucho mejor ahora. Tenía serios problemas cardíacos y presión alta, pero ambas cosas han mejorado mucho ahora”, dijo su hijo.
Me sentí feliz por él, porque pudo tomar una postura recta y por su mejoría en su salud, que creo que están conectadas.
Protegiendo mis libros de Falun Gong
Otra vecina de mi edificio es muy amable, y somos buenas amigas. Después de que Falun Gong fue prohibido en China, ella vio la propaganda difamatoria por TV y tuvo algunas malas concepciones. Hablé con ella algunas veces contándole sobre Falun Gong y por qué el partido reprimía a practicantes inocentes. Comprendió y ya no me pidió que dejara la práctica.
Cuando me arrestaron en una oportunidad, la policía confiscó algunos libros de Falun Gong y me sentí muy mal por eso. Cuando se lo mencioné a mi vecina, ella me ofreció guardar mis libros restantes en un lugar seguro en caso de futuros raid policiales.
Esta vecina me ayudó así por varios años, hasta que decidí guardarlos nuevamente en mi propia casa.
Ella vivía en la pobreza, pero en estos años su vida ha cambiado. Su hija se casó con un empresario y tienen una buena vida. Su hijo abrió su negocio y también formó una familia. Se lleva bien con sus hijos y ellos la ayudan financieramente.
Al ver su buena salud y pocas preocupaciones, muchos dicen que tiene suerte. Una vez, cuando conversábamos sobre cómo ayudar a la gente en problemas trae recompensas del Cielo, según la cultura tradicional china, le dije: “Parece que tú has sido bendecida por proteger mis libros de Falun Gong”; ella asintió y sonrió.
Un mensajero a tiempo ayuda a evitar mi arresto
“Tía”, tiene más de 70 años y vive cerca. Mucha gente no la apreciaba y no le dirigía la palabra porque ella tenía la costumbre de rumorear sobre otros. A pesar de esto, siempre la traté bien y la ayudaba cuando me necesitaba. Cuando me enteré que estaba enferma, la visité. Hablamos sobre Falun Gong y la persecución.
Tía me dijo que le gustaba leer material informativo de Falun Gong que repartían otros practicantes. Cuando escuchaba a alguien haciendo algún comentario negativo sobre Falun Gong, alzaba su voz y decía: “Conozco a practicantes de Falun Gong y son buena gente”.
Un día, después de jubilarme, alguien golpeó a mi puerta. Era Tía. Con pánico me dijo: “Fuera del edificio escuché que varios oficiales estaban discutiendo un plan para arrestarte. Dijeron que las Naciones Unidas recibieron cartas y sospechan que estás involucrada”. Me dijo que la policía también planeaba ver a mi empleador para atraparme. “Por favor, ten cuidado y no salgas. Si necesitas comprar algo, atender algún asunto o llamar a alguien, puedo ayudarte”.
En ese momento, en lugar de estar preocupada por mi seguridad, me sentí conmovida por su bondad.
Unos días después, mi empleador me llamó, para pedirme que fuera a buscar una carta. Sabiendo que era una trampa le dije que no podía porque estaba camino al supermercado. Un compañero me dijo luego que ese día varios policías fueron al trabajo, y hasta fueron al supermercado a arrestarme.
La policía intentó tenderme más trampas, pero siempre fallaron. Al final, se dieron por vencidos.
Varios días después me encontré con Tía, y me dijo emocionada: “Tuve dolor de piernas por largo tiempo y ambas piernas se me hinchaban. Pero desde que te pasé ese mensaje, aquel día, el dolor y la hinchazón desaparecieron. ¡Estoy tan feliz!”.
Hay muchas anécdotas más de mis vecinos, y muchos más como ellos. Admiro su valor para apoyar a los oprimidos en un ambiente tan duro, y creo que todos ellos merecen tener un buen futuro.