(Minghui.org) Una residente de Dalian tuvo la suerte de ser la chofer del Maestro Li Hongzhi cuando Él fue por primera vez a su ciudad en 1994 para dar el seminario de nueve días de Falun Dafa. Mientras ella y otros practicantes de Falun Dafa acompañaban a Shifu a diferentes lugares, experimentó muchos momentos inolvidables. A continuación relata los preciosos días que pasó con Shifu.
1. La primera clase del Maestro Li en Dalian
El 27 de marzo de 1994 fue el día más importante y valioso de mi vida. Fue el día en que el Maestro Li Hongzhi llegó por primera vez a Dalian para enseñar Falun Dafa (también conocido como Falun Gong).
La clase se celebró en la sala de conferencias de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad Dalian. Como llegué muy temprano y la puerta todavía no estaba abierta, compré una copia de Falun Gong en un puesto de venta de libros cercano. Me senté en las escaleras de la puerta y empecé a leer. Inmediatamente, pensé, ¡Guau, qué libro! ¡Está lleno de profundos principios de los que nunca había oído hablar antes! Estuve completamente inmersa en la lectura del libro durante la siguiente hora, hasta que alguien me dijo que ya había que entrar a la sala.
Una maestra de qigong bastante reconocida en Dalian se me acercó y me dijo: "No vine a aquí a aprender Falun Gong, sino sólo a echar un vistazo. Cuando un maestro de qigong viene a Dalian, yo compruebo si el maestro es real o falso. Si él es falso, normalmente tomo nota de lo que dice para avergonzarlo".
El Maestro Li entró en el escenario. Era joven y alto, y parecía ser muy amable y respetuoso, y tenía una gran voz. Mientras escuchaba al Maestro hablar, sentía una intensa emoción y las lágrimas rodaban por mi cara. Me puse un pañuelo sobre la cara, porque me dio vergüenza. ¿Qué me había ocurrido a mí? ¡Nunca antes había llorado en público!
En un momento, miré a la maestra de qigong que me había hablado antes de la conferencia y la vi sentada con la espalda recta y prestándole su total atención al Maestro Li. Durante el descanso, ella se acercó a hablar conmigo de nuevo.
"¡Si quieres aprender qigong, no aprendas otra cosa que no sea Falun Gong!", me comentó emocionada. "¡El gong del Maestro Li es tan poderoso! ¡Él irradia tanta luz, es como rayos láser apuntando por todas partes!". Dejó de llamar a Shifu por su nombre y comenzó a usar la palabra "Maestro".
Más tarde, quiso conocer a Shifu y me pidió que se lo presentara. ¿Por qué me pidió que se lo presentara siendo que yo también era una nueva practicante? Aquí les relato una pequeña anécdota:
Después del primer día de clases, yo no podía dejar de llorar, y solo quería estar cerca de Shifu. Conduje por la ciudad hasta la medianoche buscando el hotel donde Shifu se estaba alojando, pero no pude encontrarlo. Durante el segundo día de clases, mis lágrimas siguieron rodando, y una vez más tenía ganas de estar cerca de Shifu. Durante el descanso, cuando vi que Shifu se metía en una habitación lateral, lo seguí sin dudarlo.
Cuando entré, oí al Maestro decir: "No voy a subir a su coche, el conductor no es bueno”.
"¡Maestro, por favor tome mi coche!". Dije sin pensarlo.
Shifu me miró y dijo: "El coche de ella está bien. Puedo tomar su coche”.
El profesor Li de la asociación de qigong no parecía contento de que hubiera interrumpido su conversación, pero como ya nos conocíamos, no me criticó. "A todos los conductores de Dalian les encantaría llevar a un gran maestro de qigong. Tenía cuatro coches preparados. Pero tú..." Se detuvo, me miró, y continuó: "Vamos a utilizar tu coche, entonces".
¡De esta forma, el cielo me dio la oportunidad de estar cerca de Shifu!
Un día, algunos de los organizadores de la clase y yo acompañamos al Maestro al parque Xinghai. La maestra de qigong nos siguió hasta el parque en un taxi. En el parque, ella siguió haciendo alarde de algunas de sus experiencias pasadas. Shifu nos dijo: "Estas personas simplemente no pueden dejar de lado estas cosas, por lo que son difíciles de salvar”.
Sentado sobre una roca junto al mar, Shifu tomó una ramita y escribió en la tierra,
“Capacidades de gong sólo son pequeños trucos,
Dafa es lo más fundamental”. (Buscando la vía recta, Hong Yin)
Luego Shifu nos habló sobre el Fa. Ese día, me di cuenta de que la superficie del océano se veía muy extraña: las olas estaban alborotadas en la zona donde estábamos nosotros, pero a la distancia la superficie estaba muy tranquila. Shifu nos dijo: "Hoy no sólo les estoy enseñando el Fa a ustedes. Muchos seres del cielo y el mar están aquí para escuchar también”. En ese momento, yo había asistido sólo a unas pocas clases de Shifu, así que no entendía completamente lo que había dicho. ¡Pero como sabía que cada palabra de Shifu era cierta, lo escuchaba!
Algún tiempo después, la maestra de qigong me invitó a su casa y me mostró un cuadro. Mostraba a un dragón de oro saliendo del océano y un dragón hada sosteniendo la barba de un dragón.
"Esto fue exactamente lo que vi en la playa ese día", me dijo. "Le pedí a un famoso pintor de Dalian que viniera a mi casa. Le describí la escena, y él la pintó. Vi el dragón saliendo del agua, pero todavía me pregunto si salió por el Maestro Li o por mí”.
Inmediatamente respondí: "¿Cómo puedes pensar que el dragón salió por ti? ¡Shifu dijo que los seres de los cielos y el mar estaban allí escuchándolo a él!".
Independientemente de lo que dijo, la pintura realmente representaba la escena de la playa ese día.
En el cuarto día de clase, el Maestro vino a mi casa. Una docena de otros practicantes lo siguieron. Juntos, vimos el video de Shifu enseñando los ejercicios. En el video, el Maestro estaba vestido de color amarillo y estaba sentado en la hierba. "¿Ven donde estaba yo sentado?" preguntó el Maestro. Algunos practicantes vieron la verdad y gritaron, "¡Sobre el loto!".
Todo el mundo vio el loto excepto yo. En mi corazón, culpé a mi mala visión. "¿Puedes ver?". Me preguntó Shifu. Al ver que yo no podía, él dijo: "Voy a hacer que el loto se mueva para que lo puedas ver".
¡En ese momento lo vi! Shifu estaba sentado sobre una flor de loto con muchas capas, con sus pétalos moviéndose suavemente. Realmente parecía un milagro.
Shifu recogió un tomate de un plato que tenía cerca. Lo cubrió con ambas manos y dijo: "Alguien lo puede comer”.
"¡No, no lo coman!". Respondí a toda prisa. "Vamos a dejarlo aquí para que podamos observarlo”.
Puse el tomate en la parte superior del televisor. Para compararlo, puse otro tomate al lado de él. Alguien exclamó: "¡Mira! ¡El tomate está brillando! ¡Hay un pequeño Fo adentro de él!" Vi un rayo de luz verde esmeralda irradiando desde la parte superior del tomate hasta el techo. Había un pequeño Fo sentado en la luz. No solo el tomate brillaba, sino que la televisión y la pared también estaban emitiendo luces de color verde esmeralda. Todos estábamos maravillados. Esa noche, todavía podía ver la televisión y toda la pared brillando intensamente de color verde esmeralda. El tomate continuó brillando, emitiendo una luz intensa. Más tarde, cuando el tomate con el que lo había comparado se puso demasiado blando, lo cambié por uno nuevo. Después de 17 días, de cambiar el tomate con el que lo comparaba unas cuatro veces, el tomate que Shifu había tocado todavía estaba como nuevo. Tuve miedo de que el tomate se fuera a poner malo algún día, así que dejé que mi hijo se lo comiera. (Está claro que mi cualidad de iluminación era pobre)
Ese día, Shifu nos dijo que el universo se ha estado desviando del estándar de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y estaba en grave peligro. También dijo que como consecuencia de esto, la Tierra se enfrentaría con problemas graves, y que todavía no se sabía si Dalian permanecería. Todos le pedimos a Shifu que preservara a Dalian. Shifu respondió: "Si mantenemos a Dalian, primero hay que resolver el problema que tiene con el agua”.
En ese tiempo, se había producido una grave sequía en Dalian durante muchos años. El suministro de agua a menudo se cortaba. Sin embargo, desde el día en que el Maestro dijo que el problema del agua tenía que ser resuelto, veinte años han pasado y Dalian no ha sufrido más la escasez de agua.
Luego del sexto día de clases, el profesor Li invitó a Shifu a dar un paseo por la ciudad. Llevaba dos cámaras con cuatro rollos de película. Un grupo de personas se fueron juntas. Durante el recorrido, me di cuenta de que Shifu no quería tomarse fotos con esas personas, entre ellos había algunos maestros de qigong. Pensé que, dado que Shifu no quería tomarse una foto con ellos, las fotos no iban a salir. Finalmente, Shifu nos llamó para que los cuatro practicantes nos juntásemos y se tomó dos fotos con nosotros.
Después de que revelaron los rollos, el profesor Li me mostró un rollo de película que se había velado. "Es muy extraño", me dijo, "cuando fui a revelar los rollos, me di cuenta de que uno de los rollos de una de las cámaras había desaparecido”. Le sugerí que tal vez algún miembro de su familia se había llevado el rollo. "Eso es imposible, ya que las cámaras estuvieron conmigo todo el tiempo", respondió. "Revelé los otros rollos. Pero mira, todos estaban velados. Sólo estas dos fotos salieron bien". Esas dos buenas fotos eran las dos que Shifu se había tomado con nosotros, los cuatro practicantes. El profesor Li dijo emocionado: "¡Ahora lo sé! ¡El Maestro Li es realmente un Buda!".
Después me llevé las dos fotos a casa, mirándolas más detenidamente vi que había dos dragones en una de las fotos. En la otra foto, había una espada en la parte superior. Se lo comenté al Maestro cuando le entregué las fotos. Le pregunté si vi a los dragones y a la espada correctamente. Shifu me respondió: "¿Sabes acerca de los dos mares de Dalian? Los dos reyes dragones han estado ayudando a proteger el Fa desde que llegué a la ciudad. Esa espada es mi espada cósmica, que es extremadamente poderosa”.
Varios años más tarde, en uno de mis sueños, Shifu me prestó su espada para que me enfrentara con los demonios. Era, en efecto increíblemente poderosa. Con solo un par de movimientos, decenas de miles de demonios instantáneamente se desintegraron.
Un día, la señora Sun, su marido, y yo visitamos a Shifu. La Sra. Sun le dijo a Shifu que había estado sufriendo de enfermedades cardíacas durante muchos años. Iba al hospital con frecuencia y había estado en una situación crítica en cuatro ocasiones. Durante algunos momentos particularmente malos, ni siquiera podía acostarse y tenía que sostener una almohada estando sentada para poder dormir. Shifu puso su mano izquierda debajo de la mesa. Levantó la mesa con su mano izquierda mientras giraba su mano derecha. Shifu entonces juntó ambas manos y se fue afuera. Le dije a la señora Sun que el Maestro había purificado su cuerpo.
Shifu regresó después de un corto tiempo. "No te preocupes, estás bien ahora", dijo el Maestro, sonriéndole a la Sra. Sun. "No tienes más enfermedades, y ahora puedes concentrarte en tu cultivación”. Ella se ha estado cultivando desde hace dos décadas. Nunca se ha salteado el estudio del Fa ni ha dejado de hacer los ejercicios. Por supuesto, su enfermedad cardíaca nunca regresó.
En abril, acompañé a Shifu a un distrito en desarrollo. Durante el almuerzo, el Maestro me preguntó: "Usas anteojos. ¿Eres miope?". Le dije que sí. "Mira ese cuadro. ¿Puedes verlo claramente?". Preguntó el Maestro, señalando una pintura en la pared. Le dije que no podía. El Maestro entonces me masajeó la espalda de arriba hacia abajo tres veces y me preguntó: "¿Y ahora?". Le dije: "Es mejor que antes, pero todavía no puede ver muy claramente”.
Entonces Shifu me dijo que no iba a necesitar más las gafas. Le dije que era incómodo estar sin gafas, ya que me había acostumbrado a ellas, además, la gente a mi alrededor pensarían que era extraño que de repente dejara de usarlos. Shifu me sugirió que me pusiera un par de lentes sin aumento. Después de esta conversación, me di cuenta de que el profesor Li me estaba mirando con desaprobación. De repente entendí: El Maestro me dijo algo, sin embargo, me negaba a aceptarlo. ¡Mi cualidad de iluminación era tan pobre! De inmediato cambié mi forma de pensar y dije a Shifu: "Puedo ver la pintura ahora”.
Más tarde, durante un viaje a Japón, me compré un hermoso par de gafas sin aumento. Sin embargo, mi vista no era buena, con o sin gafas. Esto se prolongó durante un año hasta un día en que me senté accidentalmente sobre las gafas y se quebraron por la mitad. Entendí que el Maestro estaba insinuándome que no debería usar más gafas. Exactamente en ese momento, estaba leyendo la sección de preguntas y respuestas de una de las conferencias de Shifu: un practicante había preguntado por el uso de las gafas, y el Maestro había dicho que el uso de las gafas era el resultado del yeli.
Vi mi baja cualidad de iluminación y de inmediato tiré las gafas a la basura. Más tarde ese día, fui a la estación de tren para encontrarme con alguien. Mientras estaba mirando a mi alrededor, me di cuenta de que podía ver todo muy claramente. Emocionada, miré y miré. Me olvidé de que se suponía que me debía encontrar con alguien hasta que esa persona me dio unos golpecitos en el hombro.
Un día, acompañé a Shifu a su habitación del hotel. Un encargado del hotel le abrió la puerta de la habitación. Tan pronto como entramos en la habitación, el televisor se encendió solo. El encargado estaba muy sorprendido. Miré al Maestro, quien sonrió y dijo: "Esto siempre sucede cuando entro en una habitación".
En el primer día de la clase, una mujer paralizada estaba siendo llevada por su esposo. El practicante que custodiaba la puerta los detuvo, diciéndoles que el Maestro estaba aquí para enseñar el Fa, no para tratar enfermedades. Precisamente en ese momento, el Maestro pasó por la puerta y le dijo al practicante: "Puede dejarlos entrar”.
Antes de que comenzara la clase, Shifu trató a la mujer. ¡Ella fue capaz de moverse de inmediato! Al final de la última clase, mientras caminaba hacia el escenario, se arrodilló y veneró al Maestro, dándole las gracias por salvarla. Fue emocionante para todos nosotros, que atestiguamos esta escena.
Un mes más tarde, unos practicantes y yo, fuimos a su casa. En el pasado, habíamos sido testigos de casos de pacientes aparentemente curados por otros maestros de qigong, sólo para ver que los síntomas reaparecían al cabo de unos días. Queríamos ver cómo estaba. Ella vivía en el quinto piso de su edificio. Un vecino nos dijo que no estaba en casa, pero que estaba muy bien. De acuerdo con el vecino, era capaz de subir las escaleras todos los días y que había ido al parque local a hacer ejercicios. No esperamos a que regresara. No necesitábamos verla con nuestros propios ojos. El poder de Shifu es tan extraordinario que no se lo puede comparar con otros maestros de qigong
Como ya faltaba poco para que terminaran las clases, Shifu nos animó a escribir nuestros sentimientos y experiencias acerca de la clase. Escribí y escribí, las lágrimas rodaban por mis mejillas. Tuve que reescribirlo varias veces, pero aun así, la versión final que le entregué todavía tenía unas cuantas lágrimas.
Escribí: "Durante décadas, yo no sabía lo que estaba buscando. ¿Era la fama? Después de que me convertí en gerente de mando bajo, me di cuenta de que fama no era lo que yo quería. ¿Era dinero? Después de que me dieron algo de dinero, me di cuenta de que el dinero no era tampoco lo que yo quería. No estaba segura de qué era lo que quería, aquello que me inquietaba. Después de asistir a esta clase de Falun Dafa de nueve días, había encontrado lo que había estado buscando. Shifu ha cambiado mi visión del mundo y mi visión en la vida”.
Estas palabras provenían desde el fondo de mi corazón. Después de que la clase en Dalian terminara, enviamos a Shifu a su próximo destino, Jinzhou. Los milagros que ocurrieron durante el viaje a Jinzhou gracias a Shifu fueron otra verdadera revelación para mí.
(Continuará)